Cubanos de todas las edades se congregaron este viernes para alzar la voz contra el injusto bloqueo impuesto por el gobierno estadounidense.
Desde temprano, la Tribuna Antimperialista se llenó de un fervor palpable. Con la presencia del General de Ejército Raúl Castro Ruz y el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se llevó a cabo la cita. Los discursos resonaron entre los presentes, llenando el aire de determinación y esperanza.
Díaz-Canel, con un tono firme, enfatizó que la marcha era más que un acto de protesta; era una manifestación de la voluntad inquebrantable del pueblo cubano. “Cuba, su pueblo y gobierno luchan por abrirse paso”, afirmó. Sus palabras, cargadas de emoción, se unieron a las consignas que retumbaban a lo largo del malecón: “tumba el bloqueo”, “no somos terroristas, sácame de la lista”, y “abajo el bloqueo”.
A medida que el sol comenzaba a ocultarse, la multitud se hacía más densa. La energía era contagiosa; cada grito, cada pancarta, cada rostro reflejaba la resistencia inquebrantable del pueblo. A pesar de las dificultades impuestas por el bloqueo, los cubanos se mantienen firmes, mostrando que el espíritu de lucha sigue vivo en cada rincón de la isla.
La jornada, marcada por la unidad y el fervor patriótico, dejó claro que la voz del pueblo cubano no solo se escucha en la isla, sino que resuena en el mundo. “La pretensión de Estados Unidos de lacerar la dignidad de este pueblo quedó desecha con esta marcha combatiente”, sentenció Díaz-Canel, un mensaje que se grabó en la memoria colectiva de quienes allí se encontraban.
Con el ocaso del día, los cubanos se dispersaron, pero la llama de la lucha contra el bloqueo continuó ardiendo en sus corazones. El malecón, una vez más, se convirtió en un símbolo de resistencia, un recordatorio de que, a pesar de los obstáculos, el pueblo cubano sigue firme en su defensa de la soberanía y la dignidad nacional.
La marcha del 20 de diciembre será recordada como una jornada de lucha y esperanza, un eco de la determinación de un pueblo que no se rinde.
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