No hay GREXIT y no es probable que lo haya, porque no le conviene a Europa, a Estados Unidos, a Rusia, a China, ni a nadie. Hubiera sido demasiado costoso no solo para Grecia, sino para toda la economía global que no puede permitirse semejantes catástrofes.
En la confusión generada por cinco años de debates, sólo tres datos son incontrastables: (1) La deuda griega es un hecho. (2) Hay que pagar y (3) No hay dinero para hacerlo. A su vez sólo existen tres formas para obtener fondos: (1) Pedir prestado (nuevo rescate). Es lo más rápido y está al alcance de los acreedores. Sin embargo no le conviene a Grecia, porque no resuelve el entuerto sino que lo aplaza y lo agrava.
(2) Obtener recursos mediante la disminución del gasto público y el aumento de los impuestos, lo cual significa sacrificar programas sociales, (salud, educación, seguridad social), bajar salarios, reducir puestos de trabajos. La fórmula no es aceptable porque genera desempleo, y deteriora el nivel de vida.
(3) Reanimar la economía, aumentar la producción y la productividad, generar exportaciones, atraer inversionistas y turistas, y otras acciones. Así se crean puestos de trabajo y se mejora el ambiente político. Aplicar esta opción significa poner fin a la política de austeridad defendida a rajatabla por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo, y FMI)
Debido a que “La verdad es mezcla”, la mejor opción resulta ser una combinación de las tres posibilidades. Para ello se necesitan acuerdos externos con los acreedores, y consensos políticos al interior de la sociedad griega. Lo cual es viable porque, preservar la Unión Europa y la moneda única son intereses comunes legítimos de todas las partes, incluido el pueblo heleno.
Hay además un componente de realismo. Probablemente el estado griego necesite tanto dinero y tiempo para paliar las consecuencias de la salida del euro, como el que necesitaría para arreglar cuentas con sus acreedores.
Por otra parte en Grecia, además de un estado, hay once millones de griegos que tienen ahorros, deudas, inversiones, planes y sueños…en euros. De ellos más o menos la mitad apoya a Alexis Tsipras y a Syriza, los otros no. El empobrecimiento y la inestabilidad política serian inevitables y el caos una posibilidad real.
Para salir del sistema de la moneda única, promovido por la Unión Europea, Grecia necesitaría un voluminoso financiamiento, y varios años para restructurar todas sus cuentas, constituir nuevas instituciones financieras, emitir una nueva moneda que deberá posicionarse en el mercado para asumir el canje de todos los euros en poder de los ciudadanos y las instituciones griegas. Es más fácil soñarlo que realizarlo.
La primera consecuencia de un GREXIT sería la retirada masiva e inmediata de los fondos en euros depositados en los bancos griegos, tanto por los nacionales, como por empresas extranjeras, lo cual equivaldría a un crack bancario y bursátil. El hecho de que sea una “explosión controlada” no disminuye los daños. La inflación pudiera volverse incontrolable. Tal vez sea inevitable el contagio y un efecto dominó.
Debido a que el euro es una moneda internacional, el hecho de que el estado heleno no la utilice, no significa que pueda dejar de acreditarla, ni que los ciudadanos y las empresas privadas renuncien a ella. La especulación monetaria seria monumental y probablemente inmanejable. Existen otras opiniones y son respetables. Allá nos vemos.
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