Ni siquiera Ronald Koeman pudo haber imaginado un mejor inicio de temporada. Las buenas sensaciones dejadas por el F.C Barcelona en los primeros compases de La Liga frente a rivales siempre incómodos, han venido de maravilla para darle un poco de calma al entorno culé luego de vivir un verano de espanto. Aun cuando en la zona noble del club se agotan los recursos para sacar de la presidencia a Josep María Bartomeu, incluso antes de que termine su mandato el próximo marzo, a nivel deportivo el rumbo parece fraguarse con relativa tranquilidad.
Mucho ha tenido que ver en esto el nuevo entrenador. Koeman, conocedor del descrédito y vulnerabilidad del Barça tras el repaso del Bayern de Múnich en Lisboa, entendió la urgencia de reinventar una propuesta amorfa y viciada por lo clichés de posesión de Quique Setién. De a poco y en complicidad con Bartomeu limpió la plantilla de aquellos elementos considerados estériles para el nuevo plan. Marcó las reglas dentro del vestuario y reconoció su apuesta por la meritocracia.
Entre los descartes del proyecto Koeman sobresale el del ariete uruguayo Luis Suárez, tercer máximo goleador histórico culé. Con su venta al Atlético de Madrid, el Barça se queda sin un delantero centro natural (MARCA).
A partir de ahí, el proyecto echó a andar. Apenas se han necesitado las primeras fechas del calendario para atestiguar el brutal cambio de imagen. Uno basado más en la transformación de dinámicas y en la “subversión” de métodos relacionados con la movilidad y asociación que en la petulancia del talonario.
Basta con echarle una mirada al dibujo táctico para intuir los nuevos roles y funcionalidades. Si bien con el 1-4-2-3-1 se pretende mantener el dominio del esférico y la intencionalidad de marcar los ritmos del encuentro, ahora se insiste en la salida de balón limpia, sin adornos ni distracciones, y en la presión hombre a hombre.
Con la estabilidad que a priori brinda la presencia de dos volantes en el centro del campo— presumiblemente De Jong y Pjanic— para la recuperación y construcción de la ofensiva, el fútbol creativo recae en los últimos tres cuartos de cancha donde se posicionan auténticos jugones.
Coutinho, de media punta, lidera la orquesta y participa en todo. Mientras llega un centrodelantero, Lionel Messi vuelve al rol de falso nueve, menos participativo y más determinantequizás por orden expresa delmíster holandés. AnsuFati, desentendido de supuestas experticias, se antoja la mejor noticia de la incipiente era Koeman con un descaro, desparpajo y olfato goleador de otra galaxia. La intención de proponer un balompié incisivo, intenso y dinámico— lo contrario a lo exhibido en el curso anterior—comienza a encajar dentro de un equipo calificado de mediocre hace un mes y medio atrás.
AnsuFati, al que con 17 años ya se le considera el heredero de Lionel Messi, desde su debut con el Barça ha destacado por su extraordinaria efectividad goleadora (FC. BARCELONA).
Sin embargo, con solo cuatro jornadas ligueras disputadas (tres en el caso del Barcelona) y la Champions a punto de empezar, sería saludable, sobre todo, controlar el entusiasmo. Por más que el seleccionado blaugrana muestre formidables síntomas de recuperación, tiene un largo camino por recorrer.
Desde el punto de vista táctico, queda por advertir la capacidad resolutiva de loscatalanes cuando se enfrenten a oncenas que propongan, circulen la redonda con criterio y entorpezcan la construcción del juego. El duelo contra el Sevilla ya quebró espejismos y mostró deficiencias posicionales y de marcaje importantes.
Enganchar de manera definitiva a Antoine Griezmann se mantiene entre las asignaturas pendientes. El francés continúa formidable en cuestiones defensivas, con un recorrido por banda enorme y con movimientos diagonales imprescindibles para el desmarque de Sergi Roberto y Leo, pero persiste su poco feeling con el cuero. Cuesta conectar con él y eso le resta variantes al ataque.
En el pasado, ni Ernesto Valverde ni Quique Setién lograron la mejor versión del francés Antoine Girezmann, quien llegó la campaña anterior procedente del Atlético de Madrid con el objetivo de aportar desequilibrio y gol (AFP).
A todo ello, habrá que sumarle las incógnitas que genera el Barça a la hora de administrar y utilizar las opciones del banquillo. Aunque sobre el papel Trincao, Riki Puig, Dembélé, Pedri o Araujo cuentan con la categoría para complementar al cuadro titular, la forma de gestionar los minutos y las inoportunas lesiones pudieran influenciar en el resultado de la campaña.
Por último y para nada menos importante, resulta el desastre emocional y futbolístico que significaría la desvinculación de Messi con la entidad azulgrana si en definitiva se niega a renovar. El astro argentino ya intentó la escapada a finales de agosto alegando descontento y falta de confianza en la directiva, pero reculó por cuestiones contractuales. Situación que cambia en enero al poder negociar su fichaje como agente libre para el venidero ciclo competitivo.
La revancha que empieza a cocinarse llama la atención e incita al optimismo después de atestiguar uno de las versiones azulgranas más lamentables de las últimas dos décadas. No obstante, falta bastante todavía para sacar conclusiones y repartir títulos. Tranquilidad.
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