Cuba concluyó el año 2023 sin poder alcanzar el crecimiento económico proyectado. Con un Producto Interno Bruto (PIB) que osciló entre el 1 y el 2 por ciento, el entonces ministro de economía y Finanzas , Alejandro Gil Fernández, apuntó entre los principales causantes de ello el incremento de los precios internacionales, el déficit de la fuerza agrícola, la contracción de las ofertas— en su mayoría estatal—la especulación, los precios elevados y las ineficiencias de las acciones previstas para su control.
Evidentemente al país, por influencia directa de factores internos y externos, se le ha dificultado lograr un equilibrio en los parámetros e indicadores macroeconómicos fundamentales, los cuales permiten el desarrollo de una economía financiera estable.
La macroeconomía es la rama de la economía que estudia el comportamiento de la misma en su conjunto, el mercado u otros sistemas que funcionan a gran escala. Estudia fenómenos económicos generales como la inflación, el nivel de los precios, las tasas de crecimientos o el PIB. Trata de medir el rendimiento de la economía, comprender qué fuerzas la impulsan y predecir cómo puede mejor la productividad.
De ahí que las decisiones y el desempeño de las empresas tiene repercusiones en la economía en su conjunto, y las condiciones macroeconómicas afectan la rentabilidad y la estrategia empresarial. Y es que las empresas dependen de un entorno macroeconómico favorable para llevar a cabo sus operaciones.
Las tasas de interés la inflación y el crecimiento económico influyen sobremanera en las decisiones de inversión, contratación de personal y fijación de precios. A su vez, el crecimiento empresarial impulsa el empleo, la producción y los ingresos, lo que contribuye al desarrollo económico.
Entre los principales indicadores macroeconómicos se encuentra el PIB, que mide el alor de mercado de todos los bienes y servicios finales producidos en un país durante un periodo determinado. La inflación aparece como otro de los indicadores relevantes, que refleja el aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios en una economía y se antoja fundamental a la hora de trazar políticas monetarias.
Además, existen otros que también son relevantes en el análisis macroeconómico, como la tasa de interés, el tipo de cambio, la balanza comercial y la deuda pública.
Como norma, las políticas fiscales y monetarias se instrumentalizan por los gobiernos y bancos centrales para influir en la economía y alcanza objetivos macroeconómicos. La primera se refiere al uso de los ingresos y gastos de los gobiernos, mientras que la segunda se enfoca en la regulación de la oferta monetaria y la tasa de interés.
Muchas de las acciones que se proyectaron a finales del pasado año durante la Segunda Sesión Ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular para redirigir la economía no solo se encaminaron a disminuir el déficit fiscal, sino que debieron haber entrado en vigor mucho antes.
Se trata de medidas tributarias y de regulación y control, previstas en el ejercicio fiscal 2023 y vinculadas al incremento de precios minoristas de determinados bienes de consumo no esenciales, entre ellos, cigarros y tabacos. De igual forma se previó el aumento de las cuantías de los impuestos sobre el transporte terrestres y los asociados a la transmisión de viviendas entre personas naturales.
A la imposibilidad de aplicar entonces tales decisiones de carácter tributario, que ahora aparecen en las Proyecciones de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía durante el 2024, se sumaron las limitaciones de liquidez en determinadas entidades empresariales que impidieron el aporte de ingresos por la prestación de servicios médicos en el exterior.
Según explicó ante el Parlamento Vladimir Regueiro Ale, ministro de Finanzas y Precios (MFP), por este concepto se estima en alrededor de 43 mil millones de pesos lo dejado de recibir, y aunque en el 2023 hubo gastos inferiores a los planificados los referidos incumplimientos de ingresos condujeron al deterioro del déficit fiscal aprobado en la Ley del Presupuesto.
Como consecuencia de ello, mediante el Decreto-Ley 82, del 12 de diciembre de 2023, el Consejo de Estado acordó modificar o ajustar el resultado presupuestario. Si inicialmente el déficit fiscal fiscal era de 68 mil 127 millones de pesos, se aprobó ampliarlo a 98 mil 363 millones 800 mil pesos. Por lo que la deuda pública contraída ascendió a 151 mil 104 millones 900 mil pesos.
Para el 2024 el Presupuesto del Estado respalda los objetivos y metas considerados en el plan de la economía, orientados, sobre todo, a la satisfacción de servicios básicos de la población y a avanzar en la recuperación de la actividad económica de los sectores estratégicos.
Por eso se antoja imprescindible potenciar la captación de ingresos mediante el cobro oportuno y la fiscalización del cumplimiento de los tributos, el enfrentamiento resuelto a la evasión fiscal, así como el incremento de la eficacia en el control de los gastos bajo los principios de ahorro y racionalidad.
El Presupuesto del Estado mantiene la premisa de asegurar los principales sectores y programas, especialmente en la salud pública, educación, la asistencia y seguridad social, la cultura y el deporte. Y, en consecuencia, se proyectan gastos totales por 480 mil 707 millones de pesos, cifra superior al estimado en 130 mil 511 millones de pesos, que representa un 37 por ciento de crecimiento con relación al 2023.
Asimismo, se planifican ingresos brutos totales ascendentes a 338 mil 999 millones de pesos; de ellos 217 mil 113 millones de pesos, el 64 por ciento, se capta como resultado de la aplicación de impuestos tasas y contribuciones, en tanto el 34 por ciento por los aportes empresariales. Por lo que las proyecciones del 2024 confirman que la contención y reducción del déficit fiscal aparecen como los grandes desafíos inmediatos.
En consecuencia se proyectan gastos totales por 480 mil 707 millones de pesos cifra superior al estimado en 130 mil 511 millones de pesos aproximadamente que representan un 37 por ciento de crecimiento respecto al 2023.
Ello, en un contexto marcado por la inflación y la depreciación monetaria. En el mundo de la economía pocos conceptos ejercen tanto poder como el de la inflación. Es una fuerza silenciosa que modifica el valor del dinero, afectándolo todo, desde los gastos de nuestro día a día al comercio internacional. En esencia, la inflación aparece cuando hay un incremento sostenido de los precios de consumo a lo largo del tiempo.
La inflación tiene un impacto significativo en el valor de mercado de una divisa. Esta relación se explica por la teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPP). Básicamente, la PPP postula que los tipos de cambio se ajustan para mantener constante el poder adquisitivo de las divisas entre los distintos países. Cuando ataca, se rompe este equilibrio, porque si un país experimenta una elevada inflación en los precios de consumo, el poder adquisitivo de su moneda disminuye en comparación con la de otros países con menores niveles de inflación. Esto reduce el valor de esa moneda.
Por eso, cuando la canasta de bienes, la que comúnmente hemos llamado canasta familiar, posee un porcentaje importante de bienes importados, la depreciación monetaria genera o incrementa la inflación. Al igual que en aquellos casos en los que los insumos para la producción de estos bienes son importados, también se producen presiones inflacionarias cuando el precio del dólar sube, en nuestro caso, marcado, además, por la especulación financiera y el mercado informal.
Esto hace que se incremente el precio de las materias primas, la maquinaria, los equipos, los bienes de capital y, en especial, el de los insumos agrícolas, lo cual posteriormente se traslada al precio final.
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