Mamá Natura, por medio de su atmósfera, acaba de asestar a los cubanos varios golpes contundentes. [Escrito a finales del 2008].
Este humilde redactor está compungido, desolado —entre otras razones—, al saber de los destrozos sufridos por su Banes natal.
La gente, bien lo sé, ha enfrentado la calamidad con su habitual, enhiesta valentía. Y nuestros medios de difusión merecen un especialísimo reconocimiento. Hay que haber pasado un ciclón, trabajando en la calle, para saber lo que eso significa.
Ah, pero aquí vienen los peros. Y a ellos estará dedicado este comentarito.
Es un perfecto disparate expresar: “Aquí el clima amaneció lluvioso”. Pues no, amaneció bajo el signo del agua pluvial el tiempo meteorológico, no el clima, que es una entidad estable, fruto del promedio, típica de una zona, observada a lo largo de un prolongado período.
Hay más: las unidades de medida tienen plural. A nadie se le ocurriría hablar de dos “metro”, de catorce “hectárea” o de cien “libra”. Por lo mismo, basta de referirse a no sé cuántos “hectopascal”, y no “hectopascales”, aun cuando se trata de un plural.
Por último: los poetas, algunos, se dan el lujo de ser oscuros, enigmáticos. Pero el comunicador no puede permitirse ese gusto. Debe expresarse de modo más transparente que un vaso de agua límpida en una copa recién fregada. Y evitar todo tipo de jerga técnica. Por tanto, ¿a qué viene eso de “el ciclón pasó a las quince horas?”. ¿Está todo el mundo obligado a saber que las quince horas son las tres de la tarde?
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