Donde la calle Obrapía se encuentra con Mercaderes y San Ignacio, justo en el número 157 del corazón de la vieja Habana, está emplazado uno de los centros indispensables a considerar si de reivindicar la cultura africana en Cuba se trata. En eterna sintonía con dichas raíces, el Museo Casa de África abrió sus puertas el 6 de enero de 1986 con la misión de educar al pueblo cubano en la historia, la cultura y el arte de ese continente. Tres décadas después ha logrado erigirse, más que como una institución artística, como “un museo de características etnológicas, antropológicas e históricas”, a decir de su actual director, Alberto Granado Duque.
Con entrada libre y abierta de martes a sábado entre las 9:30 a.m. y las 4:30 p.m., y los domingos hasta el mediodía, la institución es sede habitual de exposiciones, talleres y actividades culturales. De forma gratuita, el museo ofrece la posibilidad de realizar visitas libres y/o guiadas, consultar materiales didácticos en la biblioteca especializada y constituye el único en América Latina en el que la totalidad de las piezas son el resultado de la colaboración entre Cuba y África, por lo que la extensa colección de objetos donados incrementa su valía como resultado del intercambio y la amistad entre líderes de ambas naciones.
Por considerar las fronteras como un atraso del colonialismo, la dirección del centro transgrede el estrecho coto de los límites geográficos, presentes solo en los mapas, para visibilizar el arte y las tradiciones que comparten los pueblos de diversas regiones, como si de una sola patria se tratara. Por ello, las salas están divididas atendiendo a criterios cronológicos y de manifestaciones artístico-culturales, en lugar de por países.
Los espacios de exposición en la planta baja van mostrándole al visitante desde el África tradicional y culminan, en el tercer piso, con la contemporaneidad. En el trayecto, es fácil apreciar cómo los elementos propios de esa tierra se evidencian aún hoy en nuestra música, danza, vestuario, costumbres culinarias, filosofías populares y, por supuesto, sincretismo religioso.
Las primeras exhibiciones relatan los orígenes del proceso de esclavitud, de la religión yoruba, la llegada a Cuba de los primeros hombres y mujeres cautivos por un régimen de maltrato y ambición y narran una historia compleja que, como componente fundacional de nuestra identidad, no podemos desconocer.
En el segundo piso se ubica la sala de la etnografía y la antropología, que nos introduce a los estudios de Don Fernando Ortiz, cuyas obras constituyen hoy Patrimonio Cultural de la Nación y solo se encuentran, además de en el mencionado inmueble, en la Biblioteca Nacional José Martí y en la Fundación Fernando Ortiz.
Concluye la visita, en el tercer nivel, con una muestra de arte contemporáneo que representa a los nuevos Estados africanos correspondientes a los países según su nueva división político-administrativa —única exposición dentro del museo que se organiza en función de tal criterio— y que muestra cómo África también posee un gran desarrollo en esta modalidad artística.
Asimismo, el centro suele exhibir exposiciones transitorias, habitualmente vinculadas a las fechas de obtención de independencia de naciones africanas, a la conmemoración de eventos relativos a las relaciones bilaterales y a períodos específicos como la temporada estival, cuando el museo se inserta al proyecto Ruta y Andares con variadas iniciativas para los más jóvenes. Entre estas, el verano pasado el centro orquestó los talleres de Capoeira y Lo llevamos rizo.
Cada mes de abril, el inmueble es sede del proyecto Danza Callejera, mientras que en noviembre se realiza el Festival de Tradiciones y Costumbres Habaneras “La Habana de José Luciano Franco", evento que transita por varios municipios a través de las Casas de Cultura donde investigadores y residentes de la comunidad debaten sobre las tradiciones de cada territorio. Asimismo, los terceros viernes de cada mes tiene lugar el aula-taller homónima, donde estudiosos del tema negro presentan sus pesquisas y diplomáticos africanos rinden tributo a su historia y líderes.
Otro rasgo medular de la Casa de África es la biblioteca especializada Don Fernando Ortiz, dedicada al tema africano y su diáspora. Contiene una amplia colección de literatura referente a África, tanto de la religiosidad popular como de colecciones etnológicas, diccionarios en lenguas de origen africano, fotografías, mapas, materiales audiovisuales, así como de la literatura negrista cuyo máximo representante Nicolás Guillén y un archivo histórico donde encontramos documentos manuscritos y mecanuscritos de Luciano Franco y Ortiz.
“Las colecciones que tenemos revelan las maravillas de las que son capaces los pueblos africanos a través del desarrollo de sus culturas. Queremos dar otra imagen: la del desarrollo, la de las civilizaciones que existieron y de las que no se habla cuando se menciona a África”, aseveró Granado Duque.
Visitar la Casa de África es imprescindible para conocer por qué no se puede hablar de la historia de Cuba sin mencionar al continente del Sahara. Este inmueble ha hecho de su leitmotiv la preservación y divulgación del patrimonio de esa tierra y del cubano descendiente de ella, para erigirse como referente obligatorio para todo heredero de esas raíces que pise nuestro país y, por tanto, como el hogar de la cultura africana en la Isla.
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