Llevo días con la canción pegada al alma, queriendo escribir de ella, viviéndola como una dejá vu, pensando en todas las nostalgias sin regresos, en las despedidas que no llegan a serlo, en el desapego emocional, tan necesario, y en la liviandad de la existencia humana.
Mientras la tarareo, no hay rencores ni desasosiegos. Llega y se posa como el polvo en las grandes limpiezas de inicios de año, y yo no le hago caso hasta que el corazón se desborda ante un nombre, una fotografía, las páginas de un libro, una imagen fugaz que te sorprende cuando solo buscabas distraer tus pupilas de la inmensa tarea por cumplir.
Te vi pasar ajena a la embriaguez / de aquellas tempestades minuciosas: / Yo me asomaba al vino de tu rosa / y tú me saludabas sin llover.
¿Cuántas veces creíste que esta sería la última? ¿Cuántos cuadros idealizaste en la infinita galería de tus esperanzas? ¿Cuántas canciones amplificaron tu dolor o desataron tu empatía, y casi corres en busca de la mano creadora para preguntarle en qué momento se cruzaron historias, porque la suya es un espejo de tus propios sinsabores?
Te vi pasar, sin otro amanecer. / No entiendes los helechos que hay en mí / Ya sé que no hay remedio a este vagar: / No puedo estar contigo, ni sin ti.
Ante las paredes que se desnudan de mis libros (destinados a amarillar en un lugar más público), mi corazón vuelve a esa época en que el papel era la meta de mis lágrimas y escribir cartas o poemas el mayor desahogo.
Así de lejos van quedando los días en que pensarte era el mejor de los agravios y culparte el más tonto, pero eficaz consuelo, porque aceptar que no estábamos listos para amarnos sin heridas es una epifanía que se toma su tiempo.
Me tengo que escapar pero no sé / hacia donde llevar lo que no fui. / Lanzo huellas de mar a la pared / buscando la textura que sentí.
Dos personas me preguntaron hace poco si alguna de mis historias tuvo cierre. Si logré decir un adiós convincente a quien no pude retener en la tormenta. Si las palabras dieron forma al dolor y fluyeron como el veneno de la mordida cuando se aprieta bien el músculo agraviado.
Pensé citarles una confesión del Diablo ilustrado, una de mis favoritas, en la que habla del milagro de la creación para convertir las espinas en bálsamos, y de la capacidad del arte para trasmutar el sufrimiento en belleza. Si crear no fuera un cierre, entonces el mundo estaría lleno de amores y rencores inconclusos.
No te puedo raptar, pero tal vez / desde un pincel encuentre una ventana / donde un trinar me absuelva la mañana / y tu pierdas por fin la inmediatez.
Después de amar con la locura propia de quien ya perdió tantas veces el rumbo, después de refugiarse en el estrecho margen de un quizás… el alma aprende a sosegarse y recibir cada soplo de alegría con la estoica dulzura de los árboles, que permiten al viento despeinarle las ramas, pero no dejan fueras las raíces porque pueden dañarse hasta con la inocente brisa.
Te vi pasar como algo que no fue / como si no dejaras nada atrás / Pero nadie está libre de su ayer: / somos lo que hemos sido en los demás.
¡Y aquí está! Entre miles de libros y cuadernos, cae ante mi vista la página que necesitaba leer y revivo el momento en que el sencillo trovador que alentaba desde el misterio el verbo de aquel Diablo, garabateó su mensaje y su firma en mi ejemplar de sus Confesiones: “Porque esta canción sea el sortilegio de tu amor…”.
Más allá de la conmovedora historia de su amigo pintor, de la ternura musical que me persigue hace días, busco en los párrafos finales de la anécdota la clave de esos ciclos en que el amor me atrapa y “todo gira hacia mí como versos que del enigma oscuro pasan a ser la explicación de la vida”.
Te vi pasar y no vas a volver, / pero el tiempo me sabe a cada cual / Por eso ahora te acabo de inventar / dejando tu poema en otra piel.
Yaidel
5/2/21 16:58
Un tema complicado, polémico... Lo que veo es alguien afrontando el dolor, y de paso creando algo hermoso. Si al final es inevitable que las cosas no salgan siempre como uno quiere, al menos podemos encausar ese sentimiento.
puntualita91
6/2/21 23:09
!Exacto! eso mismo vi yo y me sentí identificada. Desde q leí el jueves tengo la cancioncita pegada. y de verdad que somos lo que hemos sido en lso demás, porque si no fuera por mi suegra anterior muchas cosas de las que sé hoy como mujer no las supiera tal vez.
MaryD
4/2/21 14:41
No estoy de acuerdo con esa concepción de q el amor es sufrimiento, para mi es amor es gozo, felicidad y paz. Y vivo el ahora y aquí, lo pasado ya pasó y aprendí la lección, prefiero mirar pa'lante aunque parezca incierto. Del pasado recuerdo los buenos momentos vividos.
Julio Enrique (Kike)
4/2/21 14:12
Imagínate, en mi oficina, nostálgico después de tantos días al lado de la familia a tiempo completo, leyéndote y escuchando un tema musical en la voz de Beatriz Márquez (La Musicalísima de Cuba)...estoy completo!!!
Hubo un momento en la vida en que los primeros destellos de madurez quizás, me hicieron ver en cada final de una historia de amor, sólo la oportunidad de recomenzar, con la fortaleza de revolcar en el alma la rosa, pero también las espinas, porque de eso se trata la exitencia. Suena cursi, pero si te aferras a llevar lágrimas en los ojos no tendrás la visión clara para admirar lo que tienes por delante.
Me desgarré igual que todos en sufrimientos, pero siempre digo que me valieron para hoy tener un amor que, sin ser perfecto, es mi mayor fortuna. Y pensándolo bien, quizás por ver pasar la vida sin desesperarme, me llegó esta felicidad de hoy.
chairman
4/2/21 10:05
A pesar de que reconozco el derecho de cada cual, incluida la autora de esta entrada, a sentir satifacción, complacencia y hasta placer por lo que le parezca, también reconozco el de tener una opinión propia para cada asunto que nos parezca también, así que aquí va: Yo, en lo personal no bendigo el sufrimiento en lo absoluto y bajo ninguna circunstancia. Si yo bendijera (espero que esté correcto el termino) el sufrimiento porque se transmuta en arte sería algo así como masoquismo artístico y ... ¡No, gracias! De hecho, siempre me ha parecido ridícula la canción de Arjona en que le pide a la mujer que le diga que no para estimularlo. De hecho, la primera vez que le pedí matrimonio a mi actual esposa me dijo que "No" toda ilusionada alegando que lo hacía como la cancioncita esa y lo que se buscó de mí fue tremendo berrinche.
alfil
4/2/21 21:21
Pues me adscribo a ese mismo derecho de opinar y le digo con todo respeto que tal vez no entendió lo que quiso decir la crónica, más allá de la entrada. a mí si me llegó mucho porque es cierto que cada vez que la vida me puso a sufrir, y no sólo por amor, alivié mis penas creando algo hermoso, en mi caso en el jardín o en la repostería, y cuando la gente me decía algo agradable y se admiraba del resultado, me preguntaba porque antes no lo había hecho así tan sentido, y yo decía que por eso mismo, porque estaba viviendo y no sintiendo. Le leí a una amiga pintora la crónica y le puse la canción y me dijo que cada una de sus obras tenía también un poco de ese ángel que trae alivio.
chairman
5/2/21 9:44
Sigo diciendo que utilizar el sufrimiento para crear y luego maravillarme de lo que he creado (o lo que han creado otros) es una forma de darle crédito al sufrmiento y hasta de disfrutarlo, pero para gustos los colores.
Yari
4/2/21 9:48
Esos amores son los más adictivos, aunque sepas que no perteneces ahí, es como si nunca hubiera un final, al menos dicho con palabras.
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