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sábado, 2 de noviembre de 2024

Cuba y Chernóbil a 34 años del siniestro

Nuestro sistema de salud fue el único en el mundo que diseñó un programa integral, masivo y gratuito para las víctimas de dicho desastre...

Mario Ernesto Almeida Bacallao en Exclusivo 26/04/2020
1 comentarios
Niños de Chernóbil-Cuba
Niños de Chernobil atendidos en Cuba.

No he entrevistado a nadie; apenas leí unos cuantos trabajos periodísticos sobre el tema, vi una película que de cierta manera me dejó entrecortado (Un traductor) y escuché rumores dispersos, de los que se riegan por “canales no establecidos” para engrandecer alguna hazaña local.

Aunque ocurrió aquí, “local” no sería el calificativo indicado. No cuando durante más de 20 años se ayudó a cerca de 26 mil extranjeros, entre ucranianos, rusos y bielorrusos, víctimas del mortífero accidente nuclear de Chernóbil, del cual se cumplen 34 años este 26 de abril.

No entrevistado a nadie, insisto, por lo que este trabajo no puede ser más que un pequeño catalizador para que usted se acerque a esta historia

Si vamos a los datos fríos, podríamos decir que el 29 de marzo de 1990, un primer vuelo arribaba a Cuba con 139 niños a bordo, la mayoría de ellos con complicaciones oncológicas. Fidel los recibió en el aeropuerto.

Nuestro sistema de salud fue el único en el  mundo que diseñó un programa integral, masivo y gratuito para las víctimas de dicho desastre. Cuba  atendió a más pacientes relacionados con el fenómeno que el resto de las naciones.

De acuerdo con el artículo “Los niños de Chernóbil en Cuba: Una historia no contada” de la periodista Maribel Acosta,  se establecieron cuatro clasificaciones de pacientes en correspondencia con su gravedad: uno que comprendía a los muy enfermos, quienes llegaban directamente a hospitales o centros de investigación. Otro grupo recogió a pacientes con enfermedades psicosomáticas como la soriasis y la alopecia. El tercer gran grupo era de personas sin síntomas complejos y el cuarto, de infantes prácticamente sanos.

La actual situación nos ayuda a comprender que entrar de lleno en un proceso humanitario posee un alto costo adjunto. La distancia con los familiares, las dificultades comunicativas ante las diferencias idiomáticas, las posibles horas extras de trabajo, las discrepancias que pueden brotar entre compañeros y quién sabe cuántas cosas más, se sumaron a la tensión de trabajar  con niños en delicado estado de salud.

Lo vivido en la entonces ciudad de Pioneros José Martí de Tarará, además de salvar y mejorar la calidad de vida de muchos damnificados, incrementó la experiencia profesional del personal de salud cubano en un campo que hasta la fecha resultaba prácticamente desconocido en el país. También se elevó como otra de las tantas banderas de la ayuda internacionalista.

Muchos de los pacientes has desarrollado de manera posterior fuertes lazos con Cuba e incluso han regresado, ya no en busca de asistencia médica sino para reencontrarse con lo mejor de un pasado marcado por el miedo y el peligro.


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Mario Ernesto Almeida Bacallao

Periodista y profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana

Se han publicado 1 comentarios


Andrey
 26/4/20 10:06

Lindo,... Cuba es así, solidaridad 100%...

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