Entramos en el universo de lo visual, uno de esos espacios que tras la modernidad se explota para el bien de la mercadotecnia y la conducción sumisa de las masas. Ese mundo feliz, diseñado a la medida del traje del dinero, solo se puede imaginar mediante íconos de poder, señaléticas inviolables, cánones de leyes que por absurdas no dejan de estarse allí draconianas. Hoy el diseño, las artes plásticas, lo que llena la vista, son cotos cerrados a la crítica veraz y el pensamiento, a la inteligencia y la justicia. Hablamos de la época de la imagen, donde el contenido pareciera que poco importa.
Pero en un inicio no debemos despreciar la enseñanza, los artilugios y técnicas del mundo visual, al contrario, hay que darles su justo lugar, ponderar el arte entre la industria, subrayarlo bajo el más genuino sufragio. Cuba, en medio de este mundo post-todo no escapa a la época de la imagen, aunque nuestras escuelas gocen como tradición de un merecido respeto. Allí está San Alejandro, academia que nos entrega lo mejor de las artes plásticas, cuna de lo pictórico cubano, verdadera joya en medio del Caribe. Pero por un instante cerramos los ojos y al abrirlos nos preguntamos dónde están y qué hacen los tantos graduados de la academia o no, que entran en el mundo visual.
Hay, debemos decirlo, un interés mercantil en muchos, tanto que se nos pasan las generaciones sin que hallemos un discurso coherente y propio en muchos de estos noveles artistas; por otro lado, el sistema de promoción y premios no siempre funciona como está propuesto: más de una vez los jurados se equivocan (quiero pensar que solo se equivocan). Quienes hoy pintan se hallan entre el mercado y la pared, o hacen acuarelas con carros viejos para la candonga de la Habana Vieja, o complacen a un mecenas comprador de turno, o siguen la coletilla de algún colega que tenga éxito y viaje. Existe más la percepción del artista exitoso que la del triunfador o el consagrado.
Tiene la culpa también la institucionalidad, que ha dejado de la mano a muchos muchachos con talento real que fueron a darse de bruces con el capital. Nada importa que la academia prepare, estimule el gusto, impulse, si luego la realidad resulta pobrísima, con pocos eventos serios y muchos cenáculos artísticos de difícil acceso y que además no siempre se componen de forma justiciera. Se olvida esa institucionalidad de la naturaleza misma del arte, al querer cosificarlo y no moverse dialécticamente; entonces vemos que la mentalidad de la imagen para el mercado toma sitio.
Hace unos años, las Escuelas de Instructores de Arte llenaron el país de prometedores artistas, de pronto no había que pasar por San Alejandro. No obstante, hoy esos mismos graduados encuentran escollos para lograr su Registro del Creador, ser reconocidos, formar parte de la vanguardia o simplemente exponer. El resultado: se van de las instituciones, abandonan nuestro circuito, cambian de discurso, son captados por el comercio banal o se dedican a otros trabajos. La democratización que tanto dinero y esfuerzo costó, se tira por la alcantarilla.
Hay, sí, una Bienal en La Habana, a la que los artistas de provincia van o no con mucho trabajo, pero sabemos que hay frustración en no pocas Casas de Cultura, sitios donde se siembra la semilla de quienes mañana serán nuestros pintores, diseñadores, escultores. Trabajar sin un horizonte profesional o remunerativo no atrae a nadie, menos a los más jóvenes. Allí vuelve a fallar la institucionalidad, que piensa que todo termina en la universidad y el servicio social, ¿y luego qué?
Tengo muchos amigos pintores, alguno bien cercano es instructor de arte y jefe de cátedra de una Casa de Cultura. Lleva años en ese heroico papel a pesar de sus escasos 29 años. No participa en la candonga, no hace arte complaciente, se paga él mismo los recursos y realiza mil esfuerzos para exponer. Su amor por la pintura no tiene límites. No obstante, debe aguantar la dureza con que se trata su obra, por no provenir de la academia o que hasta hace poco le fuera casi imposible hacer su Registro del Creador. Otro artista que conozco, graduado de San Alejandro, carece de obra pictórica, pero pudo acceder a una cátedra en el Instituto Superior de Arte y a facilidades que para muchos son quimeras. Una vez más se equivocan los jurados de la vida, esos que pusieron a Van Gogh a comer tierra mientras alababan obras menores.
Muchas historias hay de pintores grandes que fueron desconocidos y hasta pasaron hambre. Sin ir más lejos, nuestro Fidelio Ponce firmaba sus cuadros con las siglas PLC (Por La Comida). Pero se supone que las instituciones estén allí para aliviar el duro camino de esos que deciden jugársela a la musa, o al menos quiero pensar que es así. En la práctica, los cenáculos controlan cátedras, mienten sobre el talento de unos y difaman a otros, ningunean, desprecian o alaban, compran o se venden.
La época de la imagen del mundo, esa que precia tanto a la banalidad, ha llegado con fuerza a Cuba. Si no corremos, pronto habrá que alfabetizar a muchos que se irán con la imagen de una Cuba colonizada mil veces, con el carro viejo y roto a orillas de una acera o la mulata semidesnuda en la playa, o el tabaco con la botella de ron Havana Club. ¿Estaremos a tiempo?
Francisco Rivero
25/6/18 10:19
Este texto del Sr. Mauricio Escuela Orozco, tiene a bien de indicar varios frentes en relación a la artes visuales y su proyección en la sociedad
Desearia comentar primeramente lo referente a la formación de los estudiantes en los niveles de la Academia, y Estudio Superior, en atención a lo que observo, me permito sugerir que hay que trabajar a un mas en el noble fin de que los jovenes despierten el interes y de sus pontencialidades propias en la adquisicon plena, del conocimientos en la ciencias humanas, de la historia de Nuestra America y del Caribe, hasta diria el reforzamiento del dominio de la gramatica y el lenguaje del nuestro idioma el castellano.
En cuanto al panorama que ofrecen algunas de las producciónes en las artes visuales, en todas sus veredas, tanto internas como aquellas que van en dirección al exterior. Me atreveria de indicarla como una suerte de guerra.
Donde los actuales " vencedores " en estas producciones, son los que han logrado la explotación en un reino que se erige bajo el signo desvatador del dinero facil, a ganar a cualquier precio, que trae en sus consecuencias la desvalorización de lo humano.
Se podria pensar que han logrado de momento neutralizar otros dominios de expresiónes sensibles en las artes visuales y de imponer siniestros modelos.
Tengo fe y esperanzas ciertas que las artes visuales de hoy, de ayer, como del mañana obtendremos las ideas para confrontar a este realismo globalizado que en su empeño trata de reducir y marginar la singular maravilla que tiene cada mujer y hombre en nuestra sociedad.
Po ultimo desearia bien de honrar la memoria y la labor del profesor de Historia del Arte, Antonio Alejo, de la Academia de San Alejandro.
Salve, Antonio Alejo !
Un saludo fraterno.
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