Entre nosotros, los que hablamos en primer lugar cubiche, existe el término guataca, para designar al adulador. (Claro está, tiene sinónimos, como chicharrón o halaleva).
Un ejemplar de esa nauseabunda estirpe manda en Cuba cuando transcurría el Año del Señor 1917: Mario García Menocal, quien suspiraba por haber nacido en Massachusetts. Y entonces, cipayo al fin, declara la guerra a Alemania y Austria, siguiendo los pasos de sus amos en aquella Primera Guerra Mundial.
Ahora hablando de una guerrita interna: Menocal se reelige fraudulentamente. Viene entonces el frustrado alzamiento de La Chambelona, pero los pronunciados en armas encuentran el rechazo de los vecinos norteños, quienes los acusan de germanófilos. Y se produce la Tercera Intervención –a menudo olvidada--, cuando la potencia vecina desembarca marines en Oriente y Camagüey.
Sí, el descaro, la desfachatez, el descoco, la impudicia –y cuantos sinónimos similares ustedes prefieran-- daban al pecho. Así, cesanteaban a un empleado público, hijo único de los patriotas Cirilo Villaverde y Emilia Casanova. (Él, hombre íntegro cuya prosa El Homagno calificó de “triste y deleitosa”; ella, inigualable hembra boquidura que le cantaba las cuarenta, en público, a las autoridades coloniales).
Pasando por encima de su inmunidad parlamentaria, encarcelan a Juan Gualberto Gómez, ese patriotazo amigo del Martí
Mientras, están nombrando general de división, en el ejército cubano, a Arturo Algina, quien como oficial del las tropas españolas dirigió la emboscada donde encuentra la muerte el mambí holguinero Julio Grave de Peralta.
Así andaban las cosas
Pero… ¿qué más sucedía entonces?
Claro, el mundo no es un maniqueísta mosaico blanco-negro. Y también aquí pasaban cosas como para alegrarse.
Se estrena la ópera Doreya, de Eduardo Sánchez de Fuentes, también autor de la celebérrima habanera Tú.
Está en Cuba la famosa canzonetista española Consuelo Mayendía.
Alejo Carpentier ingresa en el Instituto de Bachillerato de La Habana, “logrando una calificación apenas honorable”, según sus propias palabras.
Llega a Cuba Mario Calvino, para dirigir la Estación Agronómica Experimental de Santiago de las Vegas. Aquí nacería su hijo Ítalo, luchador antifascista y gloria de las letras italianas.
Se funda, en la habanera calle Zulueta, el Atenas, fraternocultural “club de color”, pues la membresìa tal tonalidad tenía en su piel.
Nacen: Raúl Roa, vertical hombre de las letras y el patriotismo; Félix Elmusa, periodista revolucionario; Amancio Rodríguez, líder obrero; el trombonista Generoso Jiménez; el pianista Felo Bergaza; Desi Arnáez, hombre del espectáculo en riberas norteñas;
Inauguran el Almendares Park, en los terrenos que hoy ocupa la Terminal Nacional de Ómnibus.
Los Truffin, en su Villa Mina –donde hoy se encuentra Tropicana-- organizan un aristocrático fiestón carnavalesco, que llaman “El Baile de los Fracs Rojos”.
Mientras, se forma un correcorre en el Palacio Presidencial, pues allí se escuchan ciertos ruidos subterráneos, que algún histérico atribuye a un intento alemán de volar por los aires el inmueble. (Al final se comprueba que sólo se trataba de unos obreros que destupían las alcantarillas).
Mario Marti-Brenes
11/2/17 14:12
No sé si el joven autor (¿joven, mujer o hombre?) sabe que Mario García Menocal llego al grado de Mayor General del Ejercito Libertador de Cuba, promovido por Maceo, no porque hubiera preferido nacer en Massachusetts, sino por haber recibido heridas en el campo de batalla y haber demostrado su valía como oficial cubano.
No sé si sabe que su hermano, el también mambí Armando Menocal, fue uno de los artistas plásticos más importantes que ha dado Cuba.
No sé si este personaje que se despacha con cuchara sopera, sabe que Mario Garcia Menocal fue enemigo de la Enmienda Platt y que es el abuelo de Monseñor Carlos Manuel de Céspedes y García Menocal, Intelectual y patriota recién fallecido.
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