Mientras raperos de origen cubano, doblegados por el marcatismo miamense, llaman al #NoTravelToCuba, el polémico Tekashi 6ix9ine viajó a nuestro archipiélago, disfrutó por una semana de la cordialidad de nuestra gente, de nuestros paisajes y del patrimonio cultural, de los encantos que lo conectan con sus orígenes latinos y, sobre todo, de la seguridad de la que ha sido despojado en su propio país. Por sus orígenes y por las amenazas a la que está sujeto tras colaborar con la fiscalía y testificar contra otros miembros de la banda de narcotráfico Nine Trey Gangsta Bloods, con sede en su ciudad natal.
Tal vez, de no haber ocurrido el bochornoso espectáculo en las afueras del Hotel Iberostar Grand Packard, en La Habana Vieja, su “visita privada” no sería más que unos posts en su cuenta de Instagram, bebiendo junto a su amiga (@madaboutleyh) en el lujoso hotel habanero, haciendo ejercicios en el Malecón o bailando al ritmo de "La vida es un carnaval en uno de los hoteles de la cayería norte de Villa Clara que lo motivó a escribir: "I really love Cuba".
La noticia (falsa) de que el rapero de origen mexicano había lanzado dinero La Habana colocó en la sombra- hasta el sol de hoy- el hecho de que no se “motivó” a dar dinero a los cubanos, ni en la capital, ni en Santa Clara, ni en Remedios; como sí había hecho en otras ocasiones, durante sus visitas a República Dominicana, México y Brasil. ¿Será que no encontró la “pobreza y sufrimiento” que exageran por ahí?
Algunos no se han enterado, o no quieren enterarse, de que Tekashi no fue el responsable de aquellos incidentes. Como se aclaró en una nota del MINTUR, publicada en Cubadebate, al tiempo en que un grupo de seguidores del músico se aglomerara frente al hotel, “dos personas ajenas al cantante, uno de ellos fingiendo ser él; de forma irrespetuosa y con claros fines de provocación, lanzaron billetes hacia la población”.
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Los “malos” de estas escenas, los tipos que "´jugaron´" en La Habana a ser 6ix9ine; engañaron y maltrataron la dignidad de cientos de personas poniéndolos a correr y a empujarse por unos billetes”, como señaló la periodista Milena Recio; los que se “burlaron luego en sus redes, porque dicen que los cubanos son `incultos´ por no saber identificar a Tekashi”, fueron otros dos ciudadanos estadounidenses identificados en las redes como @babyy_.drizzy y @lanyel1 (IG). Dos émulos de Tekashi 6ix9ine, tentados a “dar el palo”, sin obra y sin muchos esfuerzos.
A lo que se sintió motivado el visitante fue a hacer unos swings en el Sandino. “El cantante, compositor y rapero estadounidense Daniel Hernández, más conocido por 6ix9ine o Tekashi, quien se encuentra de vacaciones en Cuba intercambió este miércoles con peloteros de Villa Clara en el estadio Augusto César Sandino de Santa Clara”, se compartió en el Facebook de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”.
Aquí, al parecer, hizo más que swing de bateos, “chocó con la bola” de una libertad de la que también ha sido excluido. Por eso no debió entender al “tigre” que este fin de semana en el Flamingo Theater Bar de Miami, maulló: “Lo único que le voy a pedir es que diga Cuba libre” y publicó una foto con él.
Tampoco se dice que en nuestro país el amenazado a muerte por unas de las bandas más temidas en los EE UU., se ahorró unos cuantos de dólares, los que invierte en su seguridad personal, “ex agentes del FBI y detectives de la policía de Nueva York”, según comentara al sitio TMZ su abogado Lance Lazzaro.
A los que puede pagar por el millonario contrato que firmó a finales del 2019, casi un año después de que los detuvieran y dos meses antes de la sentencia del juez Paul Engelmayer. Un adelanto de los 10 millones de dólares que según TMZ colocó encima de la mesa su antiguo sello 10K Projects, a cambio de contar con los servicios de Tekashi para producir dos álbumes, uno en inglés y el otro en español.
El “arriesgado” sello independiente 10K Projects fue fundado en 2016 y distribuye sus producciones a través de la Virgin Music Label & Artist Services, división de Universal Music Group. Su fundador y actual CEO es Elliot Grainge, ejecutivo que se encarga de pescar prospectos de “famosos” en la plataforma SoundCloud, la que él mismo llama "cheat sheet", es decir un “chivo” bajo la manga. Elliot es hijo del mandamás de la poderosa Universal; un “tiburón” con más quilates en la vida real que el colgante de Bruce (de Buscando a Nemo), con diamantes incrustados y valorado en unos 750 mil dólares, con el que se ha visto a Tekashi en varios de sus videos.
- Consulte además: Los mandamases de la industria de la música (III)
De modo que la que la “toxicidad” de este trapero, no estaría tanto venir a provocar espectáculos como el que aconteció en el Prado habanero y que se repetiría en cualquier ciudad del mundo donde se lanzaran billetes al aire, cual se escenifica en la popular serie española Casa de papel. Su peligro está en la mala influencia que surfea sobre su fama, la “bacteria ideológica” que está obligado a propagar.
El Capitalismo, y su industria más eficaz, la del entretenimiento, produce “famosos”; “centrales” como Justin Bieber y Ariana Grande y “periféricos” como 6ix9ine y el asesinado XXXTentation, para uno y otro estrato del mercado, para uno y otro tipo de consumidores y sojuzgados.
Son estos sus más preciados “trabajadores orgánicos”; precisamente porque no producen otra cosa que “enajenación activa”, la “enajenación de la actividad” y la “actividad de la enajenación”. Porque (re)producen un mundo cada vez más extraño a los subordinados, cada vez menos beneficioso y enriquecedor de su espíritu, pero que consiguen significar cada vez más de ellos. Porque promueven esa “falsa conciencia”, la de la burguesía, la de los mandamases de la Industria, según la cual la mercancía no es fetichista, y el Mercado es como un Dios, ordenador y regulador de la Sociedad. Hoy, ni en el tiempo de no trabajo, en el del entretenimiento, el trabajador “está en lo suyo”; sino en “la jugada” del opresor. Extremándose el “colmo” de la servidumbre que describiera Marx.
Con “famosos” como Tekashi se vende la ilusión de que todos pueden ser ricos, como pueden ser “estrellas”, “celebridades”, “influencers”, ostentadores del éxito y la felicidad. De un éxito falso y una falsa felicidad; estatus equiparados a acumular objetos y portar marcas de distinción, sobre todo dinero.
Bajo el dogma de la libertad del Mercado, bajo la fachada de la libertad de expresión, se globaliza la banalidad y el cretinismo que se sintetiza en “Yaya”, su primer single en español y muestra de todo lo vulgar que podría lanzarnos. Con “linduras” como: “Cuando chin…, baby, tú nunca te quitas/ Mueve to' ese booty, tan chulita como Anitta” y “Ponte friki/ Frikitona/ Tú eres una chapi'-chapiadora/ Ella e' bellaquísima, pero no se enamora/ Mami, y chin… hay que darte un diploma”.
A Daniel Hernández se le permite ser “famoso” porque sirve para ello. Activa reacciones enajenadas y enajenantes, que benefician más a los ricos que a los pobres, más a los discriminadores que a los discriminados. A esos con los que intenta emular, ostentando fardos de billetes. A los que “ordenan” esa trama cultural por la que resultó un subproducto, un collage de signos corporativos, bien extraños a sus orígenes mexicanos y boricuas. A los verdaderos “malos de la película”, cuya maldad nadie percibe.
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