Aunque intrusos silencios invaden por estos días los campos de Valdebebas simulando la resaca propia de un fin de temporada, desde el confinamiento Zinedine Zidane no deja pasar ni un segundo y trabaja para afrontar de la mejor manera posible el tramo conclusivo de una campaña todavía sin fecha para su reinicio.
Entre las tareas pendientes el DT del Real Madrid cuenta la de hallar la fórmula para vencer al Manchester City y mantenerse con vida en la UEFA Champions League, así como la de conservar la estabilidad en una liga disputada de poder a poder con el F.C Barcelona.
Sin embargo, quizás un dolor de cabeza anticipado para el francés resulte la construcción de la plantilla de cara el venidero ciclo competitivo. Pues para el período 2020-2021 la zona noble merengue deberá purgar con inteligencia una lista saturada de figuras extraordinarias. Hasta la fecha, el Madrid tiene en vigor contrato con 37 futbolistas—26 en el equipo y 11 en préstamo—por lo que le sobran 12 para cumplir los 25 cupos permitidos para las competiciones.
Exponentes jóvenes de la talla de Tekefusa Kubo, Óscar Rodríguez o Reiner entienden su incorporación a la primera disciplina a mediano y largo plazo. Tampoco se descarta el retorno de Martín Odegaard y Achraf Hakimi. Otros cromos de la talla de Borja Mayoral, Dani Ceballos o Jesús Vallejo se saben con pie y medio en otra institución; a los que se les pudieran sumar jugadores con un futuro contractual incierto, entre ellos, Luka Modric´ y Lucas Vázquez.
Aun así, y pese al discurso conciliatorio de Zidane, en la salida de dos piezas en específico parece edificarse la configuración definitiva de la nómina y su compensación salarial: Gareth Bale y James Rodríguez.
De acuerdo con el diario español Marca, Bale ha disputado 1159 minutos en 18 partidos, mientras el colombiano apenas acumula 651 minutos en ocho encuentros. Sin dejarnos llevar por las estadísticas, para nadie debe resultar un secreto la poca fe profesada por “ZZ” a ambos cracks, aun cuando resultaron determinantes en los compases iniciales del campeonato doméstico.
Lejos se antoja ahora el fichaje del centrocampista sudamericano tras haber enamorado a Europa en la Copa del Mundo de Brasil 2014. Llegó con cartel de galáctico para habitar los últimos tres cuartos de cancha o cuanto menos emplearse en calidad de recambio de puntería, pero la mala fortuna, el rendimiento sobresaliente e inesperado de otros o, sencillamente, cuestiones relacionadas con las subjetividades del gusto terminaron por pasarle factura.
Una historia bien distinta exhibe Gareth, un traspaso que en su momento destrozó el mercado. Si bien el galés, gol mediante, se ha hecho notar en cuanta final disputó, las lesiones, la apatía con el balón y la falta de carácter para asumir los galones dejados por Cristiano Ronaldo lo han condenado al ostracismo.
Destinados a militar en la Premier League, certamen con mayores facilidades para pagar sus fichas, todo indica que compartirán el mismo destino ante la posibilidad manifiesta de pertenecer al reanimado Everton de Carlo Ancelotti, un técnico que antes supo sacar lo mejor de cada uno.
Cualquier otro club haría malabares para garantizar la permanencia de fenómenos con argumentos de sobra para ubicarse en la élite del balompié mundial donde, de hecho, pertenecen. Pero, en este Madrid, apenas valen para acolchonar inversiones. Nadie dijo que el fútbol fuera justo.
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