Si hubiese podido flotar la Lámpara de Aladino… no habría titubeado en pedirle este deseo. “Quiero una final del turco Riza Kayaalp contra el cubano Oscar Pino en los Campeonatos Mundiales de Lucha”. Y como la realidad tantas veces supera a la ficción, como afirmaba el periodista-novelista Gabriel García Márquez (él decía “siempre”), así mismo fue este martes.
Ocurrió en Nur-Sultán, Kazajistán, en la división súper pesada, de los 130 kilogramos, del estilo grecorromano.
Allí nuestro compatriota, aprovechando una oportunidad de la que escribiremos casi enseguida, se adueñó de su tercera medalla en Campeonatos Mundiales, pues esta de plata ganada hace pocas horas se une a las de bronce en París 2017 y Budapest 2018.
Esos fueron resultados admirables.
Pero le había quedado pendiente entrar en una final.
Y enfrentar a Kayaalp, el único hombre que en esta década se ha dado el extraño lujo de imponerse al casi invencible Mijaín López, presente ahora en Nur-Sultán solo para entrenar y ver a los rivales. En la década anterior el único que lo hizo fue el ruso Khassan Baroev. Ah… tuvo desquites espectaculares ante ellos. Ninguno de los dos pudo ganarle en Juegos Olímpicos. Y a Kayaalp lo venció en los de Londres 2012 y en los de Río 2016.
“Baroev ha sido el rival más difícil de toda mi carrera”, me dijo una vez sin demeritar al turco, pero reconociendo que el ruso era un luchador mucho más completo, y también con un físico superior.
¿Qué íbamos a escribir casi enseguida? Pino ha coincidido en el mismo tiempo, y, claro, en la misma división, con el casi invencible (sí: Mijaín López). Entonces, sin poder asistir a competencias en el exterior, a las cuales como es lógico el que iba era el gran campeón, lo que le quedaba era sudar con él en los entrenamientos, recibir sus apretones en los dedos, sus proyecciones… Pero también iba creciendo.
TRES PODIOS MUNDIALES
Luego de que Mijaín López ganara en Río 2016 su tercera medalla de oro en Juegos Olímpicos (las otras fueron en Beijing 2008 y Londres 2012), retomó la estrategia de preservarse para esas competencias, y no presentarse en los Campeonatos Mundiales. Sí, en ninguno de los tres del ciclo olímpico. Un viaje desde Río 2016 hasta los de Tokio 2020 (a donde va por su cuarta de oro).
Entonces Oscar Pino pudo asistir a los Campeonatos Mundiales de París 2017… ¡medalla de bronce!
A los de Budapest 2018… ¡bronce!
A los de ahora en Nur-Sultán 2019… ¡plata!
Nos pareció importante comenzar tecleando sobre todos esos antecedentes, que nos parecen muy interesantes, pues con la rapidez que caracteriza a la vida moderna no pocos lectores seguro conocían ya la noticia…
Bueno, en definitiva fueron varias noticias…
1.-Había obtenido la posibilidad de ir al combate por la corona.
2.-Ganó para el país el derecho de que un representante participé en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
3.-Terminó con medalla de plata, al perder tres puntos por uno contra Kayaalp, quien se adueñó de su cuarta dorada mundial.
4.-Ese desempeño de Oscar Pino, unido a la anterior medalla de oro ganada por Ismael Borrero, dejó a nuestro país octavo en el estilo grecorromano.
No he olvidado otro elemento. Cuando Pino terminó de crecer lo suficiente, y los técnicos de romperse la cabeza pensando, surgió una estrategia admirable: abrirle un espacio en la libre a Pino (estilo en el que aunque no es el suyo es el mejor de nuestro país). Y hace unas semanas, en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, Mijaín terminó con el oro de la greco en la división súper pesada, y Oscar Pino con la de plata en la libre.
¿Puedo soñar? ¿Y pensar, sin Lámpara de Aladino, que Oscar Pino le llegará a ganar a Riza Kayaalp? ¡Ya lo estoy pensando..!
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