Los datos personales, nombres, apellidos, fecha de cumpleaños, nos acompañan desde el día que nacemos y permiten nuestra identificación como seres únicos e irrepetibles.
Con el auge y la expansión de las redes sociales en Internet, traspolamos esa información a nuestros perfiles, aunque algunos usuarios aún muestran recelos para sus datos. En algunos de estos escenarios, en los que conviven e interactúan hoy millones de personas – como Twitter - no solo existen las cuentas personales, algunas representan instituciones, empresas, organizaciones y movimientos sociales, y junto a ellas, están también la de los titulares y directivos, quienes informan sobre el quehacer de la entidad, sus trabajadores y su función social ante la población.
Pero, ¿qué ocurre cuando alguien, de manera inescrupulosa, decide duplicar estos perfiles para potenciar mensajes distanciados de la forma de actuar y pensar de su titular?
En el caso de Cuba, no pudimos constatar la existencia de cuentas duplicadas de nuestros ministros en Twitter, pero sí la de algunos ministerios, en las cuales se toma el nombre de usuario de la entidad tal cual y se le agrega la palabra “exilio”; todas creadas en este año 2020, con muy pocos seguidores y sin presencia de contenidos. Una desventaja resulta ser entonces, la poca presencia de cuentas certificadas, tanto institucionales como la de los propios ministros, debido a las limitaciones de la aplicación y lo engorroso que suele ser el proceso desde Cuba. También se denota escaso interés de la compañía para validarlas.
Por si fuera poco, crece como tendencia en Twitter la creación de cuentas parodias, siempre y cuando en la biografía y el nombre de la cuenta especifiquen que «no existe un vínculo, se pueden incorporar, por ejemplo, palabras tales como " parodia", "falso", "fan" o " comentario", entre otras. El hecho de que no existe un vínculo se debe indicar de manera tal que la audiencia objetivo pueda entenderlo». Pero la gran mayoría no lo especifica, usurpan los perfiles y confunden a los usuarios, en relación con la misión de dichas entidades.
Las fakenews, la manipulación y la creación de cuentas falsas están a la orden del día en las redes sociales. La estrategia para la Isla consiste en “perseguir” cualquier anuncio de campaña, discursos o movilización en las redes por parte del activismo revolucionario, para que aparezcan cuentas creadas a menos de una semana, sin seguidores, ni tweets propios, pero que tienen el claro propósito de contaminar las etiquetas y provocar un balance negativo en los contenidos publicados. O simplemente, twitter se adjudica el derecho de suspender las cuentas de las organizaciones o usuarios más influyentes, aludiendo que incumplen las normas de esta red social y silenciándolos durante el debate.
La creación de estos perfiles robot no es fortuita detrás de esta maniobra están las agencias de los Estados Unidos y la complicidad de la plataforma de redes sociales. Debido a su popularidad y su creciente número de seguidores, la red del microblogging ya no es solo entretenimiento sino que arrastra un trasfondo político capaz de desestabilizar grandes sociedades mediante propagandas que obedecen a intereses y operaciones estratégicas.
El uso de robots para amplificar mensajes, la suplantación de identidad, los contenidos multimedia falsos y alterados, y la violación de los derechos de propiedad intelectual, son motivos de suspensión de las cuentas y Twitter tiene mecanismos para detectar cuando los contenidos son creados automáticamente con sus múltiples herramientas de medición, pero al parecer hace caso omiso y se enfrasca en el bloqueo selectivo de cuentas cubanas, en momentos de alto valor informativo.
Al parecer la doble moral del gobierno estadounidense que denunció nuestro presidente Miguel Diaz- Canel en el 75 aniversario de la ONU, se extiende a Twitter, que le hace el juego al gobierno de Estados Unidos y a su política hostil contra Cuba.
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