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viernes, 22 de noviembre de 2024

La manzana de Adán

un blog de Adán Iglesias Toledo

Declaraciones de amor y maltrato a la propiedad social

En pleno siglo XXI existen seres apasionados que expresan sus sentimientos no en cartas y telegramas, sino en paredes...

Adán Iglesias Toledo
en Exclusivo 23/05/2015
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La humanidad ha estado llena de pasiones amorosas que han transcurrido épocas.

El arte y la literatura han servido para que hasta nosotros lleguen algunos testimonios de estás epístolas:

"Mi corazón y mi persona se rinden ante ti suplicándote que sigas favoreciéndome con tu amor", escribió Enrique VIII a Ana Bolena en 1528, ocho años antes de que ordenara encerrar a su esposa en la Torre de Londres y decapitarla.

El temido Napoleón no se quedó atrás, en 1796 le escribía a su esposa: “Mi dulce Josefina, ámame, que estés bien y pienses muy a menudo en mí”.

Algo parecido sugiere la misiva que un domingo de 1868 escribió el poderoso zar Alejandro II de Rusia a Katia, su amante y futura esposa. "Hola mi ángel, te quiero más que a la vida y tu adorable carta de anoche, que vengo de recibir y de leer con pasión y con felicidad, me volvió loco".

La carta que  Juliette Drovet dirigió a Victor Hugo es directa y simple, en ella puede leerse: "Te quiero, ante todo y después de todo, te quiero, te quiero, te quiero". En cambio, el autor de Los miserables escribió un texto más elaborado para otra amante, Léonie d´Aunet, el 9 de julio de 1843.  "¡Oh! ¡Piensa en mí! ¡Quiéreme! Sueña con el último minuto cuando nos vimos y el primer minuto cuando volveremos a vernos”.

Oscar Wilde le escribió a lord Alfred Dpuglas: “Niño mío, es una maravilla que esos labios de pétalo de rosa rojos tuyos sirvan igual para la música del canto que para la locura del besar”.

Las cartas que Antoine de Saint-Exupéry dirigió a su último gran amor son desgarradoras. La mujer, una joven de 23 años, casada y embarazada, cuyo nombre fue mantenido en reserva, nunca correspondió la pasión de Saint-Exupéry, quien desesperado por los desaires le envió un sombrío último texto en mayo de 1944.

"No hay más Principito, hoy día ni jamás. El Principito está muerto o se volvió totalmente escéptico. Un Principito escéptico no es más un Principito. Estoy resentido con usted por estropearlo", escribió.  "No habrá más cartas, teléfono ni señal. No fui prudente ni pensé que arriesgara pena, pero me lastimé en el rosal cogiendo una rosa. El rosal preguntará: ¿Qué importancia tenía para usted? Ninguna, rosal, ninguna. Nada importa en la vida. No más vida. Adiós rosal", agrega.

Dos meses después de escribir esto, Saint-Exupéry desapareció misteriosamente para siempre cuando pilotaba un avión sobre Francia, en una misión de reconocimiento durante la Segunda Guerra Mundial.

Franz Kafka le escribe a su amor, Milena: "Las cartas de amor son una relación con fantasmas: los besos escritos no llegan a destino, son bebidos por los fantasmas por el camino".

Son muchos los ejemplos de pasión amorosa que han trascendido al tiempo…Lo que no acabo de entender es que en pleno siglo XXI existan otros seres apasionados que expresen sus sentimientos desgarradores no en cartas y telegramas, sino en paredes.

Revise su entorno y comenzará a descubrir en algunas superficies hasta patrimoniales grafitis donde el mal gusto es “más fuerte que el amor”:

-¡Lorena no me dejes!

-¡Yumisisleydis perdóname!

-¡Anaelda soy siempre tuyo!

-¡Yusnavy no puedo vivir sin ti!

Revise, camine la Habana y descubrirá estas desgarradoras declaraciones que bien se diferencian del buen gusto y hasta de los más arraigados sentimientos de amor.

A estas increíbles declaraciones algunos le llaman: “Ataque de tarros” y se salvan los autores de la escasez de inspectores, pues buen remedio para su mal de amores fuera ponerlos a borrar lo que mal han escrito.

Con la cantidad de Casas de Cultura y talleres literarios que hay en todo el país llama mi atención que estos dolidos y dolidas expresen su amor maltratando al entorno y la propiedad social.


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Adán Iglesias Toledo

Amo contar mi realidad en imágenes. Soy caricaturista y director del Dedeté, suplemento de humor de Juventud Rebelde.


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