¿Es difícil ser mujer y dirigir en el cine? ¿Existen estereotipos de género que limiten el trabajo de las mujeres como productoras y directoras en la pantalla grande? A estas y otras interrogantes respondieron un grupo de mujeres, protagonistas de un encuentro teórico que tuvo invitadas de lujo como Rebeca Chávez, Marilyn Solaya y Laura de la Uz, entre otras.
“Parece que fue hecha por un hombre” —así le elogiaron a Rebeca Chávez su película Ciudad en Rojo en un pasillo del ICRT hace unos años. Rebeca, sentada en una silla de la sede del Festival de Cine de La Habana en una casona del Vedado recuerda hoy cómo aquellas palabras la indignaron. Sin embargo, tiene una premisa: lo que han logrado las mujeres en el cine lo han logrado por su esfuerzo, no se los ha regalado nadie.
Por su parte, Marilyn Solaya, quien se ha formado desde los estudios de género, comenta cuán difícil resulta para las mujeres acceder a la dirección de proyectos audiovisuales y documentales, “aun cuando todos y todas entramos al mismo espacio pero no en igualdad de condiciones, porque algunas personas nos siguen viendo como madres o cuidadoras, con otras responsabilidades en el hogar. El espacio del cine es machista, y nos miran mal. Porque se supone que las mujeres tienen que ser líderes para poder llevar un equipo completo; deben saber manejar la tecnología —como si esos fueran exclusivamente asuntos de hombres—”. Pero cuando se decidió a hacer películas se cuestionó si debía hacerlas como los hombres o como las mujeres.
“Si voy a filmar, voy a filmar historias donde las mujeres sean quienes crean la acción y resuelvan los problemas en las películas. Cuando empecé me di cuenta de que las mujeres en el cine para poder encajar debían reproducir los estereotipos de lo que para ellas era ser una mujer, y por ahí he desarrollado la temática de mis obras” —agregó la directora de Vestido de novia.
Vivir en una sociedad patriarcal genera este tipo de discusiones en el siglo XXI. Vivir en un país donde las revoluciones fueron impulsadas por hombres es también pensar patriarcalmente, aun cuando la presencia de las mujeres es notable desde los inicios de las luchas independentistas en Cuba.
Sin embargo, para la también directora de cine Patricia Ramos, es importante tener un proyecto escrito, aun cuando existe un gran temor a dar recursos a las mujeres. “La actitud es existir, no pedir permiso, escribir y hacer. Las mujeres son las grandes contadoras de la historia de la humanidad. De generación en generación han sido las abuelas y las madres las que les han contado historias a sus hijos. Es un espacio que tenemos históricamente”.
Para la joven productora Claudia Calviño, este es un momento especial para buscar estrategias y soluciones que sumen a las mujeres al cine desde otra perspectiva. Romper con los estereotipos que ubican a las féminas en estos espacios como maquillistas, vestuaristas o actrices, en los tiempos que corren, resulta erróneo.
En este sentido, la actriz Laura de la Uz agregó la necesidad de hacer un llamado a las mujeres para que produzcan. “Las mujeres somos productoras por excelencia, sobre todo las cubanas, que somos las dueñas de nuestros hogares y estamos acostumbradas a producir en ellos”.
Aunque Cuba no es un país que sobresale por tener directoras y productoras en el cine, estas ocupan un espacio considerable en las aulas de la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, entidad que también es dirigida por una mujer, Susana Molina, quien además estuvo presente en este intercambio y dialogó sobre sus experiencias.
Celia Ledón, directora de arte, considera que dirigir desde el género resulta difícil, pero no imposible. “El hecho de que hayan muchas o pocas mujeres haciendo cine no es lo importante. Lo importante es que las hay. Sin embargo, pocos hombres son vestuaristas o maquillistas” —agregó.
Incluir a las mujeres en el rol de directoras o productoras es una oportunidad para que demuestren qué tienen que decir detrás de una cámara, qué historias pueden contar desde sus perspectivas y vivencias. En un contexto donde el cine adquiere un discurso de género es importante que no pierda su raíz, el discurso artístico.
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