La doctora mira al papá de arriba abajo, intenta usar un tono de voz dulce, pero en su frase se unen
la sorna, la desconfianza y la molestia: "¿Ay, bebé, y tu mami no pudo venir a la consulta hoy?"
El padre prefiere callar, a fin de cuentas ya ha pasado mucho en la sala de espera: cada vez que el
niño lloró, manos de mujeres que no conocía de nada intentaron cargarlo y consolarlo; abuelas
ajenas criticaron su forma de dar el biberón; y otras madres, con hijos igual de incómodos, le dijeron
con lástima: "Pobre hombre, solo con un bebé".
Luego, en casa, le contará a la mujer los inconvenientes de intentar algo tan natural como ejercer a
plenitud su paternidad, sin la condicionante de una madre a sus espaldas para asegurar que lo "haga
bien".
***
Ganas igual salario pero en las citas esperas que pague él. Proclamas que las mujeres deben acceder
a puestos de dirección, pero te molesta que una te mande, y si se comporta de forma enérgica en
una reunión, cuchicheas que "seguro anoche su marido no le hizo un buen trabajo".
Criticas el cuerpo de otras, su forma de vestir, de relacionarse, la manera en que ejercen la
maternidad, y sus relaciones sexo afectivas.
Le dices cazuelero a tu marido si opina sobre asuntos del hogar; no confías en él para que cuide a los
niños; te desentiendes de cualquier tarea que no consideres " de mujeres" le enseñas a tu hija a
cocinar, lavar y limpiar, pero a tu hijo no...
Los ejemplos son muchos. Nosotras las mujeres también podemos ser machistas; a veces de forma
abierta y otras a pesar de nuestras propias creencias y sistema de valores.
Los estereotipos de género están tan arraigados que no siempre basta con saber que existen para
liberarse de ellos; pero ese es definitivamente un buen primer paso.
Según el Glosario para la igualdad, disponible en línea, el machismo es un término de uso social y
académico que engloba al conjunto de actitudes, normas, comportamientos y prácticas culturales
que refuerzan y preservan la estructura de dominio masculino y hetero normado sobre la sexualidad,
la procreación, el trabajo y los afectos.
Añade, además, que el comportamiento machista ha sido denunciado como una parte sustancial de
la cultura patriarcal que discrimina y oprime no solo a las mujeres, sino a las personas de la
diversidad sexual.
Entendido así, se hace evidente que no solo los hombres son machistas, aunque en ellos sean más
evidentes estas conductas, porque al fin y al cabo son quienes detentan el poder y resultan los más
beneficiados por ese orden de cosas.
Pero el machismo en nosotras es tan o más peligroso, no solo porque a través de él nos dañamos,
sino también porque las mujeres somos las mayores reproductoras de los estereotipos de género al
interior del hogar. Eso sin contar que representamos mayoría, además, en el sistema educativo.
¿Cuánto no podríamos contribuir al cambio si criamos en la equidad? El primer paso es el
autoanálisis para detectar e intentar desterrar comportamientos machistas y micromachistas.
Estar dispuestas al diálogo con nuestras parejas, hijos e hijas es asimismo esencial, porque podríamos
ser incoherentes si apelamos por un lado a una distribución equitativa de las tareas domésticas, y por
el otro mantenemos inamovibles ciertos roles en función del género.
Todo cambio radical en la cotidianidad puede resultar traumático, pero los beneficios a largo plazo
son inobjetables: mejor comunicación en la pareja y con las amigas, mayor empatía con nuestras
pares en lo laboral y social, hijas e hijos más libres y conscientes de su empoderamiento; y, aunque
parezca retórico, un mundo mejor.
Coincido con la periodista y escritora Lauri García Dueñas, quien afirma en su artículo ¿Mujeres
machistas?: "¿Qué es lo primero que debo hacer para ser feminista?, me preguntó la mujer joven y
yo dije, sin pensarlo, ‘amar a las otras mujeres como si fueran tus hermanas’. Desterrar al patriarcado
de nuestras vidas cotidianas, de nuestra psique y de nuestros actos; no es fácil pero nos corresponde
a todos y a cada una. Sin quitar los rostros y los nombres de quienes detentan el poder. Amiga, date
cuenta, ya no le hagamos el trabajo sucio al machismo".
No seamos la mujer que acusa de feminazi a la que pelea por sus derechos, no renunciemos a
decirnos feministas por prejuicios infundados, no digamos que la asesinada o violada se lo buscó. Si
el patriarcado deja de tenernos como secuaces, será menos fuerte y opresivo. Y terminará por caer,
como todo lo ilógico, injusto y obsoleto.
Manuel
31/7/23 15:01
Qué significa : "? No comprendo su uso en el artículo.
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