“No con cualquiera, la piel se me quema, por dentro y por fueraaaaa”, canta un señor que recorre mi calle con parsimonioso ritmo, y de la casa de los borrachines alguien le grita: “¡Toma viagra, compadre!”.
La risa de los convidados al festín etílico no inmuta al inspirado cantante, quien sostiene su musical declaración de selectividad: “No por cualquiera / consigo llegar a mi alcoba / de amor encendidoooo…”
“Con lo remalo que están todos”, murmura otra transeúnte mientras se abanica a la sombra de mi escalera y escucha el reguetón de pésima letra que emana del cel de los aludidos.
“Si el sexo fuera como lo describen esos puercos, los que iban a necesitar pastillas eran ellos”, dice molesta, y sin disimulo levanta un poco su florida blusa para dejar pasar algo de fresco a las aprisionadas sudorosas.
Un instante después retoma el paso tras el esquelético personaje, quien repite, por enésima vez, el estribillo del delicioso bolero: “Tiene que ser, alguien como tuuu…”
La escena me divierte, pero debo volver a zambullirme en los archivos de Senti2 porque Dayanny, el alma del proyecto Rosatur, me agita con la lista de productos a gestionar para el taller sobre afrodisiacos.
- Consulte además: Sentir en colores
Lo haremos el sábado 22 en la sede de la mágica Beliña, una de las emprendedoras consagradas a resucitar la gloria de Santa María del Rosario, bucólica localidad del Cotorro.
Al cabo de unos minutos encuentro el resumen preparado años atrás para un taller parecido. Tengo cubierto el asunto de la música, los tonos de luces, las cremas y perfumes para piel, los inciensos, la ropa interior llamativa, los licores, el talquito para bebé (uno de los más poderosos disparadores de ganas, y eso tiene su por qué).
Llego a la parte de los comestibles, que trae a Daya medio alarmada por las trabas burocráticas para resolverlos (la simple idea de esa gestión ya es anafrodisiaca, pero no puede evitarse, dice ella).
En el catauro hay frutas (¡garantizadas! ¿ya les dije que aquello es un Paradiso?) y frutos secos (veamos qué aparece), pero los mariscos quedan fuera del plan (soy vegetariana y ecologista, recuerden).
Para compensar, haré un flan de calabaza (el uno en la lista internacional de productos erógenos, y también tiene su explicación). Seguro allá ponen otros dulces de esos que te lubrican la boca (y demás mucosas) en un santiamén.
Los brebajes de hierbas están a la mano y con las especias podremos apañarnos, porque hasta paprika y curry de seis islas del mundo tengo para mostrar (gracias a mi cuñi canadiense), además de cúrcuma, jengibre y las más comunes sazones criollas, como ajo y cebolla (no crudos, por favor, ¡buaj, qué peste!), la pimienta, la canela y el infaltable comino, con su potencia y sus poderes para bilonguear.
- Consulte además: Hojas buenas y malas
Gracias a la tradicional obsesión de la auspiciadora por que todo salga perfecto (otro anafrodisiaco, ya le dije), creo que estamos listos para pasar una linda y divertida jornada, y aprenderremos de verdad cuáles sustancias y rutinas son buenas para cada persona en estos menesteres, pues no todas las velas sirven para echar a bogar nuestro barco en las aguas tropelosas del placer sexual.
Así es: no por cualquiera (ni con cualquier truquito) el ser responde en plenitud física y espiritual para garantizarnos la sesión erótica que todos merecemos, al menos una vez en la vida, (en especial a los reguetoneros, plis, a ver si ganan en inspiración y no nos torturan con sus frustraciones).
Y sí: este asunto de los afrodisiacos asociados a tu naturaleza y carácter es ciencia constituida, pero no es magia estandarizable, según el manual de los entendidos en las artes sexuales…
Hacer el taller en junio tiene un hándicap con el que no contamos en el primer momento: el calor. Pero hasta eso tiene remedio con los recursos amatorios de la China antigua, la India suculenta, los misteriosos mayas… y de todas formas el cambio climático es un mal con el que debemos lidiar (como el reguetón, sí, señor), hasta tanto quememos ese karma.
- Consulte además: Respirar en colores
Te cuento más en el taller del 22, y créeme que el viaje hasta Santa María vale la pena (sobre todo para quienes vamos en bicicleta, otro afrodisiaco indiscutible). Si me escribes al 52164148 te cuento cómo llegar y lo que necesitas para vivir una experiencia única (mente abierta, en primer lugar).
¿La entrada? Claro que es libre, y habrá prueba de campo de productos, por supuesto… pero atente al consentimiento informado: si algo sube, debe bajar solito, o el sol se encargará de restablecer prioridades en tu sistema circulatorio a la vista del público.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.