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domingo, 24 de noviembre de 2024

El secreto del obispo

Antes de morir, en un cuadernillo, el obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz plasma su testamento, en el cual trata de proteger a los seres que le son cercanos y revela su pasmoso secreto...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 05/10/2013
1 comentarios
Pedro Agustín Morell
Pedro Agustin Morell y Santa Cruz y Lora, Consejero de su majestad católica.

Sería llover sobre mojado, o incursionar en terreno de Perogrullo, sostener que han sido intensos y repetidos los contactos entre Cuba y la cercana isla que los europeos denominaron La Hispaniola.

Desde los mismísimos días fundacionales, tras cruzar el Paso de los Vientos, el cacique Hatuey iba a capitanear aquí, hasta la muerte, la resistencia de la indiada.

 Juan de Mata Tejada, natural de Santiago de los Caballeros, estuvo entre los pioneros de las técnicas litográficas en nuestro país.

Lo mismo Mariana Grajales que José María Heredia tuvieron a dominicanos como sus progenitores. Igual ascendencia mostraban el poeta y patriota santiaguero Pedro Santacilia —yerno de Benito Juárez— y el escritor Domingo del Monte.

En Puerto Plata nació el brigadier Enrique Loynaz del Castillo, autor de El Himno Invasor. Dominicano fue Modesto Díaz Álvarez, quien alcanzó el grado de mayor general mambí.

Y, claro, es archisabido que el generalísimo Máximo Gómez, jefe supremo del Ejército Libertador, vino al mundo en Baní.

Pero quizás sea menos conocido que hubo un dominicano, obispo de Cuba, que escondía un secreto mortal.

EL PROTAGONISTA

Hijo del maestre de campo Pedro Morell de Santa Cruz y de María Catalina de Lora, a fines de 1694 nace Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, en Santiago de los Caballeros, isla de Santo Domingo.

Fue lo que suele calificarse como un niño prodigio. Muy joven, su sapiencia dejaba atónito al claustro de la Universidad de Santo Domingo, donde estaba matriculado. A los 20 años de edad, y sin haber sido aún ordenado sacerdote, ocupó la canonjía doctoral de la catedral.

 En 1718 está en Cuba, recomendado por el arzobispo de Santo Domingo —Claudio Álvarez de Quiñones— al obispo de Cuba —Jerónimo de Valdés— para que lo ordenara sacerdote. Tomó los hábitos un año antes de la edad permitida por el Concilio de Trento. Ya era licenciado en derecho canónico.

Ocupó diversos cargos eclesiásticos, entre ellos el de inquisidor, desempeño en el cual mostró un proceder inusualmente benigno entre los tenebrosos portadores de la cruz verde. (Sus razones tenía para ello, pues él mismo podía ser también un perseguido, debido al secreto que ocultaba).

Se recuerda su benéfica intervención cuando, en la jurisdicción santiaguera, ocurre el alzamiento de los “cobreros”, provocada por los atropellos del coronel Pedro Jiménez, gobernador de la zona. La figura enhiesta de Morell impide que el espadón perpetre una matanza. Después, el religioso dirige una carta a la Corona, en la cual informa sobre los desmanes del militarote abusador.

Cuando los ingleses, en 1741, desembarcan una poderosa expedición en la bahía guantanamera —con el fin de tomar Santiago— acude para la defensa un millar de milicianos armados, desde Bayamo, Puerto Príncipe, Sancti Spiritus. Entonces, Morell incrementa su prestigio ante el pueblo, por su varonil actitud ante la amenaza de los invasores.

Tras ocupar el obispado de Nicaragua, en 1754 tomó posesión de la mitra cubana. En 1762 se produce la ocupación de La Habana por los ingleses. El obispo se opone a pagar las contribuciones de guerra que exigían los invasores, quienes lo expulsan a la Florida. Cuando regresa, fundará la apicultura cubana, gracias a las abejas que trae de tierra norteña.

Fue un consecuente amigo de la cultura. Así, promueve —infructuosamente— la creación de una universidad en Santiago y lleva la enseñanza hasta Jiguaní y El Cobre, sitios donde se concentran indocubanos sobrevivientes del genocidio.

Siempre al lado de los afligidos, logra alguna mejoría en el lamentable régimen de las prisiones.

Demócrata completo, fustiga a los expoliadores de los humildes, cuando declara: “El poderoso chupa la sangre del pobre, se engrosa con el sudor de su frente, se hace fuerte con sus jornales y nada perdona para apagar su infame sed de oro”.

Él solamente posee tres camisas de lienzo burdo, y, al ver a unos menesterosos casi desnudos, arranca las cortinas de su aposento y se las entrega para que puedan vestirse.

Desconcierta a sus contemporáneos por asistir, gustosamente, a los cabildos africanos.

Hombre progresista, mientras promueve un sistema de correos, simultáneamente lucha por adecentar al clero. Nos dice un biógrafo: “Era caritativo con los pobres, áspero con las beatas, celoso de su ministerio, severo con la clerecía y honrado en sus costumbres”.

Escritor, y alma cercana a la poesía, figura también como uno de nuestros protohistoriadores, con su Historia de la Isla y Catedral de Cuba, donde incluye el poema Espejo de Paciencia, con lo cual salva para la posteridad la obra que muchos seguimos considerando como el más antiguo antecedente de la literatura cubana.

Estudioso perpetuo, obtiene el doctorado en derecho canónico por la Universidad de La Habana, con 73 años cumplidos.

Mientras, sigue escondiendo su tremendo secreto.

LO OCULTO, SALE A LA LUZ

Pedro Agustín Morell de Santa Cruz fallece el 30 de diciembre de 1768. Antes, en un cuadernillo, ha plasmado su testamento, en el cual solicita que no se tome en cuenta ninguna declaración suya tras la firma del documento. Trata de proteger a los seres que le son cercanos, pues antes de expirar revela su pasmoso secreto: él es un criptojudío. O sea, ha mantenido oculta su fe en la religión de Moisés, llegada a los israelitas desde tiempos precristianos.

Y muere exclamando: “¡Oye, Israel, Dios es Nuestro Señor!”.

Cuando —en 1777— es demolida la habanera Parroquial Mayor, nadie se ocupa de conservar los restos de Morell.

Quizás había gentes interesadas en echar tierra sobre el molesto recuerdo del singular obispo.


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).

Se han publicado 1 comentarios


Raul Michel
 9/8/18 1:57

Muchos han especulado sobre su origen judío ("criptojudío"), entre los que caen el dicho error esta nuestro afamado investigador Cesar Garcia del Pino, quian publico una obra sobre el obispo Morell. El siguiente escrito tomado de la obra escrita en años recientes por Mons. Ramon Suarez Polcari, profesor de Historia y actual Canciller del Arzobispado de La Habana. Espero que sea de utilidad dicho escrito. saludos Raul Michel Hurtado Camero.

"Den frutos que permanezcan": la virtud de la Caridad en el Obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz
Su biógrafo anónimo nos suministra una serie de datos relacionados con las actitudes virtuosas de este ilustre Obispo. Según parece, no poseía más ropa que tres mudas de un lienzo de poca calidad y, aun así, en determinada ocasión, entregó dos de sus camisas a sendos pobres que le solicitaron vestido. Lo mismo sucedía con las calcetas y pañuelos, teniendo que ser auxiliado por su mayordomo el Padre Antonio de Villa.
Mantenía una ayuda permanente de 88 pesos a los pobres "vergonzantes" y dedicaba 60 para repartir todos los sábados a los menesterosos que tocaban a la puerta del Obispado.
Sostenía, además, a 30 niñas desvalidas del Colegio de San Francisco de Sales y entregaba, todos los meses, 50 pesos para ayudar a los presos "a quienes proveyó de calderos para hacerles la comida", determinando que algunos ordenantes salieran por la ciudad a pedir limosnas para mejorar la pésima situación en que se encontraban los reclusos.
Antes de seguir, quisiera recordar al lector que los pesos de entonces tenían un valor muy distinto a los de ahora; por lo general, eran pesos oro.
Por lo que cuenta este biógrafo anónimo - que debió ser alguien muy cercano al Obispo - éste era un hombre que vivía, cada día, el mandamiento del amor dirigido, sobre todo, hacia aquellos sus hermanos los más pobres y desvalidos. Mandaba comprar canastas de pan diariamente para los pobres que llegaban al obispado. Y como el mismo biógrafo dice:
[...]Las cantidades que erogó su mano en estas visitas continuas y casi sin intermision, no pueden ajustarse sino en el libro en que lleva Dios cuenta de las buenas obras. Tengo muy presente que en ménos de treinta días acabó con 3 500 pesos que le puse en sus manos procedentes de despachos de dispensas para matrimonios. También me acuerdo que muchas ocasiones quitó las cortinas de las puertas y ventanas para dárselas á los pobres que se presentaban desnudos[...]
Acostumbraba a visitar la cárcel acompañado de otros sacerdotes para confesar y dar consuelo a los presos. Entre sus peculiaridades se encuentra una especie de cofradía - aunque nunca la fundó como tal - formada por un grupo de presbíteros de su confianza encargados de "proveer con mortaja y cuatro velas de cera á los difuntos que no dejaban bienes con que poderlo hacer"(sic)
Por último, vuelvo a copiar directamente del biógrafo.
[...]Pero yo que tuve el conocimiento mas íntimo de su corazón y fui testigo ocular de la vigilancia con que celaba su casa, referiré un acto de caridad que no debe silenciarse por su particular naturaleza, y porque en su ejecucion atropelló las leyes de clausura, sacrificando el silencio y descanso de su familia á quien edificó el esceso de tanta bondad y misericordia.
Hizo recoger en una pieza interior de su palacio á una pobre negra enferma, destituida de todo consuelo humano, y le mandaba a su mesa, aunque servida de pocos platos, aquel que creia mejor y mas sazonado, estando siempre atento á que le aplicaran los remedios y consolaran [...]
Esta biografía anónima fue publicada en las Memorias de la Sociedad Patriótica de La Habana, entre los años de 1841 y de 1842.
Las expresiones "yo que tuve el conocimiento mas íntimo de su corazón y fui testigo ocular...", nos hacen suponer que fuera uno de los que formaban parte de "su familia", entendiéndose aquí, no sólo los parientes, sino aquellos que le ayudaban en sus trabajos eclesiásticos y vivían con él en palacio.

Morell de Santa Cruz, historiador y geógrafo
Entre los tantos méritos del Obispo se encuentran el de ser uno de lo primeros historiadores de la Iglesia en Cuba. Siguiendo el parecer del Dr. Levi Marrero, la primera obra histórica de Cuba, aunque de carácter religioso, es la Historia de la aparición milagrosa de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre del Presbítero Onofre de Fonseca, ya que las citadas con fecha anterior, la del principeño Diego de Varona (1679) y la del habanero Ambrosio Zayas Basán (1725), aún no han sido encontradas. Morell escribió Historia de la Isla y Catedral de Cuba, de la cual se ha perdido una parte; y sus informes al Rey sobre la Visita Pastoral que son una fuente importantísima de datos para la historia de ese período.
Pero, además, Marrero entiende que fue el precursor de los estudios geográficos de Cuba por las descripciones detalladas que hace de todas las bahías (1757) y por todos los demás datos que aporta en sus escritos - muchos de ellos inéditos - sobre los suelos, distribución de la producción, cultivos, características urbanas, etc. El incansable investigador de cuyos valiosísimos trabajos hemos obtenido tantos datos, anota que existe una obra escrita en latín enviada por Morell al Papa, describiendo a Cuba y que, aprobada por el Consejo de Indias, debe conservarse en los Archivos Vaticanos.
Los finales del Pastor
Preocupado como siempre fue por su Grey, y viendo que su plan de creación de nuevas Diócesis se dilataba, procuró que se confeccionara otro que, al menos, permitiese visitar con más periodicidad a las distintas regiones de la Isla. Ahora se le hacía todo más difícil porque estaba viejo y cansado y porque su Obispo Auxiliar, el Ilmo. Sr. Dr. Pedro Ponce Carrasco, había sido promovido para ocupar la sede de Quito, Ecuador.
Por este motivo solicitó al Monarca se le hiciera la gracia de nombrarle un nuevo Obispo Auxiliar, proponiendo a su Secretario, el Pbro. Francisco Pérez Tagle, quien le acompañara desde Nicaragua cuando inició su episcopado en Cuba.
Mientras esperaba respuesta, y para que se ejercitara, lo envió a Bayamo para realizar una visita pastoral. A los pocos días de iniciar la encomienda, falleció.
De inmediato, fijó su atención en otro de sus hombres de confianza, el Provisor y Vicario General, el Pbro. Dr. Santiago José de Echevarría.
La solicitud fue aceptada y el Señor le concedió la alegría de verle consagrar antes de morir.
La Providencia Divina permitió que arribara a Cuba el Ilmo. Sr. Dr. Fr. Isidoro Rodríguez Lorenzo, Arzobispo electo de Santo Domingo, quien asumió la Ordenación Episcopal de Mons. Echevarría, Obispo Titular de Tricomi y Auxiliar de Cuba. La ceremonia tuvo efecto en la Parroquial Mayor el día 2 de Octubre de 1768.
Ya Morell permanecía postrado en cama, imposibilitado de moverse. A los pocos días, los médicos determinaron su situación como muy delicada y aconsejaron se le administrase la extremaunción y el Santo Viático. El Arzobispo de Santo Domingo, acompañado del nuevo Obispo y de un gran número del clero habanero, le administró los sacramentos.
Era el día 15 de Octubre y una tormenta afectó la ciudad de La Habana y sus alrededores, con grandes inundaciones y derrumbes. Cuenta su biógrafo, que en medio de su gravedad, el Obispo lloraba pensando en sus fieles afectados y se lamentaba de no poder personarse en los lugares de desastre. Esta limitación no fue óbice para atenderlos, ya que destinó parte de su fortuna a remediar los estragos.
La salud del Obispo empeoraba por días hasta que él mismo, conservando aún la conciencia clara, pidió se le volviera a aplicar los Santos Óleos y se le diera el Viático. En la noche del 23 de Diciembre, se los administró el Obispo Auxiliar. Todavía el 29, conservaba la lucidez y, a las 3 de la tarde, pidió le trajesen el crucifijo para implorar la misericordia divina, lo besó y pidió una buena muerte. En la noche, perdió las facultades mentales y empezó a proferir ideas y oraciones propias de la tradición judía; no quiso tomar alimento ni reconoció al médico ni al mayordomo. Al poco tiempo falleció.
Sus "familiares" lavaron su cuerpo y le vistieron con todos los atributos de su condición. Estuvo en capilla ardiente en el salón principal del palacio episcopal hasta el día 31 que se le dio sepultura en la Parroquial Mayor, al lado del Evangelio. El Presbítero Dr. José Agustín Palomino, el cura rector más antiguo pronunció el elogio fúnebre.
Según consta en el asiento del Libro 9 de Defunción de Españoles, folio 77, número 184 de la Parroquial Mayor, hoy archivo de la Catedral de La Habana; testó el 16 de Noviembre, donde disponía que se le enterrase con las vestiduras Pontificales y se realizasen las demás funciones propias del Ceremonial de Obispos, "ecepto la de embalsamarlo prqe. absolutamte. lo prohive" (sic); dejó establecidas limosnas para la Archicofradía del Santísimo Sacramento de la Parroquial Mayor y para que se celebren las tres "Misas del Alma", y nombró su heredero universal a Don Antonio Ignacio de Villa Goycochea Presbítero Capellán del Monasterio de Santa Catalina de Sena, de setenta y cuatro años de edad.
¿Por qué me he extendido en todos estos detalles relacionados con la muerte del Ilustre Obispo? Precisamente, porque a partir de los últimos momentos de su vida en los que profirió ciertas expresiones alusivas a la fe judaica que, no sólo dijo en esa especie de pérdida del juicio, sino por las que dice en su testamento.
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Muchos han especulado sobre su origen judío ("criptojudío") y, para mí lo peor, que lo haya mantenido oculto en una especie de clandestinidad doctrinal.
¿Qué habría de verdad en todo esto?
Pongamos primero todos los datos que pudieran estar a favor de dichas especulaciones:
1. No se conoce la fecha exacta de su nacimiento porque su Partida Bautismal no ha aparecido.
2. Existen antecedentes en la Historia de España de judíos que llevaron el apellido Santa Cruz después de su conversión al cristianismo. Se sabe que muchas de estas conversiones eran fruto de presiones socio - religiosas sobre los hebreos que poseían grandes riquezas o aspiraban a ostentar cargos importantes en las distintas cortes españolas. Que algunos de ellos fueron llevados al Tribunal de la Santa Inquisición, y hasta hay casos de condenas a la hoguera. También hay varios casos de judeoconversos que fueron ordenados sacerdotes y llegaron al episcopado.
3. Que unas horas antes de morir, la mente del Obispo flaqueó de tal forma que empezó a proferir expresiones ajenas a sus costumbres; ¿estaría recitando el " Shemá Yisrael", oración que hacía un judío antes de morir para reafirmar su fe, o era rezada en torno al difunto?
4. En el testamento, después de hacer una perfecta profesión de fe católica, pasa a una serie de aclaraciones por "... si alguna Persona nos hubiere oido algunas palabras, ó nos hubiere visto algunas acciones contrarias, en todo o en parte, á lo que llevamos expresado queremos que no valgan..." Estas aclaraciones eran usadas por los criptojudíos para salvarse de cualquier juicio aún después de muertos.
5. En el mismo testamento habla de su bautismo en términos extraños y desconcertantes, "... y si acaso en el Sacramento del Baptismo que recivimos faltó algunos de los requisitos necessitate medis vel necessitate precepti, para la integra recepción de este Sacramento, es nuestra intención, y ardiente deseo el bolverlo a recibir."
6. Su firme mandato de no ser embalsamado, podría corresponder a uno de los preceptos mosaicos que prohibía abrir los cadáveres por cualquier motivo.
7. Cuando se trasladó todo lo que había en la Parroquial Mayor para la Iglesia de San Felipe Neri, sus restos no fueron localizados.
Trataremos de responder en lo que sea posible a los puntos antes señalados.
1. En Santiago de los Caballeros, lugar de nacimiento de Morell de Santa Cruz, no existen documentos en el Archivo Parroquial que correspondan a su fecha de nacimiento, a causa de un incendio que, en 1863, lo destruyó.
2. Es cierta la existencia de muchos judíos conversos en la historia de España, pero no quiere esto decir que todas las conversiones fueran simuladas.
3. Si como parece, descendía de familia criptojudía, no es extraño que conociera esta fórmula y que, en aquel momento en que perdió el control de la mente - no reconocía al médico ni al mayordomo -, pudieran aflorar recuerdos de la infancia.
4. Los puntos 4 y 5 son los más difíciles de explicar y, sobre todo, lo referente a la duda sobre la validez o verdadera realización de su Bautismo.
5. Sobre no ser embalsamado, podría ser un signo característico de su sencillez, humildad y desapego a todo lo material; recordemos con que facilidad se desprendía de todo lo suyo para darlo a los demás.
6. Este es otro punto que queda, por el momento, en la oscuridad.
El punto referente a su Bautismo es el más oscuro y el que podría hacer pensar en la consecuente validez de su Ordenación Sacerdotal, primero, y Episcopal, después. Aquí apelaría al principio "Ecclesia suplent", porque toda su vida fue la de un cristiano convencido, un sacerdote ejemplar y un Obispo que amó al estilo de Cristo a la Iglesia, a sus fieles y, especialmente, a los pobres. Fue un misionero incansable que propagó la devoción al Santísimo Sacramento y a la Santísima Virgen María (donación de custodias de plata a todas las Parroquias y enseñanza personal del rezo del Santo Rosario).
Si de verdad dijo antes de morir "Shemá Yisrael", también había pedido, mucho antes, el Crucifijo para abrasarlo y proclamar su fe en Cristo. Si pidió que no se le embalsamara, también dejó limosnas a la Archicofradía del Santísimo Sacramento y dejó "paga" las Misas por su eterno descanso.

Haya sido o no, un criptojudío clandestino, no creo que se pueda demostrar con toda exactitud. De lo que sí estoy seguro es que fue uno de los más grandes e ilustres Obispos de nuestra Historia.

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