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viernes, 22 de noviembre de 2024

Criar, vivir, amar

No basta con sentir que amamos profundamente a hijas e hijos, ese amor hay que demostrarlo con intencionalidad y constancia...

Yeilén Delgado Calvo
en Exclusivo 12/08/2023
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Vínculo entre madre e hijos
El amor materno filial sienta las bases para una vida plena. (Tomada del Centro de Psicología de Madrid)

Parece que sale de la nada. De pronto, tu hija te aprieta los cachetes, te espanta un beso y te dice: "Mamiti, te quiero mucho". De pronto, tu hijo recién despertado te abraza muy fuerte y sonríe pegado a ti; "te amo", le susurras, "tamo, mamá", te contesta.

Y esos instantes son de las grandes gratificaciones de la maternidad, porque te sientes ligera y a la vez llena de una sustancia dulce y cálida. Entonces eres invencible, entonces ya no estás cansada. Amas y te aman. Tu amor incondicional es correspondido, nunca será de la dimensión del tuyo, pero existe y eso es esencial para saber que se hace algo bien en el demandante trabajo de criar.

Sin embargo, esas muestras de amor no vienen de la nada. A amar también se aprende, y nuestros hijos lo hacen en primera instancia de sus madres y padres. Y no solo eso, necesitan de esas expresiones de cariño nuestras para crecer sanos emocionalmente, para sentirse seguros y protegidos.

De ahí que sea tan importante una crianza respetuosa y sin maltratos, que no quiere decir permisiva. Claro que si tu hijo ha botado la comida al piso en plena rabieta no vamos acto seguido a llenarlo de mimos, pero reprenderlo no quiere decir pegarle ni ofenderlo, y mucho menos negarle afecto o ignorarlo.

Si lloran y piden abrazo es porque lo necesitan, no porque nos manipulen. Ser firme no implica ser cruel ni distante.

Ninguna maternidad es idílica. Todas hemos tenido momentos de desbordarnos y cruzar líneas que dijimos no cruzar, todas hemos vivido momentos de enojo, tristeza y agotamiento extremo; pero un momento de mal humor no vale contra un trato constante basado en la ternura y el diálogo.

Prefiero que mis hijos me conozcan como un ser humano con un amplio espectro de emociones, que cuando yerra es capaz de reconocerlo y pedir perdón; antes que parecerles una autoridad monolítica e incuestionable. ¿Cómo aprenderían si no que las personas somos vulnerables?

Hay que tener mucho cuidado de ser indiferentes con hijas e hijos, escudados en las exigencias de la economía, en el trabajo profesional y doméstico, en frustraciones, etc., es decir, en el mundo adulto.

No basta con que en nuestro fuero interno sepamos que los amamos, que por ellos damos la vida si fuera necesario; esos sentimientos hay que expresarlos, con besos, abrazos, caricias, palabras y actos.

Sembrando amor se cosecha amor.

Sigo la máxima de no dejar pasar un día junto a mis hijos sin decirle que los amo, sin abrazarlos y besarlos. Lo hago por mi y por ellos. Con amor se cría mejor y se vive mejor.


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Yeilén Delgado Calvo

Periodista, escritora, lectora. Madre de Amalia y Abel, convencida de que la crianza es un camino hermoso y áspero, todo a la vez.


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