sábado, 4 de mayo de 2024

No importa el precio del dolor (+Video)

Leaving Las Vegas esta creada mediante una subsecuencia de hechos que desde un principio nos avizora la finalidad del mismo a través de los objetivos de Ben Sanderson, entablado por un magistral Nicolas Cage...

Daryel Hernández Vázquez
en Exclusivo 29/06/2021
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Leaving Las Vegas-película
Leaving Las Vegas es la expresión profunda y poderosa del dolor en todos sus sentidos. La soledad y la desolación. (Cortesía del Autor).

No estamos hablando de una película hecha para los corazones más débiles ni para los ojos más sensibles, Leaving Las Vegas es un largometraje que encarna el dolor alrededor de todos sus niveles y límites, superpuesto encima de todos los males de esta tierra. Es un último grito de desesperación filmado con espléndida maestría.

Leaving Las Vegas está basada en la novela autobiográfica con el mismo nombre del escritor y guionista John O´Brien, quien poco tiempo antes de ser estrenada en las salas del celuloide se quitó la vida, cumpliendo sus propios parámetros en el escrito. Esto dice mucho de la película, sin tratar de adelantaros nada, ni quitarles expectativas a su entretenimiento al ser testigos de la obra.

El filme circula alrededor de un hombre que poco después de ser abandonado por su mujer e hijo decide que no tiene más sentido vivir, debido a la imposibilidad de dejar su pasado atrás, asumiendo una medida tanto drástica como poética. Esto lo lleva a conseguir su objetivo de la forma más lenta y acuciante posible, ahogándose en todo el alcohol que puede encontrar. Trasmitiéndonos una dicotomía existencial muy pura, en esta misma búsqueda de la muerte suave y la autodestrucción, nos deja en sí, pequeños vestigios de esas ganas de vivir, de esa indecisión libertina. En este espectro es donde se mueve la trama y/o la cámara. Este hombre conoce su soledad, la abraza, la fatiga con las botellas. No obstante, acude a la compañía, no solo por el hecho del sentimentalismo puritano y cabal de los primeros días en luna de miel en pareja, o, por el placer carnal evidente de un roce piel con piel, sino, más bien, por la conversación, por la necesidad de ser escuchado y de escuchar a los Otros. Aquí es donde se nota la naturalidad del personaje. Tal vez la desinhibición por el alcohol acentúa esa prepotencia sobre la timidez que le impide acercarse al resto de la gente (el cine volviéndose atrevido con nosotros). Una de las razones por la que se convierte en un paria social. Razón también para ser despedido en su compañía por mal desempeño (como si ya no le bastara el peso que lleva en sus hombros). Se lo toma con “carácter deportivo” y se va a Las Vegas, el último paraíso después de Atlantic City y poco antes de las playas en la Florida. Aquí es donde la cinta, con pocos minutos recorridos, toma su plenitud y encausa el objetivo añorado, lleno de vicios, males, luces, alcohol, y al fin, la muerte.


Fotograma de la película Leaving Las Vegas (Cortesía del Autor)

Ben Sanderson y su proceso son interpretados por Nicolas Cage (otro de los actores que se ha ganado el corazón de la familia cubana, amén, de sus esporádicas apariciones en escena actualmente). Cage baila dentro de este personaje con absoluta profesionalidad, encarna su piel como solo él sabe, haciéndonos creer su borrachera constante, su violencia inmediata y la imperante timidez humana que posee Sanderson.

Sanderson es Cage y Cage es Sanderson. Aunque en el haber de la película existen segmentos que nos denota empalagosa la actuación o que nos lleva al borde de la pena ajena (cosa que es necesario para crear buenas maneras en público), esto no empaña el “papelón protagónico” de nuestro Nicolas. Arrojó de lleno su método actoral para histriónicamente hacernos comprender el personaje. Cage con su talento, se nos convierte en el dolor, en la desesperanza, la pena, y en otro aspecto, en el amor, la diversión y la imprudencia. Un todo en uno que supo manejar, (ganador de un Oscar merecido, por cierto).

Además, este personaje, repleto de curiosidades importantes que lo completan, más allá de ser un suicida consciente poco común, también, por si cabe duda, tiene un corazón de oro que no le cabe en su billetera, ni en sus otras posesiones de las cuales poco a poco se deshace. Se desvive por su objetivo y por su nueva compañera de Las Vegas, Sera (Elisabeth Shue), quien trata de complacerlo durante el poco tiempo que le queda. En sí, es una complacencia mutua. - ¿A quién no le gusta ver surgir las emociones dentro del caos? -.

Pero bueno, no todo el filme se desarrolla en una sola caracterización. Por otra parte, y en contraposición a la cara del vicio reflejada en el alcoholismo, tenemos la prostitución. Una peculiar forma de expresar el trabajo más antiguo del mundo bajo una intensa sumisión acaecida por el amor. La prostituta, encarnada por Shue, quien se siente cómoda con el oficio que práctica bajo el eslogan de: “Cumplir todas tus fantasías”, tiene un faltante muy necesario en su vida, la imagen masculina. Sin embargo, no hablamos de esa concepción bipartidista de hombre – mujer, va más allá. Va más allá de su relación “business  - love” con su proxeneta (Julian Sands). Hablamos de la inocente forma de ser tratado por un hombre desde el respeto, el cariño y la abnegación, algo que en el mundo en que se desenvuelve ella escasea. Dentro de estas circunstancias y otros traspiés en su carrera, se encuentra con Sanderson. Quien primeramente solicita sus servicios y después quedan juntos por el resto de la película, bueno, de casi toda. Donde este se aprovecha de las buenas intenciones de la prostituta, la compañera idónea para este viaje agrio con sabor a ron y vodka.


Fotograma de la película Leaving Las Vegas (Cortesía del Autor)

En estos dos polos, en estos dos personajes se entabla el arte de la dependencia de esta película. Ella depende de él, mientras que él solo depende de la botella más cercana, empero, disfruta y ama estar con ella. Sin cuestionarse los objetivos de cada cual, solo el placer de encontrarse y tenerse el uno al otro (Más o menos, porque en la dependencia de ella surge la duda si dejarlo ir, dejarlo acabar su vida así de simple).

En esa toxicidad se entabla una perfecta armonía, un equilibrio integro que hace relucir la belleza de la pareja (echando a un lado la locura, la perdición y el pecado), como si ambos estuviesen cansados de estar solos sobre este mundo. Es tan limpio su amor que tiene poco ápice carnal, legando esto para un hermoso cierre antes de la muerte, haciendo el amor dolorosamente ausente al final de la secuencia. Poéticamente hermoso, (y bien logrado).

La película fue escrita y dirigida por Mike Figgis (Asuntos sucios, Adiós a la inocencia sexual, Timecode), un director aficionado al cine experimental. Leaving Las Vegas no sería una historia representada sin estos acomodamientos y encuadres de Figgis, su toque maestro estaría presente durante todo el rodaje. Haciendo alusiones exploratorias a la existencialidad de los personajes en todos sus aspectos. Destacándose una exaltación espiritual dentro de la trama. Una profundidad inmersa en las relaciones humanas en estas condiciones, ofreciéndonos abiertamente la posibilidad de que: hasta los miserables pueden amar, no importa el precio del dolor. Una evaluación exhaustiva de las emociones humanas supeditadas a sus mismas acciones, a su desenvolvimiento al tratar de alcanzar la felicidad. Un concepto habitual en el cine francés, que, bien manejados, nos lega la capacidad de hacernos crecer como personas. Algo similar se nos enseña en el largometraje “Ensemble, c´est tout” (Claude Berri, 2007), no importa la acuciante soledad de la vida, es necesario aferrarse al amor como justa salvación, aunque sea por un segundo.

Otro destello que ensalza esta producción es la música seleccionada para ambientar las escenas. Así tan claro. Las piezas de jazz seleccionadas para adentrarnos en el estado alcohólico del protagonista o los fotogramas acelerados en algún segmento con pequeños vestigios de adrenalina, son impresionantes. Estas piezas coligadas con la fotografía (que en ocasiones lamentablemente deja mucho que decir) son destacables. El jazz es capaz de introducirnos en zonas que nuestro propio cerebro desconoce, esto mezclado con la imagen y las respuestas claras de hacia dónde nos quieren llevar, crea una obra de arte imperante y perdurable. Con las fotos panorámicas de Las Vegas, editadas para resaltar esa jungla de luces y de alguna forma crearnos un mar de vivacidad, absorbe el significado innato de la historia (aparte de un digno homenaje de la ciudad y sus famosos casinos). Una mezcla de concepto, trama e imagen. Una simbiosis elemental. Por gusto no fue catalogada como una de las mejores películas de ese año.

Leaving Las Vegas, puede ser vista como una muestra de enajenación personal. Por una parte, una alienación del personaje protagónico: cegado por su incapacidad de superación, lo que conlleva a su autodestrucción, divertida, venenosa y en sí, mortal. Por parte de ella, una búsqueda para alejarse de su perpetua cosificación. Sí, una enajenación femenina paulatina al no poseer límites que sacien sus necesidades, que copen su vida, ya que ella lo necesita todo, y realiza lo que sea preciso para alcanzar ese todo, ahogado esta vez en él. Y de aquí surge un amor de auto – dependencia donde uno necesita del Otro.


Fotograma de la película Leaving Las Vegas (Cortesía del Autor)

Sé que el final es un poco desesperanzador, un poco no, abrumadoramente desolador. Pensaríamos que después de tanto recorrido agobiante se merecía un final feliz. Pero la misma trama de la película alertaba de su final. Sanderson lo repetía a cada rato, en cada momento en que se alejaba del alcohol y le daban esos retortijones que nos daban ganas de colarnos dentro de la pantalla y evitar que se nos muriera allí mismo. No se puede decir de otra forma esta conclusión, más que un duro golpe de realidad que queda como un recordatorio con sabor a muerte y dolor que “pasa a negro”.

Bueno, dicho está, no es una película hecha para los corazones más débiles ni para los ojos más sensibles.


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Daryel Hernández Vázquez

Licenciado en Ciencias de la Información en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana. Cinéfilo y editor. Aspirante prematuro a director de cine. Novelista, poeta y loco.


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