I
Con frecuencia, en los medios difusores, escucho hablar de la “Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba”.
Pues no. Tal institución no existe. Sí tiene vida real la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Pero la palabra “nacional” no aparece por parte alguna en el nombre oficial. El anagrama tomó las dos primeras letras, la U y la N, del término “unión”.
II
Cuando se refiera a la totalidad del territorio cubano, nunca lo denomine como “la Isla”, por la elementalísima razón de que no lo es.
En efecto: basta con asomarse a un mapa para percibir que el territorio nacional está constituido por un archipiélago.
¿Acaso no son tierra cubana los Canarreos, los Jardines de la Reina, los Jardines del Rey, etcétera, etcétera?
No olvidar la prolongada lucha que costó el reconocimiento, por parte de los aviesos vecinos norteños, de nuestra soberanía sobre la tradicionalmente llamada Isla de Pinos.
III
Queridos coterráneos: cuidemos al lenguaje. Porque esa tarea es, también, hacer labor patria.
No debemos olvidar lo pronunciado por Marcel Aymé, escritor francés (1902-1967):
“Cuando las palabras comienzan a hincharse, cuando su sentido se hace ambiguo, incierto; cuando el vocabulario se carga […] de oscuridad y de perentoria nada, ya no hay salvación para el espíritu”.
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