Primera jornada
Los cubanos, en nuestra florida habla, nos especializamos en la creación de personajes imaginarios. Sí, en eso ni los escritores de ficción nos ganan.
A quien lo dude, le recuerdo una frase como ésta: “¡Eso se lo digo yo al mismísimo Pipisigayo!
Pero, ¿puede alguien explicarme, en detalle, quién demonios es ese sujeto nombrado El Pipisigayo?
Segunda jornada
En el habla popular del cubano, hay una denominación que resulta gráfica a más no poder. Sí, yo me pregunto a qué genio se le ocurrió llamar el carro de la carne a la mujer de masa abundante.
Tercera jornada
No me hagas reír, que tengo el labio partí’o es frase que los cubanos empleamos para rechazar algún despropósito. Por ejemplo: un malapaga dice: “Préstame cinco pesos”. Y su interlocutor le responde: “No me hagas reír, que tengo el labio partí’o”.
Cuarta jornada
En Cuba, al tin marín es lo mismo que al azar.
Surge este modismo de una fórmula utilizada para escoger, que se recita según se van señalando las personas u objetos entre los cuales se opta.
El caprichoso texto dice: Tin marín de dos pingué, cúcara mácara, títere fue.
Es letra de una canción infantil.
Quinta jornada
De lo que tiene ínfimo valor, dice el cubano que vale menos que un quilo prieto.
Y con frecuencia, la frase se utiliza para calificar una deficitaria condición humana.
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