//

viernes, 22 de noviembre de 2024

El desafío

La película de Robert Zemeckis recoge la historia real del francés que caminó por una cuerda entre las Torres Gemelas...

Diany Castaños González
en Exclusivo 18/10/2016
4 comentarios

Por increíble que parezca, hubo una vez un hombre que puso una cuerda entre una punta y otra de las dos —famosas— Torres Gemelas que existieron hasta el 2011 en los Estados Unidos, y caminó sobre ella. Fue de un edificio al otro… unas ocho veces. Para que vean que nada está escrito.

Se llamó —de hecho, se sigue nombrando así— Philippe Petit, y cuando lo entrevistaron dijo que había hecho esta empresa por ninguna razón en especial. Que él era un trapecista y que siempre estaba pensando dónde poner su cuerda.

La película que recoge esta historia —real— del francés que caminó por una cuerda sobre miles de metros de altura se llama El desafío (2015) y está dirigida por Robert Zemeckis. El guión está basado en la novela Alcanzar las nubes, escrita por el propio Petit en el año 2007.

Como en casi toda obra de Robert Zemeckis, en El desafío se explotan muchísimo los efectos especiales. El resultado es técnicamente brillante, pero los personajes resultan demasiado planos y carecen de espesor dramático. Aunque… nada nuevo bajo el sol: esa también es una característica de la obra de este director norteamericano.

Además, la complejidad dramática de los personajes no importa demasiado en este filme. El protagonista, Joseph Gordon-Levitt, tiene mucho carisma y suple cualquier ausencia dramatúrgica. Le aporta tanta espontaneidad y alma a su personaje, y a la cinta entera, que acaso reúne en él el alma entera de la película, esa que Zemeckis suele opacar detrás de tanto efecto especial.

Si no se ha visto el audiovisual de James Marsh del año 2008, Oscar al mejor documental, que obtuvo el Premio Bafta y premio en Sundance, El desafío impresiona más. Pero si se visionó la obra de Marsh, la comparación afecta al filme, no porque sea inferior la obra de Zemeckis sino porque el documental Man on Wire es casi inigualable.

 El desafío, en cambio, es vertiginoso, expedito, cargado de mensajes, metáforas y simbolismos, tan sencillo y resuelto como el francés que lo protagoniza: Todo sueño comienza con su visualización. La primera vez que el francés Petit quiso caminar sobre una soga entre las Torres Gemelas estas aún no estaban construidas. Pero esperó y se preparó para lograr su sueño.

Historia real que se resume en estas dos cuartillas pero que a Petit y a sus amigos les costó seis años de preparación. Preparación física, mental. Vigilancia a la vigilancia de las torres, por supuesto. Lo que hicieron fue ilegal entonces. Y ahora, de existir aún las torres, lo seguiría siendo. (De hecho, cuando en 1974 esta proeza es realizada, a Petit lo cogen preso. Tan solo lo sueltan ante la presión de los medios del momento: la caminata del francés fue noticia en todos los periódicos del mundo).

Hoy, la historia deviene mensaje esperanzador sobre la lucha por perseguir los sueños propios, por muy imposibles que parezcan en su momento. Todo un desafío.


Compartir

Diany Castaños González

A aquella muchacha le gustaba acostarse soñando imposibles, hasta que despertó una mañana segura que, durante la noche, había dormido apoyando su cabeza sobre el ombligo de Adán.

Se han publicado 4 comentarios


Luis Angel
 21/10/16 15:04

Buenas tardes,  Diana, me encantan tus comentarios y los leo todos; pero en este caso mas que elogiarte, voy a rectificarte algo que está mal puesto en el comentario de la pelícuala de las ¨Torres Gemelas¨, las mismas ¨no existieron hasta 2011¨, sino hasta 2001, estoy seguro que es un error de taquigrafía, pero, puede traer confusión. Ah!!! En la única foto que he podido ver de ti se nota que eres preciosa. Sigue con tu trabajo............... muy bueno.

vangelys
 20/10/16 18:32

                  ¨Carrusel¨El  mundo es un carrusel de recuerdos  donde se entrelazan imagenes y cosas,el mundo es como el infierno  por donde vagan los muertos y entre  muertos las personas,el mundo es como el paraiso donde muchos encuentran lo que otros no hallan,y en este inmenso carrusel donde viaja el infierno junto al paraiso,se pierden los amores, se pierden los demonios.....p.d: parabola un ser libre.....D

D
 19/10/16 14:21

DE CUBA, SU GENTE: Ave-niña, ilusión más ingenua

Escrito por  Diana Castaños/Especial para CubaSí

 

 

Se llama Mariela y es autista. No del estilo Dustin Hoffman, que cuenta la cantidad de fósforos que han caído en el suelo de un vistazo y que grita «¡Rain-Man! ¡Rain-Man!».

No. Más bien del estilo de cero diplomacias y de decir lo que piensa cuando y como lo piensa. No sabe mentir. No sabe que no sabe. Y a veces, precisamente por eso, me hace reír.


Hace unos días, además, me sembró un deseo de plenitud. Les voy a contar cómo.


Paseábamos por La Habana. Yo me detuve frente a la obra de hierro que hay en una esquina de la Plaza Vieja. Es una fémina desnuda, pelona, que yace, con cierta impetuosidad, a horcajadas sobre un gallo.


—Me pregunto qué habrá querido decir Fabelo con esta obra —murmuré, parada frente a ella.


Mariela me siguió la vista… descubrió entonces la efigie.


—Una mujer encueros con un tenedor en la mano… encima de un gallo… yo sé qué quiso decir —declaró con desenfado—. Quiere decir que esa es una mujer que tiene hambre y ganas de comer pollo.


—No, chica, en serio —insistí—. Tiene que tener algún significado. Aun cuando no tenga ninguno, eso significa algo… lo que está claro es que es una imagen muy sexualizada.


—Sí… —destacó, muy seria, Mariela— una mujer de tetas grandes con las piernas abiertas y en tacones. ¡Es una puta! Encima, las plumas del gallo le están acariciando el chocho. ¿Eso es arte?


—¿Por qué no sería arte?


—Porque no te hace sentir nada. ¿Tú quieres ver algo que hace sentir?


Aun sabiendo que hablaba con Mariela y no con otra —mea culpa—, asentí.


En un abrir y cerrar de ojos, ya Mariela estaba encaramada encima del gallo de Fabelo. Una vez allí, se quitó el vestido y quedó en blúmer… en plena esquina de la Plaza Vieja.


Tardé par de minutos en reaccionar. No solo porque me sorprendió su acto, sino porque ¡tendrían que verla!: ¡parecía tan libre y tan feliz en su desnudez, a plena luz del día, encima del gallo, tenedor gigante en su mano!… Dudé en cortarle su plenitud.


En lo que pasaba mi duda, decenas de extranjeros y cubanos retrataron con sus móviles el momento. A ella, despojada de fatuas vestimentas, triunfal. A mí, ofreciéndole la mano para que bajara de la obra de Fabelo. Luego a ambas, marchándonos.


—¿Sabes una cosa? —me contó Mariela rato después, cuando ya casi la dejaba en su casa, con sus padres—: Una se siente de lo más bien desnuda allá arriba…


Y ahí mismo me clavó el deseo dentro. Por eso ahora estoy en la Plaza Vieja, esperando a que baje la marea de gente y suba la marea de mi valor. Quiero ver qué se siente. Qué se siente ser mujer, tener un tenedor gigante en la mano y estar coronando a un gallo. ¿Es abundancia? ¿Rescate, emancipación?


Estoy esperando. Sé que será algo sublime... En definitiva, Mariela es del tipo de persona que no sabe mentir.

jorgito
 19/10/16 12:53

Diana, es la primera vez que entro a tu blog, creo que es maravilloso, ya que es una forma de intagrarse mas al cine,

Soy un cinefilo desde niño, me gustaria compartir varias opiniones del cine Cubano.

Gracias.

 

Deja tu comentario

Condición de protección de datos