La ansiedad es una respuesta normal en caso de estrés y todas las personas suelen sentir ansiedad de vez en cuando en estos casos. Esta respuesta involuntaria de nuestro cuerpo, puede presentarse ante diferentes situaciones cotidianas, pero a través de una dieta regulada y hábitos sanos, es posible contrarrestarla. Pero cuando se dificulta controlarla en situaciones de relativa normalidad puede afectar e interferir con la vida cotidiana.
Hay situaciones que pueden estimularla, desde tener poco tiempo para hacer algo importante hasta ser parte de una multitud. Cuando es leve favorece a mantenerse alerta y concentrado para enfrentarse a situaciones poco fáciles. Sin embargo, es importante saber conocer cuándo es una perturbación real y cómo distinguirla de la preocupación normal.
Se debe diferenciar la ansiedad de la preocupación, un miedo o un breve pánico que la mayoría de las personas experimentan al enfrentarse a una amenaza. Por ejemplo, cuando alguien siente un frenazo a pocos pasos de donde se encuentra o su niño pequeño se le pierde de vista momentáneamente. En esas situaciones, los latidos del corazón pueden acelerarse, aumentar la sudoración o sentirse un nudo en el estómago.
La ansiedad es similar a la preocupación, pero proviene de una amenaza imaginada en lugar de una amenaza real e inmediata. Los síntomas varían de persona a persona y con la causa que provoca ese estrés.
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ESTILOS DE VIDA Y ANSIEDAD
La ansiedad puede controlarse gracias a nuestra dieta y nuestros hábitos. Orientarse hacia una alimentación bien balanceada con frutas, verduras, carnes magras y grasas saludables, sigue siendo una buena recomendación para quienes luchan contra la ansiedad.
Dentro de estas orientaciones se incluye mantenerse bien hidratado, teniendo en cuenta que ingerir líquidos de más es mejor que ingerir poco, porque al organismo sano le resulta más fácil eliminar el exceso de agua que conservarla. El agua no solo regula la temperatura de nuestro cuerpo, también ayuda a lubricar las articulaciones y a trasportar los nutrientes. Quien no se hidrata adecuadamente, es probable que experimentes fatigas y calambres, creándose un estado de ansiedad. Lo mejor es hidratarse con agua corriente y consumir entre 6 y 8 vasos diarios. Si bien la sed es una señal de deshidratación, se puede saber si se está hidratado adecuadamente cuando el color de la orina es claro. Cuanto más oscuro es el color, mayor el nivel de deshidratación.
El cuerpo necesita un equilibrio saludable de azúcar, carbohidratos, grasas y proteínas para funcionar, pues también es ese equilibrio el que nos ayuda a mantenernos saludables y sin ansiedad. El consumo de azúcar a través de fuentes naturales, como las frutas, influye beneficiosamente en el cuerpo; de manera diferente a los dulces o azúcares ocultos en los alimentos que son capaces de producir descensos en el azúcar sanguíneo, fuente de ansiedad.
Reducir el consumo moderadamente o eliminar totalmente el consumo de café, elimina la probable ansiedad que puede producir la ingestión excesiva de esta bebida.
OTRAS MEDIDAS DE APOYO AL CONTROL DE LA ANSIEDAD
Lo primero es evitar fumar porque la nicotina es un excitante y la abstinencia puede incrementar la ansiedad, y esto genera que las personas vuelvan a recurrir al cigarrillo para calmarse. Además, la nicotina puede elevar la presión arterial y la frecuencia cardíaca, que también son fuente de ansiedad.
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Muchas personas que sienten ansiedad necesitan apoyarse en el alcohol para calmar sus nervios, para relajarse, según ellos. Pero el consumo excesivo de bebidas alcohólicas puede desencadenar un conjunto de problemas físicos y emocionales incrementando los problemas de ansiedad. Por eso, nada de bebidas alcohólicas.
Por lo tanto, el control de la ansiedad no se basa en un solo aspecto. Es un conjunto de medidas que bien observadas rendirán sus benéficos frutos en el control de la ansiedad.
TRASTORNOS PATOLÓGICOS DE LA ANSIEDAD
Los verdaderos trastornos de ansiedad son una enfermedad mental bastante frecuente y aunque ellos son altamente tratables, solo algo más de la tercera parte de las personas que los padecen, reciben tratamiento. Con respecto a sus manifestaciones clínicas, cambian según el tipo de trastorno de ansiedad de que se trate.
Uno de ellos es la llamada ansiedad generalizada y se caracteriza por una preocupación persistente y exagerada derivada de diferentes factores culturales, sociales, económicos, entre otros más. Las personas que padecen este trastorno, más común en las mujeres, hallan dificultoso controlar su excesiva preocupación.
También se encuentran los trastornos de pánico donde las personas sufren ataques de miedo inesperados; las mujeres tienen el doble de probabilidades de verse afectadas y se pueden generar palpitaciones o latidos cardiacos acelerados, dificultad para respirar o asfixia y un gran temor a la aparición de ataques futuros.
Las fobias, donde las mujeres tienen el doble de probabilidades de verse aquejadas, suelen acontecer habitualmente en la infancia y se describen como el temor irracional a ciertas situaciones, lugares u objetos, como viajar en avión o el rechazo instintivo a los perros, incluso llegando a producirse náuseas, sudoración o temblores.
En el desorden obsesivo compulsivo se perciben obsesiones, pensamientos, imágenes o deseos intrusivos y no deseados que causan angustia, ansiedad y hasta compulsiones, que son gestos y conductas, determinados tics, que la persona se siente obligada a realizar para aliviar su angustia o suprimir esos pensamientos, siendo igualmente común entre hombre y mujeres y generalmente aparecen durante la adolescencia. Es un estado potencialmente debilitante que puede suceder en personas que experimentaron o presenciaron situaciones angustiantes o amenazantes y ello puede generar problemas para dormir, tensión muscular o preocupación y temor constante.
Por lo tanto, ante cualquiera de estas situaciones debe buscarse ayuda especializada.
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