Allá por el ya remoto año de gracia 1618, en San Cristóbal de La Habana está la gente con el corazón en la boca, arma sobre el muslo y durmiendo con un ojo abierto.
La alarma se explica, pues por el Mar de las Antillas no anda un barco de papel —como diría Nicolás Guillén—, sino que merodea una presencia más temible.
Sí: el Caribe es recorrido por el terrorífico Guatarral, como se dice en los documentos de la época. (Era demasiado pedirles a nuestros tátara-tatarabuelos que escribiesen correctamente el nombre de Walter Raleigh, corsario, escritor, aventurero y donjuán inglés).
Ah, pero hace solo unos días escuché a mi buena vecina comentar que su hijo estaba en “Aberente”. La palabreja quedó dándome vueltas por las circunvoluciones cerebrales hasta que, paseando por el barrio, se me despejó la incógnita. Ahí lo decía, clarito, en el frontispicio de una escuela: “Albert Einstein”.
Y me sentí transportado, como en la asombrosa máquina wellesiana del tiempo, hasta los lejanos 1600 fundacionales, aquellos años en que al muy temido Walter Raleigh lo llamaban Guatarral.
No caben dudas: la gente no cambia.
JORGE
18/11/17 13:53
Wagon devino guagua y war hero ,guajiro todo bajo la intervencion norteameicana del 98
Ernesto Cienfuegos Gibara
14/8/17 15:38
Los autos FORD de inicio del siglo XX fueron llamados en Cuba fotingo por escuchar una narración de una carrera de autos celebrada en el malecón de la Habana en los 50 en inglés " fourteen gooooo" al adelantar con ventaja el fotingo.# 14.
Saludos.
pepe
5/8/17 12:51
Igual conozco de caso que le llegaba dinero por la Vuelta del Yunior, claro al realizar averiguaciones resultó que que los envíos los recibía por la Western Union y no de la vuelta de Yunior
Yoan Sendoya
7/5/17 20:19
Muy buen artículo, sobre todo el final "la gente no cambia." Trabajo como cuentapropista en una cafetería donde se vende refresco "frappeado". Hay que escuchar a algunos clientes: "rapeado, ripeado, raspado, laqueado, fritzado, flapeado", entre otros; a pesar de que está escrito en la tablilla.
Como diría el personaje de Cuquita La Mora: "La cultura no tiene momento fijo".
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