El dramaturgo y director de cine norteamericano Kenneth Lonergan lleva años haciendo películas sobre personajes que sufren pérdidas. Tanto en su debut como director, con You can count on me (año 2000), como con Margaret, filmada en el 2005 y estrenada por litigios en la postproducción en el 2011, sus protagonistas lidian con dolores muy fuertes. A estas alturas, un espectador que siga su filmografía puede fácilmente pensar que el tema del sufrimiento humano, más que interesarle, le obsesiona.
Manchester frente al mar (2016) es un drama contundente que sigue las pautas temáticas de las dos cintas anteriores de Kenneth Lonergan. Cuenta de la historia de un hombre solitario que debe regresar a su ciudad de origen para ocuparse del hijo de su recién fallecido hermano.
De forma simultánea, la cinta se ocupa de narrar otras dos vertientes de la historia, un tanto más universales: el miedo que todos los seres humanos le tenemos a la muerte —¿está mal que sea absoluta?— y lo que le hace La Muerte a los que quedan vivos.
La estrategia que emplea Manchester frente al mar es muy certera. Los personajes vagan por la película cargando su sensación de culpa, con dolor en cada paso. Les cuesta levantarse cada mañana; la vida les pesa tanto que les resulta una tortura el mero hecho de continuarla.
Hay ciertos elementos que acompañan el argumento de la historia y devienen, de alguna manera, la textura de lo vivo: el mar con sus barcos, las jornadas de trabajo, el silencio. Pero. Las vidas condenadas no pueden apreciar la belleza. No pueden ver con lucidez lo relevante de la existencia. Tanto dolor les ha terminado por sacar la perspectiva.
La situación dramática que vive el personaje que interpreta Casey Affleck le sirve como anillo al dedo a este actor, que es, enfrentémoslo, bastante mediocre. No obstante, en esta cinta se encuentra ante un papel atinado: el poco brillo de su interpretación es camuflajeado con la melancolía incesante y desconsolada de un personaje que vive despojado de toda expectativa.
Aunque pudiera parecerlo a simple vista, un análisis más exhaustivo de Manchester frente al mar determina que no estamos en presencia de una cinta pesimista. Su esplendor reside en cómo resuelve el dolor y vuelve lo que pudiera ser pesimista en esperanza: los pequeños encuentros —y desencuentros—, una breve estancia en un bar, tener dos novias, escoger en qué ataúd enterramos para siempre a nuestro ser querido… devienen nimiedades que se comparten con ese Otro que nos apuntala.
Manchester frente al mar es sinsentido y lucidez. Reflexión y laberinto. Nos dice: la vida desconcierta tanto que no podemos sino lanzar una carcajada. Y hay que hacerlo. Hay que reír… aunque no tenga sentido… aunque en el fondo no tengamos los más mínimos deseos de hacerlo.
leoricardo
7/4/17 10:36
aun no lo he visto, pero me lo recomendaron, diana, SPLIT, el ultimo filme de m. night shyamalan, me parecio muy bueno, no se nada de critica de cine, solo soy un mero espectador, pero seria interesante escuchar tu opinion sobre este triller, saludos.
Aram Joao Mestre León
7/4/17 16:50
Yo también vi a Split y me pareció fenomenal, las personalidades de James McAvoy eran interesantes y algunas bastante divertidas, creo que merece estar nominado a los premios Oscar.
Aram Joao Mestre León
14/3/17 8:50
Manchester by the sea, la vi hace como un mes, no me pareció tan fascinante, ni por las actuaciones ni por la historia, a la cual se le hizo tanta propaganda describiéndola como inmensamente triste, lo es, los hijos del personaje principal murieron en un incendio del cual él fue culpable al no poner el protector en la chimenea. No valía la pena nominar a los premios Oscar a ningún integrante del reparto por esas actuaciones que pecaron de demasiado ¨sutiles¨, tan minimalistas que no causaron ningún efecto en mí, Michelle Williams balbuceando entre el llanto que perdonaba a su ex esposo por su fatídico error no fue para tanto. Lo que más me entretuvo fue el inicio, cuando el personaje de Casey Affleck va a destupir el baño de una clienta.
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