Los integrantes del proyecto “Dentro del juego” llevaron una de sus piezas más exitosas a la Bienal de La Habana. Se trata de “Cascada en Loop” y consiste en un camión con una proyección en su cama trasera en la cual se puede observar agua cayendo.
No solo existe sencillez en la propuesta, sino que apunta hacia la locuacidad de los códigos en el arte contemporáneo, que está más interesado por decir bien, que por hacerlo de manera ampulosa o superficial.
Visto de esa manera, el proyecto ha hecho con esta pieza una justicia poética a la propia existencia de su arte y de tal manera se ha defendido con total coherencia. Los integrantes de este grupo situado en la ciudad de Santa Clara han sabido sortear y proponer en un evento como el de La Habana una pieza que no se avergüenza de lo que es, sino que por el contrario nos lo lanza en el rostro.
Y es que “Dentro del juego” no solo es un juego, sino que ha hecho de la pervivencia una especie de logro por encima de la falsa noción de éxito. El grupo es heterogéneo y caótico, sin forma y a la vez propositivo, todo ello ha hecho que posea un magma que a la par que lo hace respirar lo ha detenido en más de una ocasión y ha generado fallas y cortocircuitos de los cuales se ha salido más fuerte.
De esto doy fe como uno de los que desde hace tiempo sigue no solo el trabajo que hacen en la vida pública, sino aquello que han colocado en sus perfiles de Facebook y que forman una magia especial y minuciosa en la cual hemos de adentrarnos para entenderlos.
Cualquiera diría que los muchachos, porque todos son jóvenes, han querido reproducir en Santa Clara un arte que ya ha sido manido en las capitales del mundo, pero es que ellos no quieren ni la notoriedad ni la originalidad, al contrario, solo han ido por la expresión sin que la representación o la materialidad sean impedimentos.
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La propuesta no solo es una subversión de las artes, sino que se atreve a serlo de la realidad de una ciudad cubana. En tal sentido, la cascada aparece en medio del entramado y rompe con la monotonía de los autos y de las personas que pasan y expone de esa forma un signo diferente, uno que nos lleva a cuestionar si esta es la vida que queremos, si acaso no es mejor refrescar en otra vida.
El agua como un elemento que nos trae a la mente el descanso, la pasividad, lo que está lejos de las tensiones cotidianas; es un símbolo de las aspiraciones ocultas de quienes van por las aceras y las calles. Deseo que de pronto se ve materializado y que surge como una epifanía.
Ese es el concepto de la cascada, la aparición, lo que no posee explicación lógica porque simplemente no debería estar allí y es que en verdad no está ya que se trata de un holograma.
No podemos mojar nuestras manos en esas aguas, no nos podemos meter en la caída abundante de los chorros, pero sentimos que está ahí, vigente y real. El virtualismo como una de las categorías de la posmodernidad irrumpe en lo tangible y lo sustituye y los que están presentes lo aceptan como una convención. Ya no es un camión tosco, de carga, feo, con todos sus achaques, sino una pieza que exulta belleza, paz y quintaesencia.
Y es que, si no hubiera una realidad de la cual escapar, “Cascada en Loop” no tendría sentido, de esa forma la pieza es un diálogo conflictivo con la verdad que nos toca, con esa irrenunciable vivencia.
Lo que sí resulta un reto es el viaje de la pieza hasta La Habana y su propuesta en un evento en el cual será vista con otras tensiones e intereses. Los que concibieron el proyecto lo saben y se arriesgan, no hay de otra.
En una Bienal, no se vive de forma igual esa tensión primaria con el arte, sino que existen mediaciones. Y es que, en lo referente a la representación, la cascada no posee ambiciones, de hecho, apuesta por su propia disolución, como elemento del arte que no aspira a lo eterno.
Más allá de la cascada está la crítica especializada que querrá ver en la pieza sus propias ilusiones conceptuales y no la virtualidad de un mundo real que se nos avalancha. Porque además existe un vértigo en la pieza, una especie de abismo subyacente al cual nos vemos abocados, una imaginería terrible que se vive como una amenaza.
“Cascada en Loop” pareciera no estar en Cuba, incluso no existir, pero allí está y es una de las piezas que define el trabajo de los últimos tiempos de uno de los grupos que más juega con la materia conceptual en Cuba y cuya impronta estamos aún por validar al nivel que ellos merecen.
El arte no es solo el que se exhibe, el que se vende o el que se toma como arte, el arte es y tiene que seguir siendo, una de las variables de la libertad humana en la cual revertimos lo que no queremos, proponemos lo que queremos y soñamos con avanzar más allá. Ese es el abismo de sentido que la cascada nos ha regalado, sin que medien otras pasiones más allá del humilde deseo de que vivamos la experiencia según nuestros valores y jerarquías personales
Villa Clara es una provincia en la cual existe una tradición de artistas que en su tiempo rompieron los moldes de lo establecido. En ese paisaje se están situando los de la voz colectiva, los de la identidad amorfa, los de los muchos contornos, que ahora vuelven sobre las aguas, aunque ello sea un ejercicio casi bíblico.
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