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sábado, 21 de diciembre de 2024

Para pensar a Cuba en imágenes

El investigador Rafael Acosta de Arriba dialoga sobre el primer Taller Académico sobre Cultura y Visualidad y las consecuencias de vivir en un tiempo en que la imagen hegemoniza la vida cultural...

María Carla Gárciga en Exclusivo 02/05/2013
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Taller Académico sobre Cultura y Visualidad
Obra: Horizontes 2002, Lidzie Alvisa

Seducciones de la imagen. Otras miradas de la investigación cultural en Cuba. Con este sugestivo título se celebró en el Instituto Juan Marinello el primer Taller Académico sobre Cultura y Visualidad. Acerca del evento, las relaciones entre imagen y cultura en la Cuba contemporánea y los estudios que se encuentra desarrollando en este ámbito, dialogamos con el investigador Rafael Acosta de Arriba.

—¿Cómo y por qué surge la idea de efectuar el primer Taller Académico sobre Cultura y Visualidad?

—La idea surgió a partir de la toma de conciencia del atraso existente en la academia cubana en los temas vinculados con la imagen. Si a esto le unes la actualidad de dicho asunto, pues se refuerza el apremio por iniciar en el país reflexiones sobre ello. Hace muchos años que vivimos a escala global en la “era de la imagen” (o de los ordenadores, o digital, como quiera que se desee llamar) y en Cuba el pensamiento en torno a estas cuestiones está muy atrasado. Ese fue —y es— el motivo principal de su gestación.

—¿Cuáles son los objetivos y propósitos que se trazó el comité organizador con la realización del evento?

—En correspondencia con lo dicho antes, nos propusimos convocar a un grupo de especialistas e interesados para producir una arrancada en serio de las discusiones sobre la imagen, y que no se prolongara más la parálisis de pensamiento sobre tan urgente cuestión científica y académica. Era importante, también, llamar la atención sobre tal carencia, mover la preocupación, trasladarla, hacerla extensiva a otras instituciones e investigadores.

—Después de haber concluido, ¿cual es su valoración acerca de los resultados del taller?

—Creo que se cumplieron los propósitos modestamente. Digo modestamente porque se evidencia que el nivel de profundidad de las ponencias sobre la cuestión es irregular y todavía —no puede serlo, claro— no se concentró la discusión en las cuestiones más esenciales, aunque algunos las tocaron. Contamos con reconocidos especialistas como los doctores Zoila Lapique, Mario Masvidal, Carlos Venegas, Rodrigo Espina y Yoel Cordoví. Más de diez instituciones estuvieron representadas. También asistieron muchos jóvenes ansiosos por conocer cómo se abordan los temas de la imagen que tanto interesan a la juventud, aunque mayoritariamente sabemos que dicha inclinación es más como entretenimiento que por otras razones. Al evento se vino a conocer el lado intelectual y científico del asunto, cuáles son las consecuencias de vivir en este tiempo en que la imagen, en cualquiera de sus formas, hegemoniza la vida cultural del mundo de hoy.

—De acuerdo a su experiencia como investigador en el campo de la visualidad, ¿podría comentarme cómo se están produciendo en la actualidad los vínculos entre cultura e imagen en Cuba?

—En Cuba está sucediendo lo mismo que en todo el mundo, pero relativizado y atenuado por varios factores (monopolio estatal de los medios, ideologización del mensaje, dificultad para acceder a Internet, pocos canales de televisión y revistas especializadas, etc.) que no son desdeñables. Sin embargo, el efecto uniformador, hipnótico, desmovilizador de conciencias, no ha dejado de existir en la población y sobre todo en los jóvenes. Se deja de leer gradual y aceleradamente, las estrellas del gran espectáculo (ya sea de la farándula o del deporte) se convierten en los nuevos paradigmas de los jóvenes y se produce ese estado de distanciamiento de los problemas sociales que es una de las grandes pérdidas que ocasiona todo esto.

“Desde el punto de vista de la academia, no se estudia el tema como se debiera, salvo el invalorable y sustancial aporte del Centro Cultural Criterios y su revista, pero cuyo empeño de actualización teórica, sumamente importante, se mueve solo dentro de minorías. Entre Criterios (gracias a la entrega de Desiderio Navarro y sus colaboradores) y un poco que aportan la Fundación Ludwig, el ISA y las facultades de Historia del Arte de las universidades del país, más algunos especialistas que aisladamente reflexionan sobre el asunto, no hay mucho más donde encontrar ideas.

”En el taller se analizó la visualidad cubana desde diferentes ángulos: el antropológico, el histórico, el sociológico, el de la crítica de arte, el semiótico, el patrimonial; de manera que hubo muchas perspectivas”.

—¿Qué líneas se encuentra desarrollando en sus investigaciones sobre cultura y visualidad?

—En primer término, sigo trabajando en mi proyecto de investigación en el Instituto Juan Marinello, que versa sobre cómo la fotografía artística de las últimas dos décadas ha registrado y reinventado icónicamente la sociedad cubana, en un período de grandes transformaciones puestas en marcha a partir de la desaparición de la URSS y el denominado campo socialista. Es un tema apasionante, porque se ve emerger una visualidad sorprendente (lo racial, lo marginal, lo religioso, el género, la visualidad parlera y callejera, etc.) que normalmente se difumina en algunas exposiciones, catálogos y en los archivos digitales de los artistas; pero cuando lo reúnes todo y lo ves así de conjunto, ese diorama de imágenes te dice mucho sociológicamente sobre nosotros mismos.

“A partir de ahora trabajaré en organizar junto al joven Reinier Borrego, padre de la iniciativa del taller, la segunda versión del evento. Seguir produciendo sobre el tema es una constante. Desde luego, mis últimos tres libros (y algunos de autoría colectiva) tienen que ver con la visualidad, la imagen y las artes visuales específicamente; es decir, mantengo una reflexión permanente sobre estas cuestiones y trabajo en una compilación de textos sobre fotografía para entregarla a la enseñanza superior, donde esta disciplina carece de textos de estudio.

”Encabezo también una gestión colectiva para elaborar una Historia del Arte en Cuba, gran carencia en la literatura especializada del país, en coordinación con el ISA, la Universidad de La Habana y un grupo de especialistas”.

 


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María Carla Gárciga


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