En Santiago, una carota no es una cara grande, sino una zanahoria.
A lo largo y ancho de nuestro Oriente, la mecedora se llama balance.
Y los caficultores no miden sus tierras en hectáreas o acres, ni en cordeles o caballerías, sino en caroses.
¿De dónde salieron semejantes términos?
Para explicarlo debemos hacer…
…UN POQUITO DE HISTORIA
A finales del los años 1700, estalla la revolución en el vecino Haití.
Miles y miles de fugitivos cruzarían el Paso de los Vientos, para refugiarse en el este de Cuba. Aquí ejercerían un tremendo impacto. En lo económico. En lo social. En lo cultural.
Sí, revolucionaron la agricultura, con cultivos tan exóticos como el membrillo, y generalizaron el café, hasta entonces sólo una medicina que se compraba en la farmacia. Introdujeron nuevas formas de cocinar, de bailar, de hacer teatro, de divertirse. Y dicen –no sé si fuentes bien enteradas, o las malas lenguas-- que hasta instituyeron modos, hasta entonces desconocidos, para hacer el amor.
En la jurisdicción santiaguera, momento hubo en que uno de cada cinco habitantes tenía al francés como lengua materna.
Pero volvamos a las primeras líneas de esta gacetilla.
Allí nos preguntábamos de dónde salieron voces –escuchadas en Cuba-- como carota, balance y caró.
Pues sépase que, en francés, las dos primeras responden a carotte y balancier.
Y que carreau es “cuadradito”, como el que forma en un cafetal una superficie equivalente a la décima parte de una caballería.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.