Hace diez años, exactamente el 28 de marzo de 2011, dio inicio del rodaje de Melaza, ópera prima del guionista y realizador Carlos Lechuga, con producción de Claudia Calviño e Inti Herrera, desde Producciones de la Quinta Avenida. Dicha productora gestionó con el ICAIC una serie de complicados permisos de rodaje, pues el filme se desarrollaba en el campo y trataba sobre el declive de la industria azucarera y sus consecuencias.
Aunque el éxito internacional de Juan de los Muertos en 2011-2012 terminó de confirmar la preeminencia, dentro y fuera de Cuba, de Producciones de la Quinta Avenida, con Melaza se demostró la fecunda variante de establecer, desde el cine independiente cubano, una coproducción con firmas internacionales, como la francesa Promenade Films y la panameña Jaguar Films.
El mismo año en que el cine cubano presentaba Boleto al paraíso, de Gerardo Chijona; Afinidades, codirigida por Jorge Perugorría y Vladimir Cruz; Casa vieja, de Lester Hamlet; Larga distancia, de Esteban Insausti; y José Martí, el ojo del canario, de Fernando Pérez, Carlos Lechuga salió a rodar su película de tema contemporáneo y personajes elegidos entre los cubanos y las cubanas comunes, de a pie. Contaba con fotografía de Ernesto Calzado y un elenco integrado por Yuliet Cruz, Armando Miguel Gómez, Ana Gloria Buduén, entre otros. Una vez concluido el rodaje, se encargó de la edición el también realizador Luis Ernesto Doñas.
Lechuga llegaba a las locaciones rurales donde ocurría la acción del filme para dar la orden de “¡Acción!” luego de graduarse en la especialidad de dirección en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisuales del ISA y estudiar la especialidad de guion en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), de San Antonio de los Baños.
Precisamente, el guion de Melaza fue la tesis de graduación del director en la EICTV y se inspiró, según confesó en varias entrevistas, en el Pueblo Textil, situado en las proximidades de la Escuela. Este caserío devino asentamiento fantasma luego del cierre de la Textilera de Ariguanabo, que le daba sentido a su existencia.
En 2005, Lechuga había dirigido el corto de ficción Cuca y el pollo, comedia negra silente y sin colores que narra las peripecias de un trozo de pollo por un vecindario cubano en pleno periodo especial. Luego, escribió y dirigió sucesivamente otros cortos de ficción: F for favor (2008), Planeta Cerquillo (2010) y Los bañistas (2011), que se alzó con el Hugo de Plata en Chicago y con el Coral en su categoría, en La Habana. De modo que Melaza venía a convertirse en el natural resultado de una evolución en la academia y en la realización de cortometrajes.
Antes de lanzarse al rodaje, mucho había meditado Carlos Lechuga sobre cuáles serían la historia, los personajes, el tono y el alcance de esta historia de supervivencia que se convertiría en su primer filme. Melaza es el nombre de un pueblo rural, una especie de batey, devastado por el cierre del central azucarero en torno al cual gira la vida de todos los habitantes. Los protagonistas, Aldo y Mónica, no encuentran cómo sobrevivir y tratan de salvar la relación, aunque ambos están en riesgo de perder la fe hasta en sí mismos.
De este modo, Melaza, el filme, se insertaba en la copiosa tradición del cine cubano (Se permuta, Plaff…, Madagascar, Amor vertical, Video de familia, Entre ciclones) que diserta sobre el papel y el lugar de los jóvenes en el marco de la sociedad y la familia. Sin embargo, debe decirse que el guion aspiraba a un tono más calmado y menos extremo porque contenía situaciones de humor negro y toques de melodrama, pero se distanciaba tanto de los rigores del drama social oscuro y pesimista, como de la ligereza de la comedia de costumbres.
Porque el nuevo filme intentaba parecerse al espeso líquido derivado de la caña de azúcar y se proponía un tono que evocara lo dulce, con un pequeño regusto amargo, mientras se refería a la compleja situación económico-social de los viejos bateyes y los caseríos nacidos a la sombra de los centrales azucareros. De modo que el espectador veía deslumbrantes paisajes que enmarcaban la pérdida de valores en torno a situaciones fatales, oscuras y hasta sórdidas.
El filme visibiliza las familias cuyas rutinas sociales y culturales se vieron afectadas profundamente por el desmantelamiento de los colosos fabriles, ahora vetustos e improductivos, mientras que la narración trasluce cierta pérdida de valores, o desidia colectiva, en tanto los personajes tratan de sacudirse de la modorra ocasionada por el cierre del central, convertido hoy en una mole herrumbrosa que todavía reina muda sobre sus vidas, porque Mónica tiene que ir al trabajo todos los días a no hacer nada, y Aldo enseña clases de natación en una piscina vacía.
Lechuga encontró los intérpretes idóneos para encarnar a la pareja protagónica, porque los dos combinan fotogenia, gracia y expresividad. Yuliet Cruz devino la actriz del momento luego de que el público la viera en el protagónico de Melaza, que le añadió oportunos matices a una carrera conformada, hasta ese momento, por contundentes papeles secundarios en La película de Ana (Daniel Díaz Torres, 2012) y Se vende (Jorge Perugorría, 2012) hasta su consagración en Conducta (Ernesto Daranas, 2014) y Esteban (Jonal Cosculluela, 2016).
Melaza también significó el debut en grande, el espaldarazo definitivo para Armando Miguel Gómez, quien continuó una carrera estelar en las posteriores Conducta y Sergio y Serguei (2017), ambas de Ernesto Daranas; La emboscada (Alejandro Gil, 2015); y Buscando a Casal (Jorge Luis Sánchez, 2019). En el acápite de las actuaciones, Lechuga también jugó al seguro incluyendo, en un destacado papel secundario, a la actriz Ana Gloria Buduén, descubierta para el cine cubano por Fernando Pérez en Hello Hemingway (1990) y luego confirmada por el mismo autor en La pared de las palabras (2014).
Melaza consiguió concretarse en pantalla gracias también a que el proyecto ganó el Premio Hubert Bals para desarrollo de guion, y los apoyos que otorga Cinergia en la categoría de producción, en 2009, y posproducción, en 2011. Una vez estrenada internacionalmente en el festival de Róterdam, en la sección Bright Future, Melaza participó en más de 60 festivales, entre ellos, en Lima, Panamá y Miami; pero antes de eso alcanzó la Biznaga de Plata, premio a la mejor película latinoamericana en Málaga.
A la impresionante lista de reconocimientos se sumó el premio Newcomer of the Year en el Mannheim-Heidelberg en Alemania y las nominaciones al premio Cinema Tropical y al trofeo mexicano Ariel. El filme, incluso, desbordó el circuito festivalero y llegó a las salas comerciales en Francia, Suiza, Alemania y Polonia.
En Cuba, el filme se proyectó en la competencia de ópera prima de la edición número 34 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en 2012. El jurado decidió excluirla de todo reconocimiento oficial, aunque la Federación Nacional de Cine Clubes le otorgó su premio El Mégano, que naturalizaba la existencia de la película dentro de una notable tradición de cine cubano independiente y crítico.
Para confirmar la significación de Melaza en el panorama del cine juvenil y renovador de la Isla, la edición correspondiente a 2013 de la Muestra Joven ICAIC le otorgó el Premio Especial del Jurado, además de los galardones a la mejor fotografía y actuación masculina.
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