//

martes, 24 de diciembre de 2024

La Poesía más allá de los puentes

La experiencia de alguien que mira el universo desde la ventana de una Isla, y otra que ha pasado por tantas esquinas del mundo. Así se encontraron Los Escribas del Agua y Alas de Funámbula para entregar la silueta pendular de El equilibrio Tartamudo...

Julio Cesar Sánchez Guerra en Exclusivo 09/07/2024
0 comentarios
Poesía
Poesía

Hay puentes muy antiguos, casi medievales, puentes de madera, o de hierros colgantes sobre las torres y los siglos. Puente pequeños y modestos por encima del humilde arroyo, o imponentes sobre el Nilo.

Pero todo puente nos lleva al otro lado, la otra orilla, cercana o distante, porque un puente es una entrega, un abrazo, una puerta abierta al que no tienes que dar santo y seña para pasar. Y más allá de los puentes, siempre hay una historia, otra guitarra, la poesía que perdura en lenguas y memorias porque la poesía es el más gigante de los puentes.

El Festival Internacional de Poesía de la Habana, es un puente por donde pasan diversas voces del mundo, con sus ritmos y decires, con la palabra untada de viejos dolores y esperanzas. A veces escuchamos un poema en lengua extraña y no entendemos nada, pero sentimos que algo nos llena el corazón, como un himno a la alegría, o la rasgadura de la Patética, Sonata de Beethoven.

Fue en uno de esos eventos donde conocí a la poeta española Ángeles Mohedo. La poesía tiene el don de convertir a las personas en viejos conocidos, y hablamos de Andalucía y de La Habana, y nació el proyecto de escribir un libro juntando las palabras: Una voz de Cuba, la otra de España; La mirada de un hombre y una mujer. La experiencia de alguien que mira el universo desde la ventana de una Isla, y otra que ha pasado por tantas esquinas del mundo. Así se encontraron Los Escribas del Agua y Alas de Funámbula para entregar la silueta pendular de El equilibrio Tartamudo.

Los Escribas del Agua, se preguntan por el tiempo, porque lo terrible no es que un hombre no pueda bañarse dos veces en un mismo río como decía Heráclito, sino que el hombre que se lanza ya no es el mismo. Alas de Funámbula, nos recuerda que “el equilibrio es permanentemente inestable”, oxímoron vital del péndulo, y que el equilibrista en la cuerda de esta historia, no tiene más alas que la poesía.

Entonces se arrimaron estos dos libros. No se trata de cortar y pegar, sino hurgar en las entrañas de la poesía para poner sobre la mesa aquellos poemas donde se alza la misma experiencia, rasgada con otra garganta, y al mismo tiempo, dejar que un poema intente dialogar con el otro para dar vida la escritura creativa de otro verso, sin que fuera el viejo conocido cadáver exquisito de los surrealistas.

No sabemos si esto último lo logramos del todo; es que el tiempo y las imágenes se nos escabullen en el bolsillo de los días, ¡y es tan caprichosa la poesía!  Pero el puente sigue ahí, esperando por el cruce de los viajeros.

Si en los Escribas…, nos encontramos con el Túnel de la Nada, donde se dice. Ojo que me mira y me calla / desde allá veo el silencio de unas palabras/ que se desgranan como estrellas errantes en la noche. En   Alas… el equilibrio frágil de la cuerda floja, asegura: Y entonces, la permanencia inestable / de cualquier equilibrio/ generó un halito de transcendencia / una tierna consistencia/ absolutamente, de nuevo, vulnerable.

Y desde El Túnel, que es un puente a lo invisible, hasta la cuerda floja donde se balancean los contrarios, se construye una nueva puerta, un pasadizo a la otra memoria de la luz: El ojo que me mira, / el túnel de la nada / descubre el equilibrio / permanentemente inestable / el equilibrio es un aguacero / en el ojo de la nada / Equilibrio que pasa por el silencio de las palabras / es inestable, y nos salva.

El Equilibrio Tartamudo tiene por imagen de cubierta, una obra del artista pinero Rafael Calvo González, “Islas Fractales II” Imagen laberíntica arrancada con poderosa imaginación, de las cavernas que guarda los viejos secretos de la memoria circular de nuestra isla.

Ahora, el viejo puente está listo para dejar pasar el filo de un poema de Ángeles Mohedo, El Tama Tama, y que rinde homenaje al músico cubano Omar Sosa, y al senegalés Seckou keita: Curar a corazón abierto las heridas…Tama Tama para recoger tanto aire como se pueda / aprisionarlo con alas en los en los pulmones/…ama silo  felé, ama tama wa….

 Volverse Tama Tama y reclamar la belleza, restaurar los puentes en el silencio, para alcanzar, el territorio unitivo de la poesía. Y el péndulo se mueve, rozando las orillas, hay dos patrias en las entrañas.


Compartir

Julio Cesar Sánchez Guerra

Pinero de corazón. Pilonero de nacimiento. Cubano 100 por ciento. También vengo de todas partes y hacia todas partes voy. Practicante ferviente de la fe martiana. Apasionado por la historia, la filosofía y la poesía.


Deja tu comentario

Condición de protección de datos