Es asunto bien sabido: cada actividad humana suele engendrar muy particulares formas de comunicarse.
Y el deporte no es la excepción.
Así, nosotros los cubanos, beisboleros a morirnos, hemos inventado joyitas que van desde torpedero hasta antesalista, desde jilotazo hasta flaicito.
No obstante, en esta jerga descubrimos presencias milenarias, que nos llegan de la llamada Antigüedad Clásica.
Tal es el caso de podio, voz muy escuchada hoy en las crónicas deportivas, refiriéndose al escabel en el cual se sitúan los premiados. Pero fue inicialmente el lugar que ocupaban, en el circo de Roma, los senadores y otros relevantes magistrados.
Mas dígase que hay vocablos que no logran convencerme. Me sucede con dupla, tan común en nuestras columnas periodísticas deportivas, con el significado de “dúo, dueto, pareja”. Tras escudriñar en innúmeros diccionarios, no la hemos encontrado con esa acepción “ni en los centros espirituales”.
Se registra “dupla” como adjetivo femenino, equivalente a doble, como en “una jornada dupla”. Pero, en calidad de sustantivo –arcaico-- sólo se halla para designar al “Extraordinario que solía darse en los refectorios de colegios en algunos días señalados”, según la vigésima segunda edición del diccionario académico. O sea, una ración adicional de comida.
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