Cuando escuchó aquella tos persistente en el fondo del microbús que los llevaba de viaje por la ruta Habana-Cienfuegos-Trinidad y luego Trinidad-Santa Clara-Varadero-Habana, Mayra Malvar Águila —la turoperadora en aquel itinerario— se volteó y preguntó en el italiano repetido por años:
—¿Qué tiene, gripe?
—No, el domingo hizo mucho aire en La Habana y parece me resfrié.
Fue más o menos lo que respondió o lo que recuerda ahora Mayra a quien le parece volver a ver a aquel señor sentado en el último asiento del Bus con el letrero Transtur donde viajaban. Y le espetó al chofer aquella broma que horas después se convertiría en la mayor seriedad del mundo: “Coronavirus”, murmuró.
A Lázaro Nova Sánchez, el conductor, solo le dio tiempo a mirar por el espejo retrovisor luego de la parada en Cienfuegos y acelerar para llegar a Trinidad en la tarde del 10 de marzo como habían pactado.
Eran cuatro italianos, procedentes de Lombardía, que debían estar en Trinidad, la villa espirituana, no más de 24 horas. Los dejaron entonces en la puerta del hostal You&Me, como siempre, y al recogerlos en la mañana para el recorrido previsto ya la sospecha andaba cerniéndose por todos lados. Lo había advertido la madre de la dueña de la casa de hospedaje que al amanecer comentaría a todos: “Ese señor no ha parado de toser en toda la noche”.
“Cuando voy en la mañana, la señora del hostal me dice que han tosido mucho y los llevé a la Clínica Internacional en la misma guagua. Le hicieron análisis de sangre y una placa de tórax”, comenta Malvar Águila.
Mas, antes de que la ambulancia llegara a recogerlos y a trasladarlos para el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí; antes, incluso, de que ayer los presagios comenzaran a ser certidumbre y en el Noticiero Nacional de Televisión informaran que el Covid-19 en Cuba era una certeza, en la casa trinitaria empezaron a tomar previsiones.
Lo sabían de las noticias repetidas por todos lados: ante la mínima sospecha hay que acudir al médico y protegerse. Lo hizo Dignora de las Nieves Fernández Calzada, empleada doméstica, cuando entró a limpiar la habitación de los huéspedes italianos.
“Al recoger el cuarto nosotros empezamos a rociar cloro con un spray y lo dejamos cerrado. Ayer fue que le volvimos a echar cloro y lo baldeamos con agua caliente, caliente, detergente y cloro —cuenta Fernández Calzada—. Para limpiar nos pusimos espejuelos transparentes, guantes, dos nasobucos, tenis, media y lo recogimos todo en sacos negros; parecíamos disfrazados, pero era para protegernos. Cuando terminamos nos echamos cloro encima, nos lavamos con agua bien caliente y jabón y nos quitamos la ropa que traíamos”.
Y en la noche del 11 de marzo la confirmación y la llamada y el traslado de todos —el chofer de la guagua, la turoperadora, las empleadas domésticas y los moradores de la casa— hasta el Hospital Provincial de Rehabilitación Doctor Faustino Pérez, hoy convertido en centro de aislamiento.
“Nosotros nos mantuvimos aislados en Ma Dolores que es donde nos hospedábamos. Aquí, al hospital, llegamos como a las dos de la madrugada. Nos chequean la temperatura, nos preguntan si sentimos algún malestar. Yo me siento bien, en este momento no tengo ningún tipo de síntoma y creo que ninguno de los que está aquí lo tiene”, confiesa Malvar Águila.
Vía telefónica lo corroboran a Escambray otros: no ha aparecido síntoma alguno, solo el susto que los empezó a rondar desde que el Covid-19 dejó de ser noticia mundial para convertirse en una realidad tan cercana en Cuba.
Mas, con la misma serenidad que debe conducir Lázaro Nova a seguidas tranquiliza: “Hasta ahora todo está bien, no tenemos ningún tipo de síntoma, nos están chequeando cada tres horas más o menos, nos toman la temperatura y la tensión arterial. Yo padezco de la presión, pero eso está bajo control”.
Un cubículo más allá lo comparte Dignora: “Estoy de lo más bien, gracias a Dios, y no he tenido síntoma de ningún tipo. La atención aquí ha sido maravillosa”.
Del otro lado de la línea telefónicamente el doctor Alexis Gutiérrez, quien se hallaba el frente de los casos en la mañana, después de los exámenes de rigor ratificó a este medio de prensa: “Hasta el momento todos siguen asintomáticos”.
Por si hiciese falta existen allí 42 camas disponibles, por si lo necesitasen ya está dispuesto la toma de muestra y su análisis en Villa Clara, por si en algún momento fuese necesario se trasladarían al Hospital Militar de Santa Clara.
Mientras, se ausculta cada uno de los territorios, se redoblan las pesquisas en las áreas de salud, se incrementan las audiencias sanitarias y las capacitaciones, se insiste en acudir tempranamente al médico ante el más mínimo de los síntomas. Mientras, todos andan en vilo para prevenir y minimizar los riesgos de una pandemia que ha empezado a desvelarnos de cerca.
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