I
En el habla popular del cubano abunda lo proveniente del caló, lengua de gitanos. No podría ser de otro modo, habida cuenta del enorme influjo que tuvieron los nativos de Andalucía –curros-- sobre Cuba.
Entre los términos gitanos que hoy siguen siendo entre nosotros moneda corriente, hallamos curda por embriaguez, curralar por trabajar, sandunga por gracejo, jamar por comer, y los pronombres menda y andoba.
II
Muchos de nuestros compatriotas llevan, con orgullo, nombres bíblicos que poseen un significado conocido. Tales los casos de Salomón, el rey sabio; Jeremías, el quejumbroso profeta; Job, siempre sufriente objeto de pruebas; o Jonás, quien fue alimento del gran pez.
Salomón quiere decir “paz”; Jeremías, “Dios exalta”; Job, “objeto de hostilidad”; Jonás, “paloma”.
III
Decía una cuarteta en la década de 1950:
Al joven, por parrandero,
le gusta la papa suave
y hay veces que ni se sabe
en lo que gasta el dinero.
En efecto, así siempre decimos, parrandero, y no parrandista, como suelen pronunciar en España.
Claro, pronúnciese de una u otra manera, el parrandero y el parrandista hacen lo mismo: parrandear.
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