El Rey de la Nueva Canción Latinoamericana y el Cantor de la Revolución cubana son algunos de los epítetos que han acompañado a Carlos Manuel Puebla Concha, insigne cantautor, que entre el son, el humor criollo y la poesía amalgamó una discografía de más de 50 ejemplares con aplausos salidos de cada rincón del mundo.
Nació en Manzanillo en el año 1917, donde el son se tocaba y se llevaba en la sangre con igual intensidad, y ya en la década de los 30 incursionaba en la emisora CMKM en esta ciudad, pues a todas luces prefería “venir con una guitarra bajo el brazo para morir cantando antes que morir de hambre”.
Después de las incursiones en la radio fue hasta Santiago de Cuba a trabajar en el Club 300. Luego, llegaría a Matanzas donde integró un trío con Eugenio Domínguez y Francisco Baluja, merecedor del segundo premio en la Corte Suprema del Arte.
Por estos años sería la Bodeguita del Medio su guarida artística, desde donde, junto a Los Tradicionales, trovaba canciones de profundo compromiso social y político sin cobrar un centavo, recompensado solo con la alegría que el sitio transpiraba. “Pasaba los ratos catando con la barriga llena y el corazón contento”.
Integraban este grupo de pequeño formato Santiago Martínez, Pedro Sosa y Rafael Lorenzo, quienes empleaban la guitarra, las maracas, el bongó y la marímbula para lograr una sonoridad desbordada de cubanía y folclor, donde se percibían rasgos del son y la guaracha, así como de otros ritmos africanos y españoles, muestra fehaciente del mosaico cultural que somos.
Al triunfo de la revolución ya componía y cantaba letras “insurrectas” en tiempo de son montuno de modo excepcional. Sin embargo, para completar su formación estudió en el Seminario de Música Popular, dirigido por el pianista y musicólogo Odilio Urfé. Su repertorio se confirmaría como una suerte de épica revolucionaria que le cantaba a la consolidación del proceso cubano, a los héroes, a Fidel Castro y contra el imperialismo yanqui.
Temas como Hasta siempre Comandante, La OEA no es cosa de risa, Canto a Camilo, La reforma agraria, Gracias Fidel, Y en eso llegó Fidel lo confirman; sin olvidar otras piezas enmarcadas dentro de la canción romántica, como Quiero hablar contigo, Te vieron con él, y ¿Quién se lo iba a imaginar? que terminaron por demostrar la versatilidad de su genio creativo.
Sencillo, campechano y muy franco declaró en varias ocasiones a la prensa que él no era un cantante, sino un cantor, porque cantante es el que tiene con qué y cantor es el que tiene por qué.
Los valores artísticos de sus textos reflejan no solo cubanía, sino poesía y jovialidad en una armoniosa fusión melódica que no se desligó del folclor africano y español.
Ajeno a las modas y enfrascado en lograr sonoridades perdurables, a los 68 años mantenía una perfecta afinación con un timbre inigualable que lo distinguía y ensalzaba en las más disímiles plazas.
A los 72 años falleció, un 12 de julio de 1989, víctima de una larga enfermedad que lo mantuvo alejado de los escenarios en sus últimos días.
Carlos Puebla cantó los problemas del pueblo, que eran los conflictos del subdesarrollo, y militó en la concepción de que la canción es un soldado que puede legitimar ideas y modos de pensar. Le puso ritmo y música a la historia.
Canción Y en eso llegó Fidel
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