La tensa situación entre las dos Coreas continúa siendo centro de preocupaciones en el orden internacional. El líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, lo alertaba en una de sus recientes reflexiones: “Si allí estalla una guerra, los pueblos de ambas partes de la Península serán terriblemente sacrificados, sin beneficio para ninguno de ellos (…) y no sería justo olvidar que tal guerra afectaría de modo especial a más del 70 % de la población del planeta”.
La preocupación de Fidel ha sido secundada por varios gobiernos. Frente a la complejidad de la situación actual en la península, China ha asegurado que se opone a cualquier acción que perjudique la paz y la estabilidad en la zona. Incluso, un político norteamericano, el senador republicano por Arizona, John McCain, advirtió que una guerra en la península coreana podría comenzar en cualquier momento, hasta de forma accidental, debido a las tensiones que existen entre las partes.
Según McCain, de generalizarse el conflicto, Estados Unidos y Corea del Sur pudieran lograr sus objetivos políticos y militares, pero la confrontación provocaría una catástrofe de enormes proporciones.
La alerta de Fidel cobra especial importancia. Recordemos que el líder cubano decía: “Si allí estallara un conflicto de esa índole, el Gobierno de Barack Obama en su segundo mandato quedaría sepultado por un diluvio de imágenes que lo presentarían como el más siniestro personaje de la historia de Estados Unidos. El deber de evitarlo es también suyo y del pueblo de Estados Unidos.”
¿CÓMO CUMPLE ESTADOS UNIDOS ESE DEBER?
Un reporte aparecido en el diario estadounidense The New York Times explica que Estados Unidos mantiene sus amenazas contra la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y asegura que, en caso de una supuesta acción ofensiva norcoreana, existiría una operación de contingencia sobre ese territorio, que incluiría ataques con armamentos de última generación contra objetivos militares de la RPDC y una preparación artillera de gran intensidad.
El principal asesor del presidente Barack Obama, Dan Pfeiffer, dijo que la calma en la región dependerá de la actitud que adopte el Gobierno norcoreano en los próximos días. Sin embargo, la RPDC responsabiliza a Estados Unidos, por lo que denominan "ensayos de agresión" contra el norte de la península.
Ejercicios bélicos como el Foal Eagle con su aliado surcoreano y el vuelo de bombarderos estratégicos B-52 y B-2 demuestran el accionar de Estados Unidos en el momento actual.
La semana pasada, la armada de este país desplegó en el área dos destructores con sistemas antibalísticos y trasladó hacia zonas cercanas a la RPDC la plataforma marítima autopropulsada SBX-1, que cuenta con radares anticoheteriles.
No obstante, el Pentágono decidió este fin de semana posponer el lanzamiento de prueba de un cohete intercontinental Minuteman III, desde la base aérea Vandenberg, y suspendió para fecha aún no conocida una audiencia en el Congreso estadounidense, donde intervendría el jefe de las fuerzas norteamericanas en Corea del Sur, general James Thurman- quien debe permanecer en Seúl al frente de los más de 28 mil militares de Washington en ese territorio-.
En medio de este escenario convulso, la agencia estatal china de noticias, Xinhua, informó que la República Popular Democrática de Corea podría estar en los preparativos de su cuarta prueba nuclear, de acuerdo con el ministro de Unificación de Surcorea, RyooKihl-jae.
La tercera prueba nuclear de Norcorea se produjo el 12 de febrero; las autoridades insisten que se trata de una contramedida al hostigamiento de Estados Unidos y Surcorea con sus maniobras militares conjuntas.
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