Es ya pasada la primera quincena del mes de octubre y aunque suele sentirse cierta brisa en los atardeceres, la temperatura sigue a niveles veraniegos y el sol continúa sintiéndose ardiente sobre nuestra piel. Quiere decir que debemos seguir protegiéndonos de la radiación solar, aunque en verdad, debemos hacerlo durante todo el año. Pero ojo, porque he dicho “proteger de la radiación solar” y no solo de los rayos ultravioletas.
Lo común es que siempre se hable de los rayos ultravioletas como si fueran los únicos con efecto dañino que componen la radiación solar. En verdad el espectro de dicha radiación es amplio y variado y está compuesto por los rayos gamma, rayos X, rayos ultravioletas A, B y C, los rayos visibles y los rayos infrarrojos A, B y C.
De todos ellos solo alcanzan la superficie terrestre los ultravioletas A, B, C, la luz visible, y los infrarrojos A, B y C. Por su parte, nuestra piel absorbe, a diferentes niveles, no solo los de tipo ultravioleta sino también los rayos infrarrojos de tipo A, causantes de fenómenos como la insolación y los llamados golpes de calor, también tienden a acelerar el proceso de envejecimiento cutáneo.
Los rayos infrarrojos de tipo A poseen la capacidad de provocar efectos en lo más profundo de la piel, es decir, afectan la epidermis, la dermis y la hipodermis, las tres capas que la conforman. Dicha capacidad permite a estos rayos hacer estragos sobre la elasticidad y firmeza del tejido en cuestión.
Esa facultad de penetrar tan profundamente diferencia a los infrarrojos A de los ultravioletas, que no pueden afectar tan adentro. Otra de las diferencias es que los infrarrojos de tipo A son, aproximadamente, el 40 % de toda la radiación solar que recibimos, mientras que del rango de los ultravioletas solo nos llega un 6 %. ¿Se nota la diferencia verdad?
Amiga y amigo, otra peculiaridad de los infrarrojos de tipo A es que tienden a producir un calor seco, lo cual quiere decir que no elevan la temperatura de la superficie de nuestra piel, en otras palabras, ni nos enteramos de que nos están dañando. Pero debajo de ese aparente aspecto inofensivo la radiación infrarroja de tipo A es capaz de calentar las profundidades de la piel hasta más de 40 grados.
Cuando la capa profunda de la piel alcanza tal temperatura entonces comienza a sufrir los efectos de un fenómeno conocido como estrés térmico, que a su vez causa un aumento en la cantidad de radicales libres y también en la intensidad de su acción sobre las células sanas. Todo lo anterior deriva en el tan temido envejecimiento cutáneo prematuro.
Pero la naturaleza es compleja y un efecto suele desencadenar otro que a la vez produce otro y así sucesivamente. La elevada temperatura subcutánea de la que hablamos crea las condiciones perfectas para que, además de los infrarrojos A, los ultravioletas A también puedan llegar a la piel profunda y causen trastornos en la información celular, lo que suele provocar que algunas células se tornen cancerígenas.
Pero basta de hablar sobre los daños que ocasionan los rayos infrarrojos A, mejor centremos nuestra atención en cómo podemos prevenirlos.
Es muy probable que esté pensando que usar un protector solar con un factor de protección elevado ya es suficiente. Pero gran parte de dichos productos cosméticos son efectivos frente a los rayos ultravioletas Ay B, pero de nada sirven frente a la radiación infrarroja de tipo A. Aunque no es menos cierto que algunas productoras de cosméticos están enriqueciendo sus protectores solares con algunos productos activos de efecto antioxidante para impedir que los infrarrojos A dañen la piel. A pesar de eso, al menos yo, no he podido encontrar ningún protector solar en nuestras tiendas que traiga indicado su capacidad de proteger contra los infrarrojos A.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Siempre digo que el conocimiento y la comprensión nos permiten crear un amplio espectro de posibles caminos para dar solución a cada situación que se nos presente en la vida, incluyendo lo relacionado con la belleza. Si tenemos un protector solar de los comúnmente encontrados en la tienda y queremos que funcione también contra los rayos infrarrojos A y su efecto oxidante entonces podemos mezclarlo en nuestra mano con una porción de algún antioxidante como la vitamina C, E y A, o algún producto que las contenga. Así tendremos un protector solar más completo y eficaz.
El espacio del intercambio de la semana espero le haya resultado de utilidad. Antes de despedirnos recuerde que no solo los rayos ultravioletas pueden jugarle una mala pasada a su organismo, ahora sabe que los infrarrojos de tipo A también pueden y de hecho lo hacen.
Tenga en cuenta que dicha radiación está más presente que la de tipo ultravioleta, llegan a lo más profundo de la piel, dañan el ADN celular, afectan la elasticidad y firmeza del tejido, estimulan la producción de radicales libres y crean condiciones para que los ultravioletas causen un daño mayor que el que ya ocasionan.
Ahora me despido, siempre invitándole a que la próxima semana nos volvamos a encontrar para seguir intercambiando sobre temas vinculados a la belleza y el bienestar. Recuerde que sus comentarios son muy importantes para nuestro blog. De igual manera, le reitero que mi correo está a su disposición y le ruego que si me escribe, entonces, tenga paciencia porque la dinámica de mi vida hace que no siempre responda con prontitud, pero de seguro le responderé. Gracias y suerte.
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