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lunes, 18 de noviembre de 2024

La belleza de filmar

El cine real, que no el realista necesariamente, no está para blasfemos, sino para constructores de sentido...

Mauricio Escuela Orozco en Exclusivo 19/09/2018
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La Habana de Festival del Nuevo Cine Latinoamericano 2
Festival de Cine, un lujo para muchos (Carlos Ernesto Escalona / Cubahora)

Pasarse por La Habana en tiempos de Festival de Cine es un lujo para muchos guajiros del interior, dormimos en casas de nuestros amigos y parientes, incluso en casas de campaña junto a la fuente de la calle 23 o cualquier descampado. La cultura es un acceso de tantos que la Revolución puso a nuestro alcance, un gustazo.

Alfredo Guevara, ese caballero del cine, percibió que el hemisferio necesitaba de una lógica descolonizadora, que invirtiera los papeles donde nuestro continente era el patio trasero y, en ocasiones, el trasero del Imperio. Más allá de los grandes clásicos de la gran pantalla, la obra de Hollywood se fue tornando cada vez más de derechas tras casos como el Código Hays y el macartismo.

Un genial director de cine norteamericano, de grandes cintas, fue parco al declarar ante los tribunales del anticomunismo: “Hago westerns”, salió absuelto, porque eso, las películas de guapos del norte, le cuadran mucho a la ideología del poder. Recordemos aquella cinta “Brokeback Mountain” que causó ojeriza en la extrema derecha yanqui porque “dos vaqueros eran maricones, dos tipos de los duros, de los nuestros”.

Contra esa lógica, la de Rambo, se rebelan anualmente realizadores incluso de los mismos Estados Unidos, vienen cámara en mano a disfrutar de un momento de total arte, donde no importa cuánto tienes en el bolsillo, sino filmar o ver una cinta.

El cine es ideología, de hecho se trata del gran artificio de los tiempos, ya pocos leen “Cumbres borrascosas”, sino que ven la película, otros se casan con la visión de la historia que dan las súper producciones, las cuales claro está nunca van a hablar de capitalismo, pobreza, exclusión, derechos humanos y esperanza.

Quienes no quieran ver a la política por todos lados, la sufrirán por todos lados, así de simple, por eso Alfredo, como intelectual orgánico no sólo organizó el Festival, sino que supo hacer de este un podio para que el hombre y no el capitalista hiciera gala de su humanidad, desperfecta, pero llena de ilusiones. La utopía tiene el valor de hacernos avanzar y eso, avanzar, es lo que necesitamos.

Mientras en el norte se encabritan porque dos vaqueros sean gays, en Cuba llueven proyectos atrevidos, cuáles de ellos más cuestionador de las diferentes enajenaciones, ya sea en el capital o en medio del proyecto socialista cubano; quienes acusan al sistema nacional de censurador olvidan que clásicos como “Fresa y chocolate” supieron decir mucho y bien, en un momento álgido de la verdad.

No debemos permitirnos desesperanza, tedio, falta de miras, de eso hemos tenido demasiado en el duro camino por hacer una sociedad sin billeteras que dicten la norma del consumo.

En lo personal, recuerdo que si no fuera firme en mis ideas, hubiera terminado con las venas cortadas tras ver el film “Retorno a Ítaca” que se intentó exhibir en nuestras salas. De esas marcas hemos tenido mejores exponentes, como “90 millas” drama donde los hay y que fuese visto, sin que mediara ningún Torquemada.

Es bueno verlo todo, pero mejor es analizarlo todo, por otro lado no todo merece el beneficio de los grandes escenarios, del podio del cine. Otra cinta “Santa y Andrés” contrapuso a la figura de Martí contra la Revolución, dos verdades tan unidas como el embrión a su madre. Como cinta merece verse, discutirse, pero no el privilegio de que se le reconozca, cuando sabemos que contradice valores medulares.

Michael Moore, disidente norteamericano y cineasta, recibe a diario amenazas de muerte por sus performances y películas, sin embargo nadie puede decir que en Cuba se le acuse a nadie de nada por leer o ver algo, al menos no ahora que se extirpan tantos demonios, los cuales crecen hasta en los más floridos paraísos.

Como ejercicio académico recuerdo haber analizado “The lost city” de Andy García, otra visión pesimista y desbalanceada de la historia cubana revolucionaria, una que asume la defensa de los ricachones y los terratenientes, colocando a algunos agoreros de entonces como los depositarios de una secreta verdad democrática. En realidad, el film, malo entre la producción de García, no peca de malo por ideológico sino por panfletario, falto de matices, discursivo, previsible.

En medio de ese oasis de ataques, de jergas ideológicas, de cineastas más o menos conscientes de que mienten o dicen la verdad, se creó el Festival, una apuesta por el debate, donde jamás se premió un film mediocre, donde tenemos siempre la necesidad de más de un visionaje, para llevarnos la esencia.

Cuba es una isla de imágenes, un país aún intocado por la idea colonizada, pero en medio de las miras de otros que quisieran arrasarnos, quizás por eso en un reciente film incompleto se agrede a Martí, a quien es muy fácil ofender ahora que no tiene su propia vitalidad para defenderse, aun así  ¡pobre de quien blasfema!.

El cine real, que no el realista necesariamente, no está para blasfemos, sino para constructores de sentido, con la mente puesta en ese gran espacio de democracia, esperanzador, en esa sonrisa de Chaplin que nos dice cada año, cuando suena el Festival, ¡adelante, la vida es bella!


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Mauricio Escuela Orozco

Periodista de profesión, escritor por instinto, defensor de la cultura por vocación


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