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sábado, 23 de noviembre de 2024

Así hablamos (XXX)

Los nombres geográficos y los propios de persona, ¿se traducen?...

Argelio Roberto Santiesteban Pupo
en Exclusivo 09/02/2019
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Lengua-Cubiche
Mi gente tiene una lengua... (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

Esto se ha dicho hasta el cansancio, pero hay gentes, de oreja dura, que no se dan por enteradas: los nombres propios de personas NO SE TRADUCEN.

El italiano que se llama Giuseppe se morirá con ese nombre, y no con su equivalente en castellano.

El ruso a quien nombraron Iván, no tenemos por qué llamarlo Juan, como tampoco debemos hacerlo con el inglés a quien bautizaron como John.

Ya a todos nos duelen los epiplones a fuerza de escuchar —en la radio, en la TV, en la prensa plana, en los medios digitales— a alguien refiriéndose a “Carlos” Marx. Pues no, señores míos, el nombre de ese filósofo y político del siglo XIX era Karl. (Como no leen nada, tampoco se tomaron el trabajo de notar lo escrito, en el frontispicio del teatro ubicado en Playa. Allí lo reproducen correctamente: Karl Marx).

Sin embargo, no sucede lo mismo con los nombres geográficos: países, regiones, ciudades, poblados.

Hace un tiempo, alguien opinaba, en nuestros medios de difusión, que a la capital de Etiopía debíamos denominarla Addis Ababa, y no Addis Abeba, como siempre habíamos dicho.

El defensor de esa teoría presentaba, como argumento irrebatible, que los etíopes llaman Addis Ababa a aquella ciudad.

Tremenda tesis. Si la aceptamos, tendríamos que denominar, a Londres, London, pues así la llaman los ingleses.

Y todo esto me trae a la mente el comentario de un cronista deportivo, quien se refirió a ciertas competencias efectuadas en Torino, nombre italiano de la ciudad que, para quienes nos expresamos en castellano, es sencillamente Turín.

Recordarlo: los topónimos, o nombres geográficos, sí son susceptibles de traducción.

¡ Ah!, pero, los nombres propios de personas ya son… “otros veinte pesos”, como dice el pueblo.

 Y no son exquisiteces ni caprichos de uno. Porque —vamos a ver—, ¿a algún cubano bien nacido le resultaría placentero ver a un par de nombres sacrosantos convertidos en Joseph Martí y Anthony Maceo?


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Argelio Roberto Santiesteban Pupo

Escritor, periodista y profesor. Recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1983 con su libro El habla popular cubana de hoy (una tonga de cubichismos que le oí a mi pueblo).


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