viernes, 19 de abril de 2024

Link a la sexualidad

un blog de Mayte María Jiménez

Secretos del himen

La membrana que recubre la entrada de la vagina conocida como himen no tiene una forma igual para todas las féminas...

Mayte María Jiménez
en Exclusivo 02/03/2012
2 comentarios
Secretos del Himen
Históricamente el himen ha constituido un símbolo de virginidad.

Para nuestras abuelas el himen, esa membrana que recubre la entrada de la vagina, era un tesoro muy bien guardado que las muchachas debían preservar hasta el día de su casamiento; sin embargo, en nuestros tiempos, se ha convertido en una especie de “marca” que va contra la popularidad de muchas adolescentes, que sienten que deben perderla pronto para ser aceptadas en un grupo social.

Al igual que en la vida cotidiana, la sexualidad humana es un campo en constante revolución, en el que varían los modos de pensar, actuar, y es una fuente continua de nuevos conocimientos que revela secretos de la intimidad.

El himen es un ejemplo de ello. Esta membrana no solo ha sido concebida de maneras diversas en la vida de las féminas, sino que se ha demostrado que puede variar en su forma, incluso puede no estar.

Históricamente el himen ha constituido un símbolo de virginidad, sin embargo este no siempre se pierde en la primera relación, la muchacha no tiene que sangrar o sentir dolor en todos los casos, y el tejido puede romperse en la práctica de algún ejercicio físico, deporte o de la propia masturbación.

No todas sangran la primera vez, por lo que tanto hombres como mujeres, deben dejar de asociar el himen con la garantía de una fémina sin experiencias sexuales.

FORMAS Y ACTITUDES

Según las investigaciones médicas realizadas, el himen más común tiene forma de una media luna, la cual permite que el fluido menstrual salga de la vagina, y se rompe desde la primera penetración.

Otro de los tipos de himen es el anular, con un orificio central, rodeado por membrana con un ancho más o menos igual; el semilunar con un orificio desplazado hacia la porción superior, de modo que por debajo queda una medialuna de membrana; el labial o labiado, con un orificio alargado en la línea media, de dirección sagital, con membrana a uno y otro lado, a la manera de labios; así como el himen franjeado o de herradura.

Los estudiosos señalan que existen también hímenes anómalos, que comprenden múltiples variedades que escapan al tipo de descripción sencilla de los típicos.

Entre los más frecuentes se encuentran el biperforado, septado o tabicado, con dos perforaciones, que tiene un tabique horizontal o vertical que divide el orificio en dos.

Está el hipertrofiado, que es de gran tamaño; el imperforado, que impide la salida del sangrado vaginal. En este caso las mujeres tienen que ser operadas para que el fluido menstrual salga, pues al no existir ningún orificio, se les acumula en la vagina y da lugar a la llamada criptomenorrea. Este padecimiento es poco común, se presenta durante la pubertad, y en ocasiones puede ir acompañado de dolor.

Además se ha descrito el trifoliado, de tres pliegues; el multifoliado, de varios pliegues; y el coroliforme, parecido a la corola de una flor, que presenta prolongaciones a la manera de pétalos que se disponen unos sobre otros.

Claro que también existen variaciones que pueden ser muy bien acogidas por las féminas. Tal es el caso del himen dilatable, mejor conocido como complaciente, pues presenta un orificio que permite el paso del pene o de dedos, sin romperse, y vuelve a las dimensiones normales una vez que estos se retiran.

La presencia de una mayor cantidad de fibras elásticas en su composición, le aporta una gran flexibilidad. Fisiológicamente esta condición hace que durante las primeras y sucesivas relaciones sexuales, el orificio se dilate lo suficiente como para poder admitir la penetración peneana con facilidad, sin producir lesión himeneal y por lo tanto, conservar así, sus características de integridad hasta la primera vez.

De hecho se han dado casos de mujeres embarazadas que llegan a la sala del parto con el himen intacto, por lo que el médico tiene que rasgarlo para facilitar el nacimiento del bebé.

En tanto, el himen con orificio dilatado tiene también la membrana íntegra, pero en cambio, el orificio mantiene un diámetro anormalmente grande. Esta condición puede ser congénita o adquirida por dilataciones lentas, repetidas y progresivas.

También están las féminas que nunca han tenido himen. Por increíble que parezca, no todas nacen con esta membrana. Mientras que tampoco todas las que la tienen llegan a su primera relación con el himen intacto, pues este puede romperse por diversas causas: como consecuencia de un ejercicio forzado, un golpe, un flujo menstrual excesivo o producto de la masturbación.

COSTUMBRES EN DIVERSAS GEOGRAFÍAS

El himen, ubicado en la entrada de la vagina, es un residuo embriológico de la formación de los genitales externos femeninos y el aparato urinario. Al principio, durante el desarrollo fetal, no hay una apertura vaginal. Esta delgada capa que cubre la vagina solo se abre parcialmente antes del nacimiento.

Una vez fuera del útero, la mayoría de los bebés de sexo femenino no tienen himen, ya que el tejido se divide completamente estando aún en la matriz. En algunas ocasiones esto no sucede y es cuando las niñas tienen un himen no perforado.

A lo largo de todo el mundo las costumbres culturales relacionadas con el himen varían en cuanto a culturas y maneras de practicar la sexualidad. Por ejemplo, en América, en el imperio Inca, para las runas —hombres y mujeres de baja escala social— este tejido no tenía la menor importancia.

Por el contrario, el hecho de perderlo era síntoma de que la mujer era deseada y si llegaba a tener un hijo, confirmaba su fertilidad y se convertía en una mujer cotizada entre los runas varones.

Sin embargo, en la nobleza, en especial entre las consagradas al dios Inti, para las llamadas vírgenes del sol, la conservación de la virginidad era primordial.

Debido al valor que algunos incorrectamente le asignan al himen como símbolo de virginidad, existen sociedades en las que las mujeres que no tienen un himen intacto se someten a himenoplastias, o cirugías reconstructivas del himen, sobre todo cuando se van a casar.

En varias regiones africanas aún se practica la infibulación a las niñas entre los 2 y los 8 años de edad, como manera de preservar el himen.

Esta operación es realizada por una curandera o partera, sin anestesia, y consiste en una ablación (llamada clitoridectomía), seguida por un cierre vaginal permanente.

Solamente se deja una pequeña abertura para la emisión de orina y de sangre menstrual. La vulva se abre con un cuchillo inmediatamente después del matrimonio o antes de un parto.

Otra de las costumbres que más asombra en los últimos tiempos es el uso de un himen artificial, inventado en 1993 por Shiro HISAKI, en el Centro de Investigaciones Humanos en Kyoto, Japón, y que se comercializa alrededor del mundo.

Este producto consiste en una membrana gelatinosa que desprende un líquido rojo formado por albúmina. Se coloca veinte minutos antes de la relación sexual, para fingir una ruptura del himen y garantizar al compañero la virginidad de su amada. Este es uno de los productos más vendidos en China a través de Internet, pero fue prohibido por autoridades del país tras ser considerado peligroso debido a sus componentes.


Compartir

Mayte María Jiménez

Periodista del Diario Juventud Rebelde y editora del Suplemento En Red, dedicado a Ciencia, Salud, Tecnología y Medio Ambiente. Aborda temáticas relacionadas con juventud, sociedad, salud, ciencia, economía y otros tópicos de la actualidad nacional de Cuba. Coautora del libro Periodismo incómodo: la cuadratura del círculo, de la Editora Abril

Se han publicado 2 comentarios


Rogelio
 8/3/13 23:24

Alguien dijo que el himen era una pequeña tela que debia cargar un gran peso. ME gusto tu articulo, gtacias por compartirlo con nosotros

Sex Shop
 19/6/12 13:40

Muy buenooooo!!!!!!!!!!!!

Deja tu comentario

Condición de protección de datos