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viernes, 22 de noviembre de 2024

La manzana de Adán

un blog de Adán Iglesias Toledo

Sin GAS

Al anunciar que nos habíamos quedado en casa sin el preciado combustible, es decir el gas licuado, enseguida comenzó el bonche y el chistecito por la connotación de la frase...

Adán Iglesias Toledo
en Exclusivo 01/03/2015
1 comentarios

Al anunciar que nos habíamos quedado en casa sin el preciado combustible, es decir el gas licuado, enseguida comenzó el bonche y el chistecito por la connotación de la frase.

Más allá de la broma, alrededor del servicio de este producto en recipientes pequeños, las llamadas “calabacitas” ha surgido una cultura interesante.

Los que tienen “gas de la calle”, es decir, el que llega por los conductos soterrados hasta las cocinas ni imaginan lo interesante que puede ser una conversación en la fila o cola para recibir una calabaza llena de gas. Es como en las barberías, con la diferencia que esta es a cielo abierto y puede demorar mucho más que en los salones de corte de cabello.

La colección de carritos que nos hemos inventado para evitar cargar a la calabacita o balita, como también se le llama, es como para documentar.

He visto cochecitos de niños, donde el niño va de brazo de su mami y en el coche la balita, sillones de ruedas, camillas, carretillas de construcción, patinetas y hasta la variedad más creativa de artefactos posibles.

En la cola del gas se habla de todo, menos de gas, a no ser que la cola sea la que hacen algunos jubilados para esperar que entre el carro que reparte el gas. Esta es una optimista manera de aprovechar el tiempo en colectivo y no en pocas ocasiones se comparte un buchito de chispa de tren en la agobiante y para algunos entretenida espera.

La gran verdad es que al menos en La Habana, ya esa demora apenas se aprecia y la cola es corta, lo que ha disminuido gradualmente el diálogo colectivo y por ende la variedad de temas de conversación.

Sin embargo en uno de esos intercambios entre clientes pude conocer del caso de Gilberman, el rapero especulador de Guanabacoa y hasta de una corta entrega de papas liberadas que se haría en el mercado del barrio.

Como deben conocer mis lectores ya se despacha gas liberado, si el ciclo correspondiente a su núcleo (que se ha ido alargando) no le alcanza la balita usted puede comprar una liberada.

He tenido que acudir a ese servicio al menos en 3 ocasiones en lo que va del año y la verdad que la eficiencia de los despechadotes me ha sorprendido: Le entrego los 110 pesos y al instante, sin comprobante, ni anotarme en ninguna lista, me entregan una balita reluciente.


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Adán Iglesias Toledo

Amo contar mi realidad en imágenes. Soy caricaturista y director del Dedeté, suplemento de humor de Juventud Rebelde.

Se han publicado 1 comentarios


Yusv37
 2/3/15 14:23

Es una lástima que poco a poco se acabe este entretenimiento de la mayorías de las personas que asisten a la compra de gas que generalmente son jubilados pero que falta hace que liberen la venta de gas para todo los municipios

Cool

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