Los libros, artículos y reseñas de Marta Rojas Rodríguez cautivan a cualquier lector, sobre todo a aquellos que, como esta reportera, aman la Historia. Pero si se trata de conversar con esta figura legendaria del periodismo y la literatura latinoamericana — con quien comparto jornadas de trabajo—, más que un privilegio, es un reto profesional.
Para Marta no hay tiempo libre, cuando no está escribiendo, la encontramos cerca de los jóvenes, en una charla íntima, dar una sugerencias, narrar sus vivencias, reflexionar sobre la realidad cubana, o simplemente contar anécdotas como estas que ofreció a Cubahora, relacionadas con los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953, hechos que hicieron cambiar la historia de Cuba.
Basta oírla recordar sus primeras incursiones en el periodismo, para conocer que recién graduada de la Escuela Nacional Márquez Sterling, en la Habana, tuvo la posibilidad de cubrir dos de los acontecimientos más importantes en la historia de Cuba: el Asalto al Cuartel Moncada, y el juicio que la dictadura de Batista realizó a los sobrevivientes.
EL ASALTO
Marta pone a prueba su memoria y logra revivir aquella madrugada de profunda emoción. “Estaba de vacaciones en Santiago de Cuba, mi ciudad natal. Salí el 25 de julio en la tarde con unos amigos para disfrutar del carnaval. Me encontré con un fotógrafo vecino, Panchito Cano. Me dijo quieres ganarte cincuenta pesos. Y le contesté: qué tengo que hacer. Dice, bueno una crónica del carnaval, porque yo tengo que hacer un reportaje gráfico.
“Casi, al amanecer, sentimos los disparos. En ese momento no sabíamos de qué se trataba. Lo atribuimos a los fuegos artificiales propios del carnaval. Entonces Panchito me dijo que eran tiros y agregó: se nos fastidió el reportaje de los carnavales, y yo les respondí: pues vamos a hacer el de los tiros.
“Fui a mi casa a pedir permiso a la familia para seguir. Mi papá no quería que continuara acompañando a Panchito. Y mi madre le dijo: ella estudió para eso”.
EL JUICIO
Asegura que presenció un acto cívico sin precedentes. “Me impactó la entrada de Fidel. Me simpatizaron sus ideas y la postura firme que asumió. Su autoridad, su palabra y su estado de ánimo me llamaron la atención. También su sobria elegancia de vestir. Mi curiosidad periodística fue transformándose en admiración y después en solidaridad con aquellos jóvenes.
“Una de las cosas que más me impresionó en el juicio es cuando le preguntan a Fidel si él era el autor intelectual del asalto al Moncada, este responde: ‘El único autor intelectual del Moncada se llama José Martí’”.
En ese juicio de la Causa 37, o juicio del Moncada, es donde el joven doctor Fidel Castro, en la pequeña salita de las enfermeras del Hospital Civil, pronunció el histórico alegato conocido como La Historia me Absolverá.
De lo que vio allí, todo lo recuerda. “Cuando Fidel, ya esposado, me preguntó tomaste nota. Si le contesté. Todas esas notas las recogí desde el 21 de septiembre y cada día iba haciendo el reportaje como si lo fuera a publicar, con notas de prensa, a mano. Al terminar tenía como 200 cuartillas. Regresé a La Habana se las mostré al director de Bohemia y me dijo que había que sintetizar.
“En cuanto se suspendió la censura la sinteticé en doce cuartillas, pero guardé todo lo que había escrito y eso es lo que después del triunfo de la Revolución edito yo misma, las ordeno porque habían transcurrido seis años”.
“Siempre pensé, si no se publica hoy se publicará mañana, pasado, aunque había quienes decían que estaba perdiendo el tiempo. Intuitivamente me afirmaba a la idea de que lo que estaba viendo y viviendo era un episodio irrepetible, que tendría que publicarse algún día”.
LOS RECUERDOS
Con trato afable y hablar pausado Marta cuida no omitir un solo detalle, y acaricia en sus recuerdos el momento en que el gobernador de Oriente, Pérez Almaguer, quien, ignorante de lo que había pasado en el Moncada, logró el acceso de los periodistas al cuartel.
En un momento, relata, Panchito se apartó y pudo ver en el interior del cuartel cadáveres por el suelo y dos mujeres detenidas. Después simulando que iba al baño comprobé lo que el fotógrafo había dicho.
Según cuenta el recorrido por el Moncada fue dantesco. “Vimos de cerca los cadáveres, pero todo era muy raro: estaban algunos con los cráneos destruidos, dientes rotos, como torturados, pero con ropas limpias, sin orificio de balas, con uniformes nuevos”.
Refiere que varios cadáveres estaban colocados donde no habían huellas ni impactos de balas, lo que a todos llamó la atención. Enseguida pensaron que le iban a quitar las fotos. Pero los negativos fueron ocultados en la ropa de Marta, sujetados con una faja elástica y trasportados por ella a La Habana, entregándoselos al entonces director de Bohemia, quien a pesar de la censura, hizo fuerza y publicó muchas de las imágenes reveladoras de aquel monstruoso crimen.
“Como no se pudo publicar el reportaje el director de Bohemia comenzó a preguntarme sobre las personas que me conocen en Santiago de Cuba y me dice, que a quien estaban persiguiendo era a Panchito, y que yo debía regresar de inmediato. Cuando llego visito La Granjita Siboney, el Hospital civil y fui a Bayamo para enriquecer mi reportaje”.
Es después el libro que con un discurso casi todo el tiempo en presente se llamó La generación del centenario en el juicio del Moncada y después se ha publicado varias veces como El juicio del Moncada, gracias al arte que tiene esta escritora de atrapar los detalles de la vida para convertirlos en historias.
Esta veterana escritora más que la autora del libro El juicio del Moncada, testimonio personal antológico prologado por Alejo Carpentier, es una de las más consistentes novelistas de los últimos tres lustros. Fe de ello se tienen en sus novelas El columpio de Rey Spencer, Santa Lujuria y El harén de Oviedo.
Marta Rojas, hoy pertenece a la primera línea de periodistas del diario Granma. Una mujer dotada de los atributos del buen narrador, que además de ser testigo excepcional de dos acontecimientos revolucionarios de nuestra historia, fue corresponsal de guerra en Vietnam. Una mujer que predica tanto con la palabra como con el ejemplo y que perdura como leyenda viva de la Revolución.
Ángel Edgardo Chirinos Lavander
17/5/16 12:00
Cuando existe calidad narrativa, muchas veces no es necesario leer todo el texto completo; basta con ojear unos conceptos y breves relatos, para formarse una idea de la grandiosidad del trabajo realizado. He leído con mucha profusión reflexiva todo lo escrito en este resumen y la verdad, que me he quedado admirado por el talento esgrimido por esta periodista -Marta Rojas- que es muy cierto, una brillante periodista que se identificó con esa gesta libertaria que Fidel y el Che, encabezaron y que llevaron al triunfo a una nación que se había convertido en 'la puerta falsa' de los Esrados Unidos. Los viajes que he realizado a Cuba, con motivos literarios (poéticos), me han hecho ver la realidad de un pueblo digno que jamás bajó la cerviz ante los abusos y chantajes del gobierno yanqui; he tenido oportunidad de conversar con todo tipo de gente del lugar y preguntarles si se encuentran satisfechos y orgullosos de la 'Revolución Cubana'; y he constatado, que es un 85% que contestaron que SÍ y sólo un 5% que dijeron que No, con un 10% que prefieren no opinar o no contestaron. De los 85% del SÍ, la mayoría eran jóvenes -indicando con ello, que la revolución creó ya dos generaciones de gente con dignidad, la misma que jamás la perderán porque ya es parte de sus vidas; en ese 5% figuraban personas de más de 60 años (las razones ya se pueden comprender). Felicito sinceramente a la periodista y a quienes han tenido el buen criterio de haber publicado esta 'anécdota', que hace ver y reflexionar cómo se escribe la Historia, a fin que no se dejen llevar -como en la mayoría de la gente de aquellas naciones sojuzgadas por el imperialismo genocida yanqui- lo hacen a través de los 'vendepatria' y de los medios de comunicación dominado por el capitalismo reinante. ¡Viva Cuba! Ángeledgar
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