Cada Feria Internacional del Libro de la Habana transforma a esta capital en una locura al tratar de llegar tantas personas a la fortaleza de San Carlos de La Cabaña, sede de la fiesta de la lectura.
Se editan e imprimen a la carrera serias cantidades de ejemplares y las ventas son considerables, como nunca lo hacen las editoriales en el año, pero siempre queda la duda: Se lee realmente lo necesario?
Fácilmente se le podría echar la culpa a las nuevas e incipientes tecnologías donde ahorita no será necesario pensar mucho para obtener alguna información, pero mucho antes de la llegada de tantos aparaticos a Cuba, ya se notaba el desinterés y la poca motivación para provocar que todo tipo de generación encuentre placer en leer.
La cola o fila de jubilados para comprar el periódico en los estanquillos cada amanecer es un buen testimonio de esto. Y aunque el periódico impreso tienda a desaparecer, la lectura del contenido, que es lo más importante, habrá que acercarla a su destinatario de otras maneras más inmediatas.
Desde que mi hija tiene teléfono celular con varias funciones le cuesta abrir los libros. Los de la escuela porque no queda más remedio, pero sentir el olor a tinta cerca de su cara va dejando de ser una prioridad.
Qué pasará entonces con tan buena literatura?
Qué pasará con tan buenos autores?
Habrá que versionarlos en seriales para hacerlos llegar a los más jóvenes?
Desparecerán los lectores de tabaquería, porque también en estos locales los torcedores trabajarán con audífonos?
El peligro es real…
Hasta las cartománticas pueden desparecer! Llegará el momento que estas al escanearte la mano, te predigan el futuro en un documento Word que harán llegar a tu correo electrónico. Entonces un programa informático te leerá el contenido, para contribuir a la vagancia intelectual.
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