A casi dos décadas de la primera publicación digital cubana no puede decirse que este tipo de periodismo siga siendo nuevo, aunque todavía nos falten varios obstáculos por derribar. Durante los últimos años la Web nacional se ha poblado de medios digitales, con correlatos (o no) en otros formatos, blogs personales y perfiles en redes sociales. La participación de los usuarios también ha aumentado, sobre todo en las secciones deportivas y los espacios donde más se cuestiona nuestra realidad.
Sin embargo, si de algo adolece nuestra prensa online es del precario acercamiento a temas interesantes desde el género de géneros, el reportaje multimedia: “una tipología específica de mensaje periodístico, resultado de la práctica del periodismo para y con Internet, que incorpora los rasgos esenciales de la comunicación en red —hipertextualidad, multimedialidad e interactividad— de diferentes maneras y con niveles de desarrollo variables”, tal como lo conceptualiza la profesora Liliam Marrero Santana.
Click tras click, enlace por enlace, podemos desandar cientos de páginas y no encontrar un ejemplo de este tipo, por muchos diplomados de periodismo digital que imparta el Instituto Internacional de Periodismo José Martí o cursos de redacción para la Web. Precisamente porque este es un género que no depende solamente de la disposición o conocimientos del redactor. Es imprescindible la conjugación armónica de un equipo multidisciplinario, que debe contar al menos con un diseñador y un programador, entre otros factores.
En los concursos más recientes auspiciados por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) se han presentado materiales muy completos, con acercamientos profundos y abarcadores de los temas escogidos, pero casi siempre desde el género dossier monográfico. Cada vez resulta más difícil acceder a un material que tenga como base el relato de una historia desde una narrativa hipermedial realizado en Cuba, salvo contadas excepciones -llevados a cabo en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana como ejercicios de clase y de culminación de estudios, estos últimos mucho más complejos.
Quizás muchos actores de la prensa digital local presagiaron un aumento en este tipo de producciones tras la investigación realizada en 2007 por Marrero Santana, actualmente profesora de la mencionada Facultad.
En dicho estudio, la autora dejaba sentadas las bases del reportaje multimedia, sus rasgos y variadas posibilidades expresivas, a la vez que ponía en manos de los potenciales creadores un material bibliográfico muy necesario para acompañar sus incursiones en este campo.
Mas la realidad ha sido distinta, como se ha explicitado anteriormente. No obstante, si tenemos en cuenta el desarrollo de nuestro periodismo y del personal que labora en los medios, así como las múltiples aristas, controvertidas por demás, del entramado social cubano, nos percatamos de que un segmento bastante amplio de la oferta mediática nacional podría estar cubierto por reportajes multimedia de calidad.
La ausencia de este género no afecta solamente al periodismo digital cubano, según afirma la profesora de la Universidad de Valencia Dolors Palau Sampio en su texto “Narrar sin costuras”. La prensa española también ha utilizado los dossieres en detrimento de las dinámicas del reportaje multimedia, capaces de ofrecer “una narración sin fronteras ni costuras, como las que ahora separan los diferentes formatos”.
Los motivos para la escasa producción multimedial se centran en “inconvenientes tecnológicos, derivados del ancho de banda, la escasez de recursos con que, hasta el momento, han contado las ediciones de los medios digitales, la apuesta por la inmediatez y la escasa atención a otras posibilidades, así como la propia selección de temas a los que se presta atención”, apunta Palau Sampio.
Fijémonos cómo en ninguna de las limitantes anteriores se menciona, ni se cuestiona, la capacidad creativa de los profesionales del periodismo (no solo los periodistas), pues esta constituye la mayor fortaleza, la única capaz de aglutinar el equipo en torno a un tema y construir un relato que cautive a un gran número de usuarios. En esa fortaleza descansa la posibilidad de que nuestra prensa apueste por un trabajo más completo en la web, marcado por la utilización del único género que permite una integración total de los recursos hipertextuales, multimediales e interactivos en un solo producto.
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