Cuba llora la partida de Mario Limonta, la tarde del pasado 18 de enero, a escasas horas de cumplir de cumplir 89 años. Con su fallecimiento, el mundo del cine y el teatro pierde a uno de sus más grandes exponentes, un hombre que dedicó su vida a la interpretación y se convirtió en referente de la cultura nacional.
Nacido en Guantánamo, comenzó su carrera artística en la década de 1950, cuando el cine cubano experimentaba una efervescencia creativa sin precedentes. Su talento innato y capacidad camaleónica para habitar cada personaje con una autenticidad desgarradora, lo llevaron a participar en numerosas producciones cinematográficas, teatrales y radiales que resonaron tanto en Cuba como en el mundo.
Con una trayectoria multipremiada en la que destacan lauros como el Premio Nacional de Televisión en 2009 y el Premio Nacional del Humor en 2016, Limonta cimentó su grandeza en la brillantez de un talento que iba más allá de la mera interpretación. Él vivía cada papel, lo hacía suyo, lo llenaba de matices para enriquecer el guion, transmitiendo una humanidad palpable que conectaba profundamente con la audiencia.
Recuerdo indisoluble es su interpretación de Sandalio el vola´o en Alegrías de Sobremesa, junto a su bien amada Aurora Basnuevo, compañera de vida y legado. Imborrables siempre serán su voz profunda voz y mirada penetrante, pues quedaron grabadas con cariño en la memoria de quienes presenciaron su actuación, en una lección magistral de cómo la sencillez puede alcanzar la sublime expresión artística.
Un aspecto notable de su carrera fue su compromiso con la cultura cubana. Limonta se convirtió en un embajador de la identidad cubana a través del arte, con roles que rompieron moldes, mostraron la fragilidad y la fortaleza del ser humano en un contexto social específico y universal a la vez.
La memoria de Mario Limonta dejará su impronta en el camino de las nuevas generaciones de artistas cubanos, para reivindicar la inmensa potencia del teatro, del cine y de la actuación como forma de expresión humana en su máximo esplendor.
Hoy, tras su dolorosa pérdida, lo recordamos como un gigante del arte cubano. Su espíritu vivirá en cada escena, diálogo y en cada historia que nos legó.
En este homenaje póstumo, celebramos no solo su vida, sino también el impacto profundo que tuvo en nuestra cultura y en todos aquellos que se sintieron tocados por su talento. Descansa en paz, maestro.
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