Haití, una pequeña nación del Caribe que nació pobre debido a las exigencias de los colonialistas franceses que les obligaron a pagarles su libertad ganada a sablazos y plomo, está a las puertas de una nueva desgracia con la irrupción de una fuerza multinacional que, por las condiciones imperantes, están lejos de alcanzar allí la normalización política y socio-económica que anuncian.
Cuando se repasa la historia haitiana puede concluirse que muy poco puede esperarse de las soluciones que ofrecen organismos internacionales a la actual crisis, con graves perjuicios para la ciudadanía, horrorizada por las operaciones de bandas paramilitares al servicio del narcotráfico. Un asunto interno que el gobierno de facto del premier Ariel Henry fue incapaz de solucionar.
Organismos como Naciones Unidas (ONU), incapaz de detener el genocidio israelí en Palestina; Estados Unidos (EE. UU.), con sus tres invasiones a Haití, Kenia, que desde la lejana África y mediante condiciones anunció que ayudaría a lograr una estabilidad con el envío de 1000 policías, y otros más, pretenden resolver posiblemente con pocas posibilidades de éxito la más reciente crisis originada por la batalla entre pandillas que están en su territorio y equipadas con modernas armas procedentes de la potencia norteña.
La clave de la batalla de los foráneos contra los delincuentes locales está basada en enfrentamientos y derramamiento de sangre, no en el discurso pacífico. La nueva intervención militar extranjera auspiciada por agentes internacionales causará más violencia. No se trata de una supuesta misión de paz sino de guerra.
Solo muerte, desamparo y abusos acompañan a las ocupaciones extranjeras en el país que hizo la primera revolución anticolonialista en América Latina y El Caribe. El injerencista EE. UU. introdujo allí por la fuerza sus soldados en 1915 y sólo salieron en 1934, luego de retirar medio millón de dólares del Banco Nacional de Haití para su supuesta custodia en Nueva York. Ese dinero nunca apareció.
Bajo la presidencia de William Clinton, en 1994, la potencia norteña envió a suelo haitiano más de 20 000 soldados y dos aviones en un operativo denominado ¨Restaurar la democracia¨ para, supuestamente, resituar en el gobierno al mandatario Jean Bertrand Arístide derrocado, dijeron, por un golpe de Estado. Las tropas se quedaron hasta principios del 2000.
En un segundo mandato, Arístide fue destituido por la fuerza por un complot de EE. UU. , Francia, Canadá y Chile en febrero de 2004 y trasladado de manera arbitraria a Sudáfrica. Soldados norteños volvieron a Haití. De nuevo apareció también en la pequeña porción de La Española una misión de paz de la ONU que solo salió en 2017. Antes, en 1993, esa organización mundial impuso allí lo que llamó labor de mantenimiento de la paz y se retiró en el 2000.
SIN FÓRMULAS PACÍFICAS
Luego del asesinato del presidente Jovenal Moïse (7 julio 2021) que causó la escalada de mala gobernanza y el fortalecimiento de bandas paramilitares, ni la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom) ni la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) encontraron narrativas de diálogo que propicien acuerdos con quienes asolan esta porción isleña de unos 11 000 000 de habitantes en continua huida del territorio nacional para salvar sus vidas.
Tampoco la Organización de Estados Americanos (OEA), siempre activa cuando hay elecciones o golpes de Estado, tomó una decisión que propicie la pacificación de un Estado que carece de gobierno y Congreso Nacional.
No es que este grupo de organizaciones internacionales, algunas regionales y por tanto más cerca del conflicto haitiano no se hayan reunido y conversado y observado las masacres diarias. Sí lo han hecho, pero han tomado el camino más fácil impulsado por la ONU y EE. UU. y el apoyo de naciones desarrolladas. La vía de solución que propusieron algunas entidades internacionales fueron la creación de un Consejo Presidencial de Transición (CPT), integrado por nueve personas, que crearán las condiciones para la celebración de elecciones generales en 2026. Mientras, impusieron, con la conformidad del renunciante Henry una intervención militar foránea.
Luego de dos semanas de integrada esa entidad y en medio de continuas desavenencias, fue electo como su presidente el ingeniero Edgard Leblanc Fils, representante del Colectivo de los Partidos Políticos del 30 de enero, una alianza opuesta al ex primer ministro.
El restablecimiento de la seguridad pública, la organización de la conferencia nacional y la reforma constitucional, la celebración de elecciones generales democráticas, creíbles y participativas, el restablecimiento de la justicia, el Estado de derecho y los derechos fundamentales de los ciudadanos, y la recuperación institucional y económica, son los cinco grandes proyectos que abordará el Consejo. Es aún una incógnita si podrá lograrlo.
Mientras, un aparato de guerra extranjero se va fortaleciendo en tierras haitianas mientras los líderes pandilleros afirman que no negociarán mientras no haya un Estado constituído.
En las últimas semanas el aeropuerto de Puerto Príncipe solo fue abierto para la entrada de tres aviones estadounidenses.
En un mensaje dirigido al presidente keniano, William Ruto, el CPT informó los preparativos con ayuda de los estadounidenses para el despliegue de la denominada Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití.
El diario digital Juno 7 se hizo eco de declaraciones de un asesor no identificado del CPT, que refirió parte del mensaje enviado a Ruto.
¨La población no puede esperar más, debe haber un clima de seguridad en el país lo antes posible¨, reveló la fuente anónima.
Además de Kenia, que se ofreció para dirigir la batalla contra las pandillas en apoyo a la Policía Nacional de Haití, hay otros seis países que mostraron su disposición a enviar sus soldados, entre ellos Surinam, Bahamas y Jamaica, en el Caribe, y Benin y Chad entre los africanos.
EE. UU. trasladó a Puerto Príncipe hace una semana equipos para preparar las instalaciones donde se alojarán los policías de Kenia, según confirmó el secretario de Estado norteamericano Tedd Robinson.
La misión africana, que desconoce el idioma y la geografía locales, comenzará la operación contra las más de 70 bandas paramilitares, con grandes arsenales de ambas de fabricación estadounidense, el próximo día 26 cuando Ruto tiene programada una visita a Washington.
Aunque Robinson no ofreció detalles de cómo actuarán los africanos sin experiencia en ese escenario caribeño, afirmó que recibirán el apoyo del Pentágono. El gasto previsto para la operación, señaló, es de alrededor de 200 000 000 de dólares, solo en material de seguridad.
Empero, algunos observadores estiman que el costo asciende a unos 600 000 000 de dólares en dos años.
Hasta ahora, la ONU informó que se han recaudado 20 000 000, por lo que instó a sus Estados miembros a ser más generosos y costear la misión.
Para los haitianos el mal manejo de los dineros que le son destinados es antigua, pues cambian de mano sin que jamás lleguen a su destino inicial. Ejemplos sobran.
REACCIÓN DE LOS PANDILLEROS
En este contexto, el terror fomentado por los grupos paramilitares, unidos ahora para enfrentarse a la intervención extranjera, dejaron más de 2 500 fallecidos o heridos en el primer trimestre de este año.
El epicentro de la violencia continúa siendo Puerto Principe y la zona metropolitana, la cual puede exacerbarse cuando desembarquen los interventores.
Hasta ahora, más de 360 000 personas se han visto obligados a abandonar sus hogares en esa área. No hay agua, ni comida, ni electricidad. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informa que solo en marzo pasado, más de 53 000 ciudadanos dejaron la capital debido al aumento de los ataques.
Los líderes de las pandillas llaman a una lucha cruenta contra los extranjeros.
El líder de la alianza de bandas armadas denominada Vivir Juntos, el ex policía Jimmy Cherizier, alias Barbecue, afirmó hace pocos días que están dispuestos a librar una batalla todo el tiempo que sea necesario para liberar a Haití de los políticos tradicionales y los oligarcas corruptos.
Berbecue se dirigió a la Misión Multinacional de Apoyo que pronto llegará al país: ¨nadie puede asustarnos, afirmó, ni hacernos creer que nos van a echar de nuestro suelo¨.
Recordó que los haitianos ¨no estamos haciendo una revolución pacífica. Estamos haciendo una revolución sangrienta¨, tras responsabilizar a EE. UU. , Canadá y Francia de lo que calificó ¨será un baño de sangre en Haití.
Otro poderoso líder pandillero, Vitel´Homme Innocent, afirmó que no depondrán las armas mientras no haya un Estado nacional con el cual negociar, lo cual, expresó a una cadena de televisión estadounidense, es imposible con el CPT.
La única solución, expresó, es sentarse y escuchar a Vivïr Juntos y entonces habrá una resolución lo antes posible.
El jefe del grupo Kraze Baryé indicó que ¨son los funcionarios corruptos los que hoy canalizan armas y municiones a las bandas de Haití¨y esclareció, que aunque Haití no puede importar ni exportar mercancías, siempre llegan armas y siempre hay balas, aunque las pandillas no tienen representantes ni en la aduana ni en la frontera. Pero todos los equipos pasan por esos canales. ¿Cómo llegan entonces hasta nosotros?, se preguntó el poderoso pandillero que ataca en especial a la Policía militar.
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