Definido está el cartel. La última saga del show electoral estadounidense tiene a sus contrincantes: Biden-Harris vs Trump-Pence. Espectáculo en el que no podía faltar una escandalosa banda sonora, seleccionada por los respectivos equipos de campañas, con la aprobación o no de sus autores o intérpretes. Celebridades que a veces se escurren de su confortable centrismo político y se pronuncian públicamente, por el candidato más cool. Moviendo, hacia un lado o hacia el otro a sus seguidores, amaestrados en escoger una playlist o un videoclip, movidos por las emociones.
Probado está, la música es capaz de trasmitir todo tipo de sensaciones y es una herramienta muy eficaz para producir cambios en la conducta. Al ser percibida por la parte del cerebro que recibe el estímulo de las sensaciones y los sentimientos, sin pasar por los centros cerebrales que involucran la razón y la inteligencia, se instrumentaliza, interesadamente, por los especialistas del marketing político. Estos persuasores, saben bien cómo manipular el estado de ánimo y el comportamiento de la gente, influyendo en su toma de decisiones políticas. Cierto tipo de la música sirve mejor para comunicar cierto mensaje y tocar las cuerdas sensibles del electorado. Con una melodía se recuerda un suceso o época feliz, que se promete revitalizar. Un sector etario o grupo étnico de interés, consume preferentemente determinado ritmo o género musical.
No ha de extrañar, siendo “La mata” de la espectacularización de la política, que en EE. UU. también se diese el primer precedente del empleo de la música en una campaña presidencial. En 1848, Zachary Taylor, candidato por el Partido Whig (antecesor del Partido Republicano) convocó para su campaña a Daniel Rice, amigo suyo que trabajaba como payaso. Rice tenía un carro, el bandwagon, acondicionado para llevar una banda musical. Ciudad tras ciudad, el bandwagon avanzaba, llevando consigo no solo la banda musical, sino también al candidato y a sus principales colaboradores. En los lugares más concurridos se armaban unos espectáculos musicales que fueron altamente aceptados y aplaudidos por los electores. Al final, Taylor se convirtió en el doceavo presidente.
Con los años se hizo habitual en estas ferias electoreras que los contendientes utilicen algún tipo de retórica musical, melodías, estribillos y canciones políticas, como estrategia de persuasión. Como parte de los spots propagandísticos de los candidatos y partidos o al inicio y al final de las grandes concentraciones. Siempre con el fin de llamar la atención, atraer, trasmitir un mensaje político a los electores y mover sus intenciones de votos.
La primera campaña de Barack Obama fue un caso emblemático de ello, como parte de una estrategia de comunicación orquestada y pulida con esmero. Para posicionarlo como el candidato del “cambio que la gente quiere y que el país necesita”, se enfocaron en movilizar tres emociones básicas de los electores: el miedo, el enojo y especialmente la esperanza. Con ese objetivo fueron escogidas las canciones en sus actos de campaña (“en tierra” y en sus cibercampañas), las de sus videos, spots y jingles, así como las encargadas por su equipo de asesores. Por igual propósito, se hizo acompañar por artistas jóvenes y miembros de las minorías.
Con la canción “City of Blinding Lights”, del grupo irlandés U2, inició su carrera por la presidencia. Con esta misma iniciaba siempre sus mítines de campaña y los cerraba con “Singed, Seald, Delibered” y “I Am Yours”, de Steve Wonder. Se apoyó también con los muy populares temas “La chica Obama”, del compositor Rick Friedrich e interpretada por la artista Amber Lee Ettinger, y “Yes We Can”, hecha por Will.I.Am, integrante del grupo de hip hop Black Eyed Peas. Entre otras canciones electorales a favor del candidato afroamericano se pueden mencionar: “Barack for Swing Voters”, compuesta por Will Galison y su orquesta; “Barack rap”, de M. C. Yogi; “Calypso Barack”, del compositor Mighty Sparrow; “Reggae Barack Obama”, de Cocoa Tea; “Viva Obama”, interpretada por los dorados del Norte y “Country Obama”, de Toby Keith.
“La chica Obama”, se convirtió en un hit musical, por su contenido sensual y explosivo, posicionando en un tiempo récord a Obama como un personaje famoso y sexy. La canción apela principalmente al corazón y a las emociones de los votantes, dice, entre otras cosas, lo siguiente: “Abandoné mi negativa de Kerry, / supe que debería hacerte mío, / tan negro y tan sexy. / Me gustó cuando te pusiste duro, / en el debate contra Hillary. / Por qué no contestas mis llamadas. / Tengo un flechazo con Obama. / No puedo esperar al 2008. / Chico eres el mejor candidato/ para la Nueva Oficina Oval”. En el video la cantante, con una voz y un vestido provocativo, dice también estar enamorada de Obama.
No por gusto capitalizó el 66 % de los menores de 30 años y el 68 % de los por primera vez que se inscribía en el registro de votantes. Para el gran concierto de Jay-Z en Detroit, repartieron las entradas la oficina de la campaña Demócrata, donde les animaron a registrarse para votar. Brent Colburn, portavoz de la campaña de Obama en Michigan, afirmó que “fue una manera de presionar para que se registrasen muchos votantes que quizá no habían formado parte del sistema anteriormente”. Bruce Springsteen también ofreció un concierto de apoyo a Obama en Detroit. Como señaló Colburn, el concierto de Jay-Z “atrajo a los más jóvenes, y el de Springsteen, en un campus universitario, se llenó de estudiantes y miembros de la clase trabajadora”. Con tal impulso consiguieron que se registraran 9 000 nuevos votantes sólo en el área de Detroit.
Estas campañas comunicacionales también persuaden a las celebridades, los que devienen en sus más influyentes voceros. En su estudio An Experimental Investigation of the Effects of Celebrity Support for Political Parties in the United States, el profesor Anthony J. Nownes, de la Universidad de Tennessee, analizó el impacto de las estrellas en los partidos políticos en EE.UU. En declaraciones a www.lainformacion.com, el investigador aseguró que si a una persona le gusta un famoso y descubre que esa persona apoya a un partido político específico, mejora su punto de vista respecto a esa formación.
Mucho peso debió tener para el posicionamiento de la marca Obama que una figura como el mismísimo Bob Dylan declarase: “América está conmocionada. Tenemos a este tío que está redefiniendo la naturaleza de la política de arriba a abajo: Barack Obama. Tengo la esperanza de que las cosas cambien. Porque hay cosas que van a tener que cambiar”. Que en un discurso de Bruce Springsteen, solicitando el voto de Obama, concluyese: “Ahora es el momento de alzarnos todos juntos con Barack Obama y Joe Biden y los millones de americanos que están hambrientos por el nuevo día, por dejar atrás nuestras cargas y lanzarnos a construir el alzamiento”. O que el rapero Lil' Wayne afirmase: “para mí significa mucho: Ser afroamericano, tener 25 años, estar viviendo este momento y ser testigo de algo que está haciendo historia”.
Obama fue “el mejor poster de la mercadotecnia estadounidense”, como bien señala Jon E. Illescas. “Así que del mismo modo que queda bien llevar unas zapatillas Adidas si uno es un multimillonario rapero gangsta rodeado de féminas en un video dominante, también queda estupendamente apoyar a Obama frente al republicanismo aburrido de un tipo blanco como Romney que además es Testigo de Jehová…”. Como una moda llegó dos veces a La Casa Blanca, con el respaldo de cientos de celebridades de la música como Rihanna, Katty Perry, Beyonce, Lady Gagga y Justin Timberlake.
Apología que trascendió el periodo de las elecciones e incluyó a su esposa Michel Obama, convertida en fetiche para los jóvenes afrodescendientes. Como se manifiesta en el videoclip BO$$ (Jefa) del grupo Fith Armony. Con un estribillo bien elocuente: “Jefa Michel Obama, tiene la cartera llena de Oprah dólares”. En alusión a la presentadora Oprah Winfrey, en ese entonces la mujer negra más rica del mundo.
La fórmula fue repetida para su campaña de reelección en 2012. Cuando en la recta final el Estado de Ohio se vislumbró como pieza clave en la matemática electoral, Obama no solo convocó al expresidente Bill Clinton, y a varios políticos de perfil nacional para que lo acompañaran en sus giras electorales por la región; buscó a El jefe Bruce Springsteen, por su credibilidad entre las bases ciudadanas.
La sordera republicana determinó en cierta medida los resultados electorales. Nunca más ningún partido subestimó el uso de la música. Aunque los acusen de robarlas, como veremos en la próxima.
Javier Hernández Fernández
13/9/24 21:35
La m7sica evoca sentimientos y la emoción si.
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