Recientemente la teoría sobre las motivaciones humanas del psicólogo Abraham Maslow cumplió 70 años. Se trata de una jerarquización de las necesidades de los individuos que tiene como base las fisiológicas, y por vértice otras más elaboradas, como aceptación social, autoestima y autorrealización.
Para este especialista, las personas tenemos –en un orden particular- cinco tipos de necesidades, como se muestra en la imagen que acompaña el texto. En la medida que se satisface un nivel, se activa el deseo de cumplir el siguiente.
Sus ideas han tenido un impacto notable, sobre todo en el ámbito gerencial y de recursos humanos, por la posibilidad de dar forma a las condiciones que crean las aspiraciones de los trabajadores.
Aunque sus detractores señalan el hecho de que no ofreció evidencias empíricas para su teoría, la misma ha traspasado el entorno laboral para insertarse en los escenarios digitales, e intentar explicar la importancia que varias web sociales y de creación de contenido pueden tener para los usuarios.
En una época signada por escenarios digitales y millones de personas conectadas, la pirámide del psicólogo norteamericano ha sido revisitada para otorgarle nuevos significados a los escalones que la conforman.
De tal forma, el equivalente de las necesidades fisiológicas está representado por la creación de una identidad digital propia, a través de buscadores y servicios de correo electrónico como Google o Yahoo, lo que podría equipararse con la existencia, en este caso digital.
La profundización en el conocimiento de la red conduce a la protección de los datos personales y de la estabilidad económica, para lo que las redes profesionales han resultado muy efectivas. Al interior de los mercados en crisis, estas aplicaciones demuestran su utilidad pues simplifican la búsqueda de contactos y ofertas laborales, con lo que su crecimiento económico se ha acelerado considerablemente.
Por otro lado se encuentra la naturaleza social y el deseo de aceptación que muchas personas buscan cumplir a través del uso constante de las redes sociales –en este caso Facebook resulta la más llamativa, con sus 1000 millones de usuarios-, por la posibilidad de mantener contacto con amigos o nuevos vínculos y compartir con ellos experiencias de vida.
Cuando se logra mantener el interés de numerosos seguidores fieles se fortalece la autoestima y surge la necesidad de expresar otras sensaciones, conocimientos, apreciaciones, por lo que regularmente se incrementa la actividad de los internautas en servicios de microblogging (Twitter) o repositorios de videos (YouTube, Vimeo) e imágenes (Flickr, Picasa). La clave: prestigio y éxito.
Por último, y en coincidencia con la necesidad insoslayable de encontrar la autorrealización personal, para muchos usuarios las plataformas colaborativas o de blogs ofrecen la posibilidad de dejar una marca permanente en la red, de ser consultados y recordados en el futuro. No obstante, para cumplimentar este último escaño es imprescindible una cuota no desdeñable de creatividad y talento.
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