Una canción basada en los pregones de los vendedores callejeros que se hizo muy popular en los finales de la segunda década del pasado siglo XX presenta un patrón en las operaciones de compra-venta que se mantiene hasta nuestros días, pero mayoritariamente de manera grosera.
El Manisero comienza anunciando el producto: Maní Maní y plantea un problema, o sea, una necesidad: Si te quieres por el pico divertir seguido de la solución: Cómete un cucurruchito de maní producto que promueve entonces con sus cualidades: Que calientico y rico está lo cual resalta a continuación con que es lo máximo: Ya no se puede pedir más
En la actualidad, pero sin esa gracia, por toda Cuba predominan frases como: “¡Arriba!, bueno y barato, mi tomate aquí”, a pesar de que el producto tenga mal aspecto y sea ofertado a precios astronómicos.
Para apresurar la decisión, el vendedor de la melodía pregona que se irá del lugar: Ay, caserita, no me dejes ir y sugiere que las consecuencias serán: Porque después te vas a arrepentir/Y va a ser muy tarde ya. Y como para remarcar que está a punto de perder la oportunidad de satisfacer la necesidad, alerta: Manisero se va/Manisero se va.
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Los actuales vendedores y revendedores sencillamente espetan: “Vamos, que me voy”, pero si se encuentra estacionado, suelta sin miramientos aunque se una evidente mentira: “Mira, que se acaba”.
Luego en la melodía se reitera la exhortación: Caserita, no te acuestes a dormir/Sin comerte un cucurrucho de maní. Nos abstenemos de reflejar aquí alguna de las conminaciones de los tiempos presentes por considerarlas innecesarias, pues son de todos conocidas y propicias en momentos en que predominan en los mercados los más bajos sentimientos mercantilistas de magullar al prójimo en beneficio propio.
Aquella canción finaliza: Cuando la calle sola está/Casera de mi corazón/El manisero entona su pregón/Y si la niña escucha su cantar/Llama desde su balcón/Dame de tu maní/Dame de tu maní/Que esta noche no voy a poder dormir/Sin comerme un cucurrucho de maní/Me voy/Me voy/Me voy
Ante de terminar, le invitamos a deleitarse con la melodía El Manisero
En medio de las deformaciones actuales, las técnicas suelen ser burdas, pero a juicio de muchos, son efectivas, y entre los modos del momento cuentan en redes sociales que resulta significativo que al llamar a varios vendedores ilegales de dólares estadounidenses, todos dicen algo así: Lo siento, mi hermano, eso voló enseguida.
Ante una afirmación como esa con un precio sumamente elevado, ciertamente que cualquiera siente temores a que suba más y en la primera oportunidad, aunque el monto se parezca, pero sea ligeramente más bajo, se morderá el anzuelo, o dicho amablemente: se procederá a la compra.
No revelaré más información, pero observé a un “comerciante” que ubicó dos puntos de venta, uno cercano a la entrada y el otro unos metros más adelante, al primero le dio instrucciones: Grita bien alto el precio, mientras al otro le indicó: “Pon el cartelito del precio donde se vea bien”, y la suma pedida era menor que la que se pregonaría.
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Sin dudas, el “negociante” montó dos puntos de venta, ambos con empleados suyo, uno se encargaría de fomentar el miedo y el otro daría la solución.
Las necesidades del momento son agudas, pero todo parece indicar que los “hombres de negocio” dedicados al acaparamiento, la reventa y la especulación empeoran las circunstancias con sus técnicas de manipulación psicológica.
¡Ojalá alguien se anime y componga una efectiva melodía para desenmascararlos!
NOTA: melodía está entendido como medidas de control y sanciones.
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